El fotógrafo colombiano estará este lunes en la Luis Ángel Arango hablando de su nuevo libro.

A los 92 años, el cartagenero Nereo López, considerado uno de los decanos de la fotografía nacional, conserva la misma vitalidad y curiosidad que tenía cuando era un mozuelo y corría por las calles polvorientas de Cartagena, Barranquilla y Barrancabermeja montando y administrando salas de cine, antes de sucumbir, para siempre, ante la magia de la fotografía. Lea también: (Nereo López, un maestro vigente).

Quizás, esa manera de ser inquieta y curiosa ha sido el mejor motor y el secreto de su 'eterna' juventud. Es la fuerza que le permite movilizarse como una hormiga en el metro de Nueva York -en donde reside desde hace varios años- para inmortalizar con su lente los personajes y lugares más extraños, o para ir al ballet, uno de sus pasatiempos preferidos, junto con el béisbol.

La misma energía que lo hace subirse solo a un avión para volar, durante más de cinco horas, hasta Bogotá, como lo hizo la semana pasada, para conversar este lunes 14 de mayo, a las 5 de la tarde, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, sobre Nereo López, un contador de historias, un bellísimo libro-objeto de gran formato que editó La Silueta, en conjunto con una exposición itinerante, cuyas imágenes viajarán por colegios y bibliotecas del país.

Y es el mismo impulso que lo motiva a montar en la habitación conjunta a la suya una compleja estructura de computadores, con impresora y escáner, para experimentar, como si fuera un niño, con el mundo digital. "Me cuesta trabajo, pero es un desafío conmigo mismo. Me da la madrugada experimentando, y hace poco los médicos me prohibieron que me siguiera desvelando hasta tan tarde", anota, al mostrar la pasión que le pone a esta nueva etapa, de igual manera a como lo hizo con la fotografía análoga.

Prueba de ello son las cerca de 100.000 imágenes del Fondo Nereo, que custodia la Biblioteca Nacional de Colombia, que dan cuenta de su trayectoria en destacados medios como Cromos, El Espectador, EL TIEMPO y O Cruzeiro, de Brasil, y sus diversos libros de gran formato. (Lea acá: Nereo López: fotografías de colombia).

"Me siento como si fuera Obama o Clinton", dijo, entre risas, cuando recibió a este diario en su apartamento de la avenida Jiménez, en el corazón de Bogotá, mientras miraba cómo dos teleobjetivos de cámaras fotográficas disparaban sin cesar sus flashes y otras dos cámaras lo filmaban mientras contaba la infinidad de anécdotas que esconde su prodigiosa memoria, y que cobran vida con lujo de detalles cada vez que las libera, con acento costeño, por su boca.

Allí, al ritmo del vaivén de una mecedora, y con el cerro de Monserrate de fondo, van pasando los recuerdos de cuando quedó huérfano ("soy dueño, desde los 11 años, de mi destino"), de su primera cámara, de sus aventuras con los amigos del Grupo de Barranquilla, del documento exclusivo que logró para la revista Cromos, cuando cayó Rojas Pinilla; de sus innumerables viajes por el mundo, como cuando cubrió la entrega, en Estocolomo, del Premio Nobel para Gabo; de cuando estuvo a punto de suicidarse, al cerrar su escuela de fotografía, en los años 80, y, por supuesto, de sus muchos amores. "No hay nada en la vida que yo no haya probado, menos el homosexualismo. Y no porque yo esté en contra, porque tengo muchos amigos, sino porque me encantan las mujeres", anota con el sentido del humor que lo caracteriza.

De esas aventuras, recuerda su paso fugaz por el cine, cuando hizo el papel de gringo, en La langosta azul, "que tiene el mérito de ser -dice- la película más famosa del cine colombiano, pero la peor. Y la única con cuatro directores: Álvaro Cepeda, Gabriel García Márquez, Enrique Grau y el catalán Luis Vicens, que fue su verdadero director".

"La idea nació así: Luis Vicens leyó el cuento de Álvaro Cepeda que se llamaba La langosta azul. Entonces, se le ocurrió la idea de hacer la película con aporte de todos. Yo aporté el trípode, plata para comprar la película y dirigí la fotografía. Grau hacía el papel de brujo. Y el papel de gringo lo iba a hacer 'Bob' Prieto. Cuando estábamos instalados en las playas cerca de Barranquilla, dice Prieto: 'No'mbe, yo no le jalo a esta mamadera de gallo'. Entonces me mira Vicens y dice: 'Nereo, ojos azules, te tocó hacer de gringo' ", recuerda.

Otra de las remembranzas que el fotógrafo guarda con cariño fue cuando logró las imágenes exclusivas de la caída de Rojas Pinilla. "Yo estaba recién llegado a Bogotá, en 1957, y me bajé en un edificio, que me consiguió Manuel Zapata Olivella, en la calle 3a. con 20. Era jefe de fotógrafos de de Cromos. Una noche oigo rumores de que se iba a caer Rojas Pinilla y salgo a tomar fotos en la oscuridad. Los rollos se los daba a 'Sevillita', mi asistente. Cuando el resto de colegas trataron de llegar, ya el Ejército estaba dominando la situación". (Siga este enlace para leer: Fotógrafo usa tutú para ayudar a su es...

Tiene muchísimos proyectos futuros, porque su mente no para de crear. Anda metido en una nueva técnica que él llama "transfografía". Por eso odia el término 'viejo'. "Viejo es lo que no sirve. Yo soy mayor, porque sigo produciendo", concluye, mientras abre sus vivaces ojos azules.

Exposición itinerante y libro

El fotógrafo Nereo López estará hoy lunes 14 de mayo, a las 5 p.m., en la Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), hablando sobre su trayectoria y su nuevo libro 'Nereo López, un contador de historias'. Esta publicación fue escogida como la única de América Latina para la muestra 'PHotoEspaña', que reúne los 50 mejores libros de fotografía del mundo. Además, hasta junio se podrá visitar una exposición sobre el artista en la BLAA, que hace parte de un proyecto social que llevará a varios colegios públicos de Bogotá y bibliotecas del país, entre otros, una muestra itinerante de 44 imágenes, impresas en pliegos de papel.

'Nereo López, un contador de historias', de La Silueta Ediciones. $ 87.000
CARLOS RESTREPO Cultura y Entretenimiento