Alejo Urdaneta
OTELO
DE ORSON WELLES (1952)

Los montes que por doquier cierran la luz de Chipre son monumentos góticos, cargados de sentimientos pasionales como el carácter del turco dominador de la isla. Igual que las pasiones incontenibles de la tragedia de Shakespeare
El drama trágico: Otelo, de Shakespeare, ha sido representado innumerables veces en las artes teatrales y en el cine. En blanco y negro, Orson Welles la llevó al proscenio del cinematógrafo sin restarle su carácter teatral: “Lo que allí se escenifica es tradición”, dijo el realizador estadounidense refiriéndose a su producción de esta magna pieza teatral.
El hombre ama los mitos, representación fabulosa de las pasiones, que sirven de catarsis para aliviar el tormento del espíritu que ha quebrantado el orden natural del mundo. Otelo, como Yago, son arquetipos humanos: las apetencias de poder, o el amor, o la gloria han sido pedestales en el arte.
La tragedia de Otelo se desarrolla principalmente en la isla de Chipre, dominada por los turcos y liberada por el Moro, a quien el pueblo recibe como héroe y designa General de los ejércitos.
En la obra de Welles el inicio es la muerte de Otelo y Desdémona, o más bien el camino al camposanto después de haberse consumado la tragedia. Un inicio pausado: Con las siluetas sobre un fondo de luz camina el cortejo y se escucha un lúgubre fondo musical, mientras en una jaula, encerrado, Yago es subido a la cuesta del monte. Es un ambiente gótico, sombrío, con graznidos de cuervo y nubes cargadas de tormenta.
El estilo gótico en Otelo tiene como característica expresar las estaciones en el peregrinaje del alma por los recovecos del vivir. Lo hace mediante la presentación del individuo que padece o siente alegría, y se observa en el medio natural del lugar donde se desenvuelve la tragedia, en íntima correspondencia el drama humano y la aspereza del escenario. La sensibilidad de lo individual es uno de los rasgos de la dinámica del estilo gótico: Así se ofrece a nuestra percepción en esta obra cinematográfica de Welles. El hombre y la naturaleza expresan las mismas pasiones. No hay espíritu sin el concurso de los vaivenes de la naturaleza.
Por eso puede afirmarse que el Otelo de Welles está expresado bajo la influencia del estilo gótico.
Otelo cae en el juego de la intriga que le urde el alférez Yago, con el propósito de destruirlo. Hay en Yago una maldad gratuita. Sus agravios son imaginarios y los utiliza para suscitar los celos del General moro. Quizás haya sido el rencor por no haber obtenido el ascenso al cargo de teniente. Insinúa a Otelo que Cassio ha ocupado el lecho de Desdémona, y así teje la intriga, con elementos propios del natural espíritu de los agonistas, de apasionada búsqueda y reacción.
La frase de Otelo, antes de cometer el asesinato de Desdémona, dice del conflicto interior del moro:

“¡Oh aliento embalsamado,
Que casi persuadiría a la justicia
A romper su espada!
- Uno más – uno más-
Continúa así cuando estés muerta;
Y yo voy a matarte y te amaré después. –
Todavía uno, ¡y es el último!
Nunca beso tan dulce fue tan fatal-
Es preciso que yo llore;
Pero son lágrimas crueles.
Este dolor se asemeja al Cielo:
Hiere a quien mata”

(Acto V, escena II)

El empleo en el filme de sombras y luces brillantes, en mágico contraste, dan la sensación de lo siniestro, para llevar la trama hacia el descubrimiento de un supuesto adulterio y, luego, al convencimiento de que todo fue una farsa fatal.