Este sábado estuve viendo los partidos del mundial. No porque me guste el fútbol, sino más bien para ser social. En estos días se habla tanto de fútbol. La gente lee los periódicos, se informa y da sus opiniones y hace vaticinios sobre los posibles resultados y este deporte se ha transformado en una religión. Muchos creen saber más por fe y esperanza y a menudo demuestran que no saben nada o poco, reconociendo, lo acepto, los nombres de muchos jugadores y algo más.

España empató con Portugal y esto no debería ser una sorpresa. En realidad Portugal jugó mejor y España tiene que aprender a jugar como equipo. Las verticalizaciones de los portugueses eran rápidas, el equipo se movía bien, físicamente estaban bien preparados y técnicamente no tenían nada que envidiar a los españoles. Por otro lado, Ronaldo hizo una diferencia enorme y en este sentido es el punto fuerte y débil a la vez de los portugueses, ya que se depende mucho de él.

Rusia mostró su fuerza física ante un equipo débil y aún no sabemos cuál es su verdadero nivel. Pero recordémonos que juegan en casa y que atléticamente son válidos. Irán venció sobre Marruecos. Uruguay no brindó su mejor fútbol y ganó a malas penas contra Egipto. Francia, que es una de las favoritas, ganó sin convencer contra Australia y Argentina empató contra Islandia, que mostró fuerza, coraje y juego de equipo, dando un ejemplo que no tenemos que olvidar.

Croacia expuso un buen fútbol contra Nigeria. Bien articulado, fluido, preciso y veloz. Hoy veremos a Brasil y Alemania, pero sin arriesgar demasiado, podemos afirmar que muchas cosas han cambiado en el futbol moderno. Ahora cuenta más la preparación, el juego de equipo, la velocidad y la precisión y esto pesa más que la técnica y el posible valor de los jugadores extraordinarios, que son siempre acorralados e impedidos en sus avances y movimientos.

En estos pocos aspectos sintetizamos un cambio radical en el modo de jugar y los vencedores de este mundial serán los que juegan bien como grupo, los que tienen la fuerza física y estrategias bien definidas y saben cambiar sus movimientos sin depender de una o dos estrellas. Una realidad que desgraciadamente quita espacio al fútbol sudamericano, que no ha sabido innovarse y que subordina el juego de equipo a sus campeones, perdiendo flexibilidad, ataque rápido, cambios repentinos, colaboración entre la defensa, el medio campo y el ataque y además, como consecuencia, el factor la sorpresa.    

Probablemente el estilo de juego de un equipo como los alemanes se impondrá como modelo, donde la coordinación, la planificación, falta de punto débiles y sincronización de las jugadas es fundamental. La conclusión es una, sea en el ataque que en la defensa, se gana siempre por número que por habilidad personal y esto es obvio, ya que las posibles combinaciones de juego, depende de la presidencia y posición de los jugadores y de nada sirve una estrella, si está lejos del escenario, donde se decide el juego. Esto lo conocemos de los holandeses y el concepto de fútbol total. Sí, la calidad cuenta casi tanto como la presencia, pero esta última hace una diferencia enorme ya que el número se impone. Los 3 que juegan contra uno, conquistan la pelota para defenderse o avanzar y esta es la única razón o explicación del empate entre Argentina e Islandia y de estos ejemplos veremos siempre más.