Yo tenía mi numerito en la mano y era el siguiente, pude escuchar cuando el pibe que estaba adelante mío les decía: Yo estudie en tal lado y tal otro, también hice talleres con fulano y con mengano. El hombre fríamente le tomó los datos y el muchacho al retirarse pasó junto a mí: ¿Así que vos estudiaste en tal lado y tal otro, y además, hiciste talleres con fulano… y perengano? Sí, me respondió. Entonce’ arranca pa’ la comisaría a hacer denuncia pibe… por que te robaron la plata… (Artista con currículum…), le dije entre dientes y entonces cambió el número en la pantalla, me tocaba a mí.
Me pare frente a la mesa y el hombre muy seriamente me pregunta: ¿trajiste tu currículum?
Mirá… para traerte el currículum, yo preciso una carretilla… y vos tres días pa’leerlo, así que te la voy a poner fácil:
Viste esa estatuilla tipo Oscar que tiene ahí a la entrada… en exhibición, bueno, hace cuatro años atrás, yo metí todas las mías en una bolsa negra, de esas grandes de basura y las apreté abajo de la cama. Treinta y siete… la última vez que las conté. Comprenderás que si te las tengo que detallar una por una… sería un poco extenso el currículum… así que mejor hablemos de la experiencia, algo mucho más importante, la experiencia. ¿Cómo te lo puedo explicar?, viste ese gordito… el que esta haciendo la fila para este mismo puesto, bueno… viste que esta grande y crecidito, bien, cuando yo publiqué mi primer libro, él,  todavía estaba tomando de la teta de su mamá. Eso en cuanto a la experiencia… la trayectoria vamos. Ahora… te digo una cosa, según el aviso ese que pusiste, decía: “se buscan ARTISTAS de todos los géneros…” y lo primero que hacés es preguntarme por el currículum, los artistas no tenemo’ curriculum, los profesionales tienen curriculum, los artistas, tenemo’ obra, así que tomá, acá te traje este cortito, porque pa’ muestra basta un botón verdad (y se lo dije dibujando un círculo con mi dedo sobre el papel), luego le di el relato.
Lo leyó, y ni bien levanto su vista de la hoja le dije: ya lo sé, querés saber como sigue, tomá, acá tené el segundo capítulo. Cuando terminó de leerlo se produjo un largo silencio. Yo no sabía si el hombre estaba asustado, impresionado, o simplemente le vinieron ganas de cagar y por eso apretaba el culo contra la silla. Cuando quebró el silencio me dice: te podemos pagar 500 pesos por página. Ha… no no no, momentito que yo soy un artista; la próxima vez que me hables de dinero, te entierro la lapicera en el pescuezo. Mejor contame de que se trata el proyecto que si a mi me gusta, igual te lo hago gratis, y si no me convence bueno… ya te podrás imaginar. El hombre abrió un cajón y me entregó una carpeta, con seis o siete hojas más o menos: Ese es el resumen de la historia… que vos vas a tener que desarrollar, tendrás que llevarla a ciento veinte páginas… aproximadamente; llevátelas y leelo tranquilo, ahí tenés mi teléfono, después me llamas y entramos en los detalles. Yo me di media vuelta y me fui; los artistas con currículum seguían haciendo fila; de vuelta a casa me prendí un faso y me puse a escuchar Marley: el puesto ya era mío. 

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