FERNANDO ALBERTO CELY HERRÁN es un Escritor, Editor, Educador y Cineasta. Es un colombiano que se define como: “Soy un jilguero atrapado en cuerpo que no me deja volar”.

 Cofundador del grupo Poético “Esperanza y Arena” y del Grupo Artístico y Literario “Escafandra”.  Su obra ha sido difundida en periódicos, revistas y antologías a nivel nacional e internacional.

OBRAS PUBLICADAS:

—Gotas de Cristal 1985

—(Lejanías (1993)

—Cantos del Desamor y el desencanto (1995 – 2015)

Entre el abismo y la Trinchera (1998)

Cantos en el ocaso de la primavera (2001 -2014)

Ena-Génesis (instantes que se hicieron eternos) nueve ediciones.

Las Locas Historias del Pato Pepotas (2004- 2014)

—Cantos Ígneos (2005) (poemas para reinventar el amor) Disco Compacto.

Con Fernando Vargas Valencia y Luis Eduardo Díaz.

Cantos Sin Cuenta (2007) (Colección Poética Isla Negra)

Tríptico de La Indignación (2009) Coautor con Darién Giraldo y Fernando Vargas Valencia) Cuadernillos de Poesía Isla Negra.

—“Cantos a mi Colombia nueva” (2011) CD de música colombiana

(Canta autor).  Proyecto Editorial Isla Negra

Tríptico del amor (2012) coautor con Fernando Soto Aparicio y Fernando     Vargas Valencia. Proyecto Editorial Isla Negra

—Los Hilos Rotos del Tiempo – ANTOLOGÍA - (2013) Poetas Colombianos Siglo XXI Editorial Caza de Libros.

—Ven Hijo (2014) Editorial Atenea.

—Nathaly y el mar (2014) Editorial Atenea

—Contrapostales para ciudades insomnes (2015) 

Editorial El Quirófano (Ecuador)

— Fernando, tienes una vasta obra como poeta y cantautor, ¿Cómo te sientes mejor?

Considero mis composiciones musicales como una extensión de mi obra poética, pues están ligadas por la intimidad de la creación. Siempre he aclarado que no soy ni cantante, ni músico, pero que mi pasión por todas las formas del arte me llevó por esos caminos, motivado por la aprobación que en su momento me dio el gran compositor Jorge Villamil, que me comprometió a realizar los esfuerzos que fueran necesarios para grabar estos temas, por considerarlos como un buen aporte al folklore nacional. Después aparecieron mecenazgos que permitieron afrontar el reto económico, y fue así como ese sueño se pudo consolidar hace unos años, con el álbum “Cantos a mi Colombia nueva” con 13 temas que contiene Bambucos, pasillos, boleros y otros ritmos, y que a la fecha reposa en unos 5000 destinatarios del mundo, pese a no haberse distribuido en almacenes de discos, puesto que su distribución se ha dado generalmente en eventos relacionados con literatura. 

De tal manera que no existe realmente barrera alguna en los diferentes tipos de trabajo creativo, sino que consolidan un proceso de vida y de trabajo. 

—¿Y en tus inicios cuáles fueron tus fuentes de inspiración?

Por fortuna nací y crecí en un hogar donde los libros abundaban. Mi madre era una lectora incansable, fundamentalmente de literatura universal, y mi padre, un devoto abogado cercano a todo lo que representara cultura. En ese sentido, tuve el privilegio de tener a mi disposición una amable y nutrida biblioteca y los asesores perfectos. Me inicié leyendo toda clase de cuentos infantiles de diverso origen, luego pasé a los autores colombianos como Zalamea, Soto Aparicio, Zapata Olivella, Isaacs, Caballero Calderón, De Greiff, Carranza, Barba Jacob, José Eustasio Rivera, Julio Flórez, Carrasquilla, Vargas Vila, Valencia, Mutis, Gabo… Y en fin, por ahí sigue la lista, hasta involucrarme con la literatura latinoamericana y universal en general. Se trata de un océano extenso e imposible de abarcar, pero cada día se exploran nuevas y tormentosas aguas. Leer es la gran aventura.

— ¿Cómo ves la poesía actual hispanoamericana?

El panorama actual de la poesía hispanoamericana presenta matices que pueden estudiarse desde diferentes ópticas. Se pasa de movimientos consolidados al auge editorial que ingresa a un mercado global de intereses claramente económicos y que afronta la fugacidad e inmediatez de las redes sociales. Estos fenómenos que tienen la virtud de permitir inusitados alcances del mundo escrito, está permeado por el rápido olvido. Se afronta la rapidez y abundancia de la información, y la clara incidencia política que soporta. Entonces se hace cada día más difícil que al colectivo popular le lleguen las producciones que no estén amparadas por los grandes emporios del sector.

Esta circunstancia ha dado lugar a las autopublicaciones. Los escritores realizando un gran esfuerzo, publican sus obras y se ocupan personalmente de su comercialización y difusión, sin alcanzar nunca la cobertura que podrían merecer. 

Otro mecanismo está enfocado a lograr ser convocados para participar en antologías, en la que muchas veces se paga el derecho de aparecer en ellas, pero que tienen la ventaja de circular en los ambientes literarios en varios países. Lo mismo ocurre con la participación en Encuentros de escritores que en todo Hispanoamérica se realizan y en donde el creador tiene que asumir generalmente, como mínimo el costo de sus pasajes.

Sea como sea, la creación y las publicaciones no se detienen y permiten ir escribiendo paso a paso el compendio de las obras que se dejan ver a lo largo y ancho de la geografía hispanoamericana, fomentando el intercambio y los saberes. 

— Tú diriges dos Grupos Poéticos y Literarios. ¿Nos puedes hablar de ellos?

Hace casi 30 años fundamos en Bogotá el Grupo Poético ESOERANZA Y ARENA con los poetas Katia Corredor y Guillermo Quijano Rueda, al que pertenecí durante 14 años aproximadamente. El grupo continúa su trabajo actualmente, admitiendo nuevas voces, publicando y acometiendo un interesante trabajo cultural que ha tomado trascendencia. 

Años después, conformamos la CORPORACIÓN LITERARIA Y ARTÍSTICA “ESCAFANDRA” con los escritores Fernando Vargas Valencia y Luis Eduardo Díaz Gonzáles, con la orientación de nuestro maestro y amigo Fernando Soto Aparicio. Nos ocupamos también de publicar, realizar talleres de creación y difundir el quehacer de nuevos valores, y el nuestro.

— Entre las nuevas generaciones de poetas, ¿tienes algunos preferidos?

Por fortuna, son muchos los que, venciendo obstáculos, se dedican al ejercicio escritural, en paralelo con sus actividades profesionales. Se me ocurre por el momento mencionar a unos pocos, que en mi criterio fortalecen la nueva poesía colombiana, recomendando la lectura de sus obras:

• Fernando Vargas Valencia (Bogotá)
• Luis Eduardo Díaz Gonzáles (Bogotá)
• Félix Molina Flórez (Valledupar)
• Juan Carlos Céspedes (Cartagena)

— ¿Tienes algún libro en planes de publicación o en preparación y si nos puedes hablar de ellos?

En este momento me encuentro trabajando en la preparación de los poemarios 

• Los cantos del viajero
• De versos sueltos y otros dolores
• Hilos Dispersos
• Rampamplán, el niño que cayó del cielo (Infantil)

Y en el segundo volumen de música 

• Cantos a mi Colombia nueva II (CD de música colombiana)

Los poemarios en preparación, son fruto de reflexiones filosóficas propias de la existencia y de las experiencias como ser humano que ha trasegado los senderos; el de literatura infantil (si es que así puede llamarse), buscará lectores de 1 a 99 años, pues todos llevamos a un niño que no quería crecer, al interior de nosotros.

El segundo volumen musical, depende estrictamente de lograr apoyo económico para su realización, pero el material se encuentra listo para la producción.

Lo mismo ocurre con los poemarios pues las editoriales se niegan a publicar poesía con el argumento de que las ventas de ese “producto” es de difícil comercialización. De todas maneras, la intención es que puedan ser compartidos muy pronto.