Desde hace años, dos entes han dedicado su esfuerzo en pseudo-actuar a favor de la humanidad y en contra de los ‘poderosos’ (léase: mandatarios y/o dinero), ambas con su sección española, dando la cara en Internet: Avaaz – “El Mundo en Acción” (www.avaaz.org/es/), vendiendo campañas instantáneas para abordar crisis humanas en cualquier parte del planeta para mitigar ansias de poder particular, declarando >25 millones de miembros repartidos en >170 países (con >150 millones de acciones), y Change.org – “La plataforma para el cambio” (www.change.org/es)‎, vendiéndose como la plataforma líder de la web para el cambio social, declarando >40 millones de usuarios repartidos en casi 200 países.

En ambos casos, si lo pensamos un poco, estaríamos hablando de un pseudo-país transversal, con una potencial capacidad real de influir, por puro tamaño (que a buen seguro crecerá). Ciertamente, ambas organizaciones consiguen cosas relevantes, por ejemplo, paralizar algunas decisiones tomadas por el dinero/poder a base de ‘firmas en contra’, una zancadilla, sí, pero sin cambiar realmente nada fundamental, pues el poder, siempre se levanta de sus tropiezos y vuelve a la carga. El activismo sin agresividad (bien entendida) solo es anécdota. Manda el miedo a desaparecer, por la acción del ‘poderoso’, si se cruza la línea, siempre efectiva.

Recientemente la Editorial Dauro ha publicado una novela que cruza esa línea, novelando como lograrlo: http://www.edicionesdauro.com/articulo/458-EL_ALGORITMO_DE_DIOS.html. Una ficción, sí, pero también una colección de propuestas, y una hipótesis de lo que se puede hacer para que propuestas ciudadanas sean realmente atendidas, a corto plazo, y por aquellos, ‘poderosos’, que jamás imaginaron concederlas. La clave: inteligencia y audacia y asumir un precio personal al ser tachado de terrorista.

Opino que pocas cosas hay más poderosas que un ‘ejemplo’, signo de confianza y potencial modelo. Un menor pero ejemplar ‘ejemplo’ de la necesaria unión, la ‘suma’. Cambiar lo que no se quiere cambiar requiere innovación. Por ejemplo, una idea sería que Avaaz y Change.org se unieran aumentando su masa crítica. Ánimo desde aquí a que den el paso.

Tras estas reflexiones, nacen dos hipótesis:

Hipótesis -1: El activismo inteligente (no violento, pero agresivo) es la única alternativa que nos queda a la sociedad para acceder a un futuro menos imperfecto que el que el grupo de ‘poderosos’ ha diseñado ya para nosotros. No se debe caer en el error de ser como ellos. Basta con obligarles escuchar y atender nuestras propuestas consensuadas. La unión y suma en la misma dirección es la clave.

Hipótesis-2: Las pseudo-acciones basadas en suma de peticiones siempre se quedaran en ‘batallas ganadas’ pero no en victoria en la guerra que ellos dirigen y de la que extraen beneficios. En El algoritmo de Dios, se da un paso audaz; basta con usar sus mismas armas (metáfora) contra ellos. ¡Tan simple!, tan efectivo.

Toda hipótesis debe confirmarse experimentalmente (algo que se narra en la novela, en España). Animo a que se experimente leyéndola por todos aquellos que declaran trabajar querer los mismos objetivos o que están aburridos de protestar para nada.