Según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la facultad de Gerontología de la Universidad de Carolina de Sur (USC), las diferencias significativas en la esperanza de vida entre los sexos surgieron a inicios del siglo 20. A medida que mejoró la prevención de enfermedades infecciosas, las dietas se hicieron más variadas y se adoptaron otros comportamientos positivas para la salud en las personas nacidas durante el siglo XIX y principios del XX, las tasas de mortalidad se desplomaron, pero las mujeres empezaron a cosechar los beneficios de la longevidad a un ritmo mucho más rápido.
Como consecuencia de esa disminución masiva pero desigual de la mortalidad, una revisión de datos globales de enfermedades cardíacas ha mostrado que se encuentran detrás de la mayoría de las muertes en exceso documentadas en hombres adultos, dijo la profesora de Gerontología, Eileen Crimmins.
“Nos sorprendió la manera en que la divergencia de la mortalidad entre hombres y mujeres, que se originó ya en 1870, se concentró en el rango de edad de 50 a 70 años y se desvaneció bruscamente después de los 80 años”, dijo Crimmins.
Centrándose en la mortalidad en los adultos mayores de 40 años, el equipo encontró que en personas nacidas después de 1880, la tasa de mortalidad femenina disminuyó un 70 por ciento más rápido que la de los varones. Incluso cuando los investigadores tomaron en cuenta las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, las enfermedades cardiovasculares parecieron seguir siendo la causa de la gran mayoría de las muertes en los hombres adultos mayores de 40 años para el mismo período de tiempo.
Sorprendentemente, el tabaquismo representó sólo el 30 por ciento de la diferencia en la mortalidad entre los sexos después de 1890, añadió Crimmins.
El impacto desigual de las muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares en los hombres, especialmente entre los cuarentones y mayores, plantea la cuestión de si los hombres y las mujeres se enfrentan a diferentes riesgos de enfermedades del corazón debido a los riesgos biológicos inherentes y/o factores de protección en diferentes momentos de sus vidas.
Un estudio adicional podría incluir el análisis de las diferencias en la dieta y en la actividad física entre países, un examen más profundo de la genética y la vulnerabilidad biológica entre sexos a nivel celular, y la relación de esos hallazgos con la salud cerebral en edades posteriores, dicen los investigadores.
Estudio: Hiram Beltrán-Sánchez, Caleb E. Finch, Eileen M. Crimmins. Twentieth century surge of excess adult male mortality. PNAS July 6, 2015, doi: 10.1073/pnas.1421942112