Ayer fui al peluquero, un sábado de sol y calor. El estaba terminando con un cliente cuando entré y me senté a leer los periódicos. Sabía, que este era el último día posible antes de sus vacaciones, así que hice mía la posibilidad de un corte de cabellos y barba para soportar mejor las altas temperaturas de este verano de fuego.

Sentado ya y leyendo los periódicos, descubrí, que cambiaba periódicos todos los días. El último era “la Stampa”, el del viernes “Il Corriere della Sera” y el del jueves “la Repubblica”. Esto me hizo pensar en los posibles motivos y excluí inmediatamente la pluralidad ideología.

Después de unos pocos minutos fue mi turno y comenzamos a charlar. Me contó que compraba periódicos diferentes para evitar las inserciones de los fines de semana, ya que no le interesaban. Una explicación, que me pareció legitima, ya que hago lo mismo, sobre todo los viernes. Después, me mostró un artículo en el periódico del jueves, que hablaba sobre los efectos positivos del sueño en la salud de las personas. Se lamentó de lo poco que dormía y le dije que caminara, comiera ligero en las tardes, se diera una ducha caliente antes de dormir y le aconsejé, además, carne de pavo y otros alimentos que contengan triptófano, un predecesor de la serotonina y esta, a su vez, de la melatonina, que regula el sueño.  De este tema, pasó a su mujer, que era unos 20 años menor que él y desde la silla, pude apreciar algunas de sus fotografías. En una de estas estaban juntos en un restaurante. El vestido con colores claros y ella formal y sonriente. Me comentó después de sus vacaciones al mar, donde llevarían a la nieta de su mujer que tiene 13 años y que vive con su madre en Bielorrusia.  

El peluquero es alto y delgado, tiene 72 años, está jubilado, pero sigue trabajando 6 días a la semana desde las 8 a las 18 con una pausa de 2 horas de las 13 a las 15, ya que el dinero de la jubilación no le alcanza para cubrir sus gastos y después, me dijo es importante hacer algo y estar siempre ocupado. Sus clientes son casi todos viejos clientes, ya ancianos, que pasan una vez al mes a arreglarse los pocos cabellos blancos que les queda. Pocos jóvenes y pocas personas nuevas.

Me habló también de sus intereses, leer, navegar por internet, la alfarería y el hecho que se escribiría a la universidad de la tercera edad para tener contactos con otras personas de su edad. El local es de su propiedad y ha trabajado allí desde octubre del 1968, es decir casi unos 50 años. El peluquero nació y vivió en Maranello hasta los 28 años y se transfirió a Módena para estar cerca del trabajo. Una vida pensé sin decir nada y observando sus gestos y facciones, se leía en él, que era una persona de la zona, acostumbrado al trabajo, que afronta sus últimos años de vida laboral. Terminó de cortarme los cabellos y la barba y nos saludamos. Afuera del local había estacionado su bicicleta y dentro de poco volvería a casa, ya que eran las 17.30. Yo seguí caminando, pensando en todo lo que sabía del peluquero, de sus viajes que ya me había contado y lo encontré parecido a otro amigo, casi de la misma edad, que no veo desde hace ya algunos meses.