El 11 de septiembre de 2001 parte del mundo se estremecía. Dos aviones comerciales se estrellaban contra los edificios más altos de Nueva York; el World Trade Center.

Un segundo y todo cambió. El mundo entero quedó pegado frente al televisor mientras veía cómo el horror y la muerte llovían sobre la ciudad de Nueva York.

En apenas unas horas, 3.000 vidas fueron sesgadas y enterradas bajo toneladas de hierro fundido. Un antiguo odio surgido de odios previos, rencores y disputas sobre esta fe o la otra que pagan aquellos de ambos bandos que solo ven cómo se manejan los hilos, sin poder moverlos ni librarse de ellos. Todo un país quedó marcado por la tragedia y puede que nunca llegue a superarla del todo.

Ese aciago 11 de septiembre de 2001 comenzaba el siglo XXI, con todo lo bueno y todo lo malo que eso implica.

Los atentados del 11-S, unos de los más desastrosos del joven siglo que nos ha tocado vivir, supusieron un duro golpe para la población estadounidense y el nacimiento de un miedo incierto en todo el planeta. Significó, entre muchas otras cosas, un nuevo tipo de guerra contra un enemigo fantasma, capaz de atacar en cualquier momento y lugar y de la que los civiles son los que salen peor parados. El terrorismo se ha extendido como una serpiente entre la maleza, esperando el momento idóneo para morder de nuevo y retirarse hasta el próximo festín. Y ese miedo, racional por una parte, y el aún latente dolor por aquellos que se perdieron se han convertido en una cerilla para que arda el polvorín de la manipulación, del odio y del sacrificio de las libertades en beneficio de la seguridad. A veces, el castigo viene antes del crimen.

Peroro, como suele pasar en las grandes tragedias, los pueblos se unen en solidaridad para superar el trauma y seguir camino, pues solo hay una dirección hacia la que vivir y es adelante. La devastada Zona Cero se reconstruyó como un recuerdo y un rayo de esperanza, una muestra de la fuerza de voluntad y el inquebrantable espíritu de lucha de la gente. El 11 de septiembre fue uno de esos días que, dentro de mucho tiempo, se seguirá hablando de él y se discutirá sobre lo que significó o lo que pudo significar. Los ataques del 11-S abrieron los ojos al mundo, y de ellos brotó una lágrima negra que no se puede borrar.

Atentado de 1993

El atentado del 11 de septiembre no fue el primero llevado a cabo contra el World Trade Center. El 26 de febrero de 1993, pasadas las doce del mediodía, un vehículo bomba explotaba en los aparcamientos del subsuelo. El camión cargado de 680 kilogramos con explosivos había sido aparcado bajo la torre norte y, al parecer, pretendía derribar este edificio sobre su gemelo, la torre sur, destruyendo todo el complejo y devastando Wall Street. El atentado no cumplió con su objetivo, pero dejó seis muertes y 1.042 heridos

La preparación

Las investigaciones posteriores parecen haber revelado que la preparación del atentado comenzó en 1999, cuando el principal responsable, Jálid Sheij Mohámed, se lo propuso a Osama Bin Laden y comenzó a reclutar a su equipo de asalto. Fueron elegidos 20 radicales islámicos con formación superior, dominio del inglés y experiencia en el mundo occidental y fueron divididos en cuatro comandos formados por un piloto capaz de manejar el avión y fuerzas de apoyo que le ayudarían a secuestrarlo. Uno de los terroristas, destinado al avión que se estrelló en Shanksville, no pudo entrar en el país debido a que el personal de inmigración sospechaba de sus vínculos con el terrorismo.

Los otros ataques

Aunque el ataque a las Torres Gemelas del World Trade Center fue el más grave y que más víctimas causó, los responsables realizaron otros tres atentados simultáneos siguiendo el mismo modus operandi. Ese día fueron secuestrados cuatro aviones de American Airlines y United Airlines por comandos de Al Qaeda con el objetivo de estrellarlos contra distintos objetivos estratégicos. Los dos primeros, provenientes de Boston, impactaron contra el World Trade Center y los otros, saliendo uno de Washington y otro de Nueva Jersey, se dirigieron a la capital del país. El primero se estrelló contra la fachada occidental del Pentágono, causando 189 muertos, y el segundo cayó a un campo de Shanksville, Pennsylvania, porque los pasajeros y la tripulación se enfrentaron a los terroristas y estos tuvieron que estrellarlo antes de tiempo.

El proceso de identificación sigue activo tantos años después.

La Oficina del Forense de Manhattan estableció tras los atentados, en un laboratorio cercano al centro de la isla, un laboratorio dedicado a identificar los restos de las 2.753 víctimas que fallecieron en el World Trade Center. La forense jefe, Bárbara Sampson, declaró que “en 2001, nos comprometimos con las familias de las víctimas a hacer lo que hiciera falta, el tiempo que hiciera falta, para identificar a sus seres queridos”. En julio de 2018 fue identificado Scott Michael Johnson, analista financiero de 26 años en el momento de su muerte y que ha sido la víctima número 1.642 cuyos restos han sido identificados

La nube tóxica

La caída de las Torres Gemelas provocó la dispersión de miles de toneladas de materiales tóxicos. Estos residuos estaban compuestos por materiales no fibrosos y escombros de plomo y mercurio. Además, durante los incendios que ardieron durante los tres meses siguientes, se liberaron elevados niveles de dioxinas e hidrocarburos policíclicos aromáticos. Todas estas sustancias nocivas han causado diversas enfermedades en los equipos de rescate y de reconstrucción que trabajaron en la Zona Cero. Estos efectos, por la dispersión de los materiales y la nube de humo que cubrió toda Nueva York, ha creado problemas de salud a habitantes de la zona sur de Manhattan e incluso a la cercana Chinatown, más al norte. 7.300 trabajadores de la Zona Cero presentaron denuncia y reclaman compensaciones a la ciudad por haber estado expuestos y haber manipulado sustancias tóxicas.

Los voluntarios y las fuerzas del orden en la Zona Cero

El derrumbe de la torre norte fue visto y escuchado por toda la ciudad de Nueva York, y las fuerzas del orden no tardaron en llegar a la zona para intentar comprender qué pasaba y salvar todas las vidas que pudieran. A la Zona Cero acudieron cientos de miembros del Departamento de Bomberos de Nueva York, así como de la Policía de Nueva York y del Departamento de Policía de la Autoridad Portuaria. En total, 403 miembros de estos diferentes cuerpos murieron durante las acciones de rescate, principalmente tras el derrumbe de la torre sur del complejo. Su participación ha sido largamente recordada y honrada, pero el 11-S sigue siendo considerado como “el peor día de la historia del Departamento de Bomberos de Nueva York”. Una de las instantáneas más recordadas del aciago día es la del momento en que unos bomberos alzaron una bandera estadounidense entre los escombros del World Trade Center, en una acción similar a la llevada a cabo en Iwo Jima.

Osama Bin Laden y Al Qaeda

El 16 de septiembre, cinco días después de los atentados, Osama Bin Laden negaba cualquier participación suya en el ataque a través de un comunicado leído en la televisión qatarí Al Jazeera. Sin embargo, en noviembre se encontró, en una casa destruida de Afganistán, una cinta de video casera en la que el líder de Al Qaeda hablaba de cómo preparó los atentados. Posteriormente surgirían otros videos que reclamaban la autoría de los atentados a este grupo terrorista islámico. Osama Bin Laden pertenecía a una importante y acaudalada familia saudí con la que los Bush mantuvieron negocios, viajó a Estados Unidos en su juventud y fue entrenado y financiado por la CIA para combatir a la URSS en la invasión de Afganistán de 1979. En 1988 fundó el grupo terrorista Al Qaeda.

Las teorías de la conspiración

En 2011, diez años después del atentado, la BBC realizó una encuesta en la que se revelaba que el 17% de los británicos y el 15% de los estadounidenses sospechaban que el gobierno de Estados Unidos, presidido en aquel momento por la administración Bush, había estado implicado en la catástrofe. La creencia más extendida, y que permaneció vigente en gran parte de la población durante mucho tiempo, es que George Bush ideó el ataque al World Trade Center para cambiar la opinión popular y justificar su intervención en Afganistán e Irak. Según esta teoría conspiratoria, las Torres Gemelas se derrumbaron porque se habían instalado explosivos en ellas, y los aviones solo fueron una maniobra de distracción. Hasta hoy, no se ha encontrado ningún indicio que respalde esta teoría.

El espacio que dejaron las torres

Cómo ocupar el espacio donde antes se alzaba el World Trade Center y, sobre todo, las dos torres, fue uno de los principales debates tras la catástrofe. Tras promover un concurso de diseños para realizar un memorial, se decidió que la mejor propuesta era la que sugería la construcción de dos piscinas donde se alojaban las Torres Gemelas. Alrededor de estas se han escrito el nombre de las casi 3.000 víctimas del atentado y, en el subsuelo, se ha construido un museo que recuerda lo sucedido.

One World Trade Center

Además del memorial, en el espacio dejado por el derrumbe del World Trade Center se inició la construcción de un nuevo complejo de rascacielos como símbolo de Estados Unidos y de Nueva York siguen adelante. En noviembre de 2014 se inauguró oficialmente la One World Trade Center, conocido también como Freedom Tower, una impresionante torre de 1776 pies de altura (541m) en conmemoración al año de la declaración de independencia estadounidense. Este rascacielos es el sexto más alto del mundo y forma parte de un complejo constituido por otros cinco enormes edificios.

Dos enormes haces de luz como recuerdo

En 2003, para conmemorar el segundo aniversario del atentado, se realizó un llamativo homenaje a las víctimas, el Tribute in Light. Ochenta y ocho potentes focos de xenón (44 por cada torre) crearon dos haces de luz que se proyectaban hacia el cielo desde el lugar donde se encontraban las dos Torres Gemelas. Aunque la idea original era haberlo hecho cada año hasta 2008, se decidió mantener hasta el año 2012, una década después de los atentados. Esta conmemoración era llevada a cabo por la Municipal Art Society, pero la propiedad del equipo usado y la instalación ha sido transferida al National September 11 Memorial & Museum, que cada 11 de septiembre ilumina el cielo nocturno para recordar las vidas perdidas en 2001.

Descoordinación entre las agencias

Uno de los principales problemas que revelaron las investigaciones posteriores al atentado fue la descoordinación entre las distintas agencias de inteligencia y seguridad. Aunque ambas persiguen, en teoría, objetivos similares, el FBI y la CIA funcionan de manera completamente independiente y separada, por lo que suelen surgir situaciones en las que cada una le oculta información relevante a la otra. Todo apunta a que, en 1999, ambas agencias eran conscientes de la planificación de un acto terrorista de gran alcance e incluso recibieron información de países como Arabia Saudí sobre posibles objetivos miembros de Al Qaeda. La falta de procedimiento para compartir información entre los distintos organismos fue una de las taras más importantes que imposibilitaron que el atentado se detuviera.

El Acta Patriótica

La Ley USA PATRIOT, conocida popularmente como el Acta Patriótica, fue una de las primeras consecuencias que siguieron a los atentados. Los ataques sufridos durante el 11-S hicieron que tanto el Congreso como el Senado aprobaran, por abrumadora mayoría, esta controvertida ley federal que fue promulgada por George Bush el 26 de octubre de 2001. Con ella se pretendía mejorar la comunicación entre las distintas agencias de inteligencia y de seguridad y darles herramientas que permitieran controlar y anticipar posibles amenazas terroristas. Fue duramente criticada por algunos sectores de la población y organismos internacionales debido a los derechos y libertades que violaba o eliminaba en favor de una supuesta seguridad.

Intervención en Afganistán e Irak

Como respuesta al atentado y su vinculación con células terroristas de Al Qaeda y Bin Laden, Estados Unidos creó una coalición de países miembros de la OTAN para invadir Afganistán el 7 de octubre de 2001, donde supuestamente se había refugiado el líder terrorista y al cual el gobierno del país se había negado a entregar. En marzo de 2003, sin respaldo de la ONU y con la excusa de que el régimen de Hussein poseía armas nucleares, Estados Unidos y Gran Bretaña invadieron Irak, terminando con el derrocamiento de Sadam Hussein y sin rastro de las supuestas armas de destrucción masiva. La administración Bush intentó entonces justificar sus actos señalando una alianza entre Hussein y Al Qaeda que tampoco ha sido probada hasta ahora. La intervención estadounidense generó en ambos países una situación de inestabilidad política y conflictos internos.

Gerónimo EKIA

El 2 de mayo de 2011, unidades de élite de los Navy SEAL estadounidenses entraron en una pequeña casa en Abbottabad, Pakistán, como parte de la operación ‘Lanza de Neptuno’. El objetivo del asalto no era otro que el fundador y líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, cuyo nombre en clave era Gerónimo EKIA (Enemy Killed in Action). El Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos, junto con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), consiguió localizar al líder terrorista tras un largo proceso de investigación y lo eliminaron en una acción militar que fue tan aplaudida como criticada. Tras el anuncio en televisión del presidente Obama sobre la muerte del terrorista, cientos de miles de personas salieron a las calles de Estados Unidos para celebrarlo. La Zona Cero en Nueva York fue una de las más concurrida

Más medidas de seguridad en los aeropuertos

Aunque durante las décadas de los 70 y 80 el secuestro de aviones se había convertido en una práctica común para los grupos terroristas, el 11-S fue la gota que colmó el vaso y que cambió la forma de volar en todo el mundo. Los escáneres corporales 360º, los detectores de metales, sustancias químicas o explosivos, las máquinas de rayos X o la norma de tener que despojarse de cinturón, zapatos, chaqueta y toda la tecnología surgieron precisamente tras el terrible ataque. La Comisión 9-11 realizó un informe sobre las carencias de las medidas de seguridad empleadas en aeropuertos y para solucionarlos, unos agentes de inspección con autorizaciones falsas pusieron a prueba el sistema. Consiguieron franquear los controles previos a las puertas del avión siete de cada diez veces.

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