La carrera de Jon Turteltaub es un ejemplo de lo que en muchas ocasiones en el mundo del cine se define como una trayectoria "artesanal". Es decir, el director de Phenomenon nunca ha recibido premios ni halagos de la crítica; pero las audiencias han respondido casi siempre a sus propuestas, ya sea en el campo de la comedia deportiva (Cool Runnings), en el género del thriller (Instinct), en el melodrama romántico (While You Were Sleeping) y en el de las aventuras (las dos entregas de National Treasure).

Ahora, Turteltaub vuelve a unirse al protagonista de esta serie citada, Nicolas Cage, y a su productor, Jerry Bruckheimer, en lo que es un guiño a uno de los clásicos del cine animado.

The Sorcerer’s Apprentice, que se estrenó ayer, aprovecha elementos del corto del mismo título de Fantasia (1940), para desarrollar una nueva historia que conduce a un brujo milenario (Cage) al Nueva York contemporáneo en busca de un aprendiz (Jay Baruchel) que se una a la legión de discípulos de Merlín.

Como es habitual en el cine de Bruckheimer, se trata de una propuesta espectacular, una superproducción millonaria repleta de efectos visuales y escenas de acción. Y Como es habitual en Turteltaub, The Sorcerer’s Apprentice es un filme familiar, donde el humor reemplaza el sarcasmo y donde la aventura nunca viene acompañada de sangre o violencia innecesarias.

Es una decisión consciente en su carrera y es algo que nunca lo ha convertido en un realizador popular entre los cinéfilos o críticos. Y así se lo hizo saber durante una entrevista en un hotel de Beverly Hills.

"Hay una expresión que dice: ‘si crees que morir es difícil, intenta hacer comedia’", empieza. "La gente no aprecia lo difícil que es hacer comedia. Por algún motivo la comedia siempre ha sido considerada un arte inferior. Probablemente siempre ha sido así. Así, la miseria le ganó terreno a la diversión. Y eso se ve en el mundo de la crítica cinematográfica. De alguna forma, se cree que cuanto más ténebre es el arte, más profundo es. Y el humor y el entretenimiento es considerado superficial. No conozco a demasiados críticos felices… Normalmente la gente feliz encuentra algo mejor que hacer con sus vidas que criticar a otra gente".

Claro que, según él mismo, la razón "quizá es porque mis películas no son muy buenas según cierta gente", pero no tarda en añadir que "hay también un cierto conflicto entre arte e industria. El mundo artístico se irrita cuando un artista consigue el éxito. La industria vive en un estado terrible cuando descubre que uno de sus talentos quiere convertirse en artista".

"Para mí todo depende de la audiencia. Todo lo que hago es pensando en el público. Y por cualquier motivo, eso se ha convertido en antiarte, al menos para mucha de la gente que escribe sobre cine", quienes piensan, prosigue Turteltaub, que "el arte debe ser algo personal y egoísta, y el público es irrelevante. Eso es absurdo. Porque si fuera así, mantén tus pinturas en tu armario y tus esculturas en tu habitación. O nunca enseñes tu película"."Pero dicho todo esto, yo no me considero un artista", afirma el director de 46 años. "Me veo como un artesano que, desesperadamente, trata de mejorar su labor para impactar a la audiencia. Pero [mi cine] nunca es acerca de mí, y eso es escasamente atractivo para los expertos.