Conversando con Liss

 Es una sección de

Creatividad Internacional

Entrevistas hechas por: Lissette Ambrosio Rivas e Ismael Lorenzo

 Oscar  Martínez Molina 

¿Cómo llega el cuento a tu vida?

Primero cómo llega la lectura, y en este sentido puedo decirte que llega por los comics, a los que en mi pueblo les decíamos "chistes", por mis manos desfilaron en la hora del recreo de la escuela primaria, las aventuras de Kalimán, Superman, Tarzán, Tawa, Memín pinguin, Fantomas. En los años de secundaria, en el billar del pueblo, seguí cultivando la lectura con el libro vaquero, y muy particularmente con las historietas de la serie Estefanía de don Marcial Lafuente. Además en casa repasaba minucioso los tomos de historia y de literatura de la enciclopedia hispánica. Y desde luego las infaltables entregas mensuales del reader´s digest. Lo leía todo. 

Pero entrando en materia y en cómo llegó el cuento a mi vida, comencé leyendo poesía, y sobre todo traté de hallar de manera empírica cómo estaban construidas. Hubo épocas en las que hacía mis poemas desbaratando y rearmando viejos y conocidos poemas, enredándolos con mis propias palabras. En la secundaria y más aún en la preparatoria llegó el gusto por la novela. Fue una etapa rica de lecturas. Guerra y paz fue un lujo en aquellos momentos. Hermanos Karamazov. Y en general la gran novela rusa. Pero además me toco también Cien años de soledad, y Rayuela, con apenas unos pocos años de haber sido publicadas. Y entonces una cosa llevó a la otra, y descubrí que entre los escritores rusos, Antón Chejov escribía cuentos, y que Julio Cortázar también lo hacía, igual que García Márquez. Y que finalmente en México, Juan Rulfo, Arreola, y Carlos Fuentes, tenían en el cuento un filón de obras memorables. El llano en llamas pasó entonces a ser mi libro de cabecera, y confabulario y el guardagujas los de consulta obligada. Y que en Latinoamérica había habido un cuentista de nombre Horacio Quiroga seguidor de otro enorme E. A. Poe, y que ha este último lo había traducido además un sabio ciego de Buenos Aires, J. L. Borges. Descubrí el cuento y hallé en él, no solamente una forma exquisita de expresión, si no que la encontré mucho más demandante e inteligente para el lector, ya que no se trataba de hacerle llegar una vida con los altibajos para contar la historia, si no que se trataba de robarle al tiempo y a la vida, una breve historia y contarla. 

Si querías contar por ejemplo que fulano había sido atacado por una serpiente, no tenías que contar la vida entera de fulano, ni la vida completa de la serpiente, si no que contabas el hecho del encuentro entre ambos, y sus consecuencias. Justo lo que hacemos en una tertulia de relatos o chismes.

Y entonces fue que empecé a escribirlos.

¿Qué significado le das al cuento ?

Es una manera inteligente de contar las cosas, y apunto inteligente, en el sentido de crear con quien te lee, un puente de comunicación. El binomio Escritor-Lector, se hace mucho más estrecho en el cuento, que en la novela. En la novela puedes dar saltos entre capítulos y al final enganchas. En el cuento no, dejar pasar una frase, a veces hace que no encuentres la punta del hilo. Por eso hay cuentos que en una segunda o una tercera lectura terminas por hallarle sentido. Ese es el punto fino del cuento, que no puedes dejar pasar detalles, porque en esa distracción se pierde el sentido de la historia. De allí que en la avalancha actual de mini-ficciones a la que asistimos por las distintas páginas de internet, muchas carezcan de absoluto sentido, y es que en el caso de las minis, el conocimiento y la participación del lector, resulta crucial. Si el lector no conoce el contexto, difícilmente hallara coherencia en el relato. Amén de que en muchas de las ocasiones, ni siquiera el autor conoce el contexto, que eso es aún más penoso. 

¿Y tu idea de la devaluación permanente del cuento, ante la novela por ejemplo?

Entiendo que hay un menosprecio por el cuento, pero se trata fundamentalmente de una posición tomada por las editoriales, y que bien a bien no está muy clara, seguramente tiene que ver con la dificultad de promover un título, de entre toda una colección de cuentos, a diferencia de la novela en donde puede darse presencia a partir del mismo título, novela-libro. Sin embargo estando en este carro, te das cuenta que hay una enorme cantidad de lectores ansiosos y ávidos por el género. Tertulias bien armadas en torno al cuento, y que además te enteras que muchos grandes escritores lo han sido de cuentos. Hemingway, Guy de Maupassant, Chejov, Chesterton, Poe, Quiroga, Cortázar, Rulfo. Hasta llegar a Alice Munro. Es imposible hablar de todos ellos y de muchos más que por obviedad de tiempo estarán a la espera. Sería fantástico que a partir de un ejercicio como el de esta entrevista, en Creatividad Internacional, nos diéramos a la tarea de crear un blog, en el que los distintos integrantes de la página, fuésemos enviando los cuentos más representativos de cada uno de nuestros países, y desde luego los más representativos de nuestros recuerdos literarios. Seguro surgiría una colección muy rica y variada desde todas las nacionalidades. 

En este sentido recordar solamente cuatro cuentos que me asombraron y que cada vez que vuelvo a ellos siguen asombrándome, y que por lo menos habré releído una treintena de veces.

-Es que somos muy pobres, de J. Rulfo

-Continuidad de los parques, de J. Cortázar

-El hombre de la esquina rosada, de J. L. Borges

-El gato bajo la lluvia, de E. Hemingway

¿Algún método o proceso para escribir tus historias?

El proceso es un continuo ir y venir de la historia dentro de mi cabeza. A veces algunas frases o la lectura que sirve de disparador y que apunto en cualquier parte, antes me llenaba la bata de papelitos, acumulándose las frases o las ideas. En ocasiones auténticos sinsentidos que dan vueltas y vueltas dentro de mí, y que en no pocos casos lo han estado durante meses o años. Inventándose y muriendo, reinventándose, y resurgiendo de las cenizas como inquietas y vivaces aves fénix. Hasta que un buen día, habitualmente una madrugada de fin de semana o una trasnochada, fluyen desde su escondite hasta la página en blanco de la computadora. Y entonces viene la otra parte del asunto. Una vez volcada la historia, releo y corrijo una y otra vez hasta transformarla. A veces no queda nada de la idea original y se convierte en otro cuento. En este sentido uno de mis problemas radica en que cada texto sufre mis constantes lecturas y con estas, la inevitable corrección. Al final de los finales, cuando creo que ya está listo, acostumbro leerlos en voz alta. Y si me llenan el oído. Entonces los suelto. Los dejo ir a su paso y por su rumbo. 

He tenido frases completas que las pongo en uno y en otro cuento, sin que se hallen en ellos, hasta que un día se acomodan en un texto a veces sin sentido, y parecieran haberse estado esperando entre ellos. Encajan justo uno en el otro.

¿De dónde te nutres para escribirlos?

Esencialmente de los recuerdos, aclarando que son ficciones alimentadas desde la nostalgia, y no necesariamente autobiográficos. Pero allí me reconozco en mis pueblos, Yajalón y Salto de Agua. En las aguas del Tulijá. Las calles de Tuxtla. En la casa en Berriozábal. En los amigos y en los desvelos. 

Son historias cotidianas que les suceden a personajes cotidianos. 

Son chispazos de locura que invadieron sus vidas. Tomo de mi memoria autobiográfica detalles que emocionalmente me impactaron, en la medida en que las voy trayendo del pasado, voy pintarrajeando en ellas alucinaciones y reinterpretaciones que le den un sentido distinto al original. De tal manera que dejen por fin de ser recuerdos, y se transformen en sueños, en mentiras creíbles, en historias verosímiles, en fin, en cuentos. 

Es un poco volver a contar la historia que escuchábamos de sobremesa, cuando la mamá hacía un alto sirviendo la comida, y empezaba aquello: dicen que fulanita de tal está preñada...

Y que todos, dejábamos a un lado la comida y esperábamos a que cayera la historia.

Háblanos de los derechos de autor

Sí, mi primer libro registrado es un poemario llamado Cantos de Hospital.

Una colección de treinta y seis poemas en verso libre, en donde abordo angustias y alegrías en torno a mi actividad como médico cirujano. Sin duda el más personal de mis libros. Los otros cuatro libros registrados son colecciones de cuentos con los siguientes títulos:

Cuentos y relatos de dulce, de chile y de manteca.

Le juro que fue la luna, y otros cuentos

Hartazgo de ciudad, y otros cuentos y relatos breves

No salgas niña a la calle, y otros cuentos. 

Y en breve el quinto y el sexto preparados para su registro. Uno de ellos Aromas de café, ya listo.

En total, algo así como cuatrocientos cuentos escritos. Y sobre todo, rescatados de las pavorosas tijeras que me persiguen y que, con saña desmedida, se han encargado de enviar a la basura real y ahora digital, una gran cantidad de relatos. Por allí se habrá marchado algún triunfador que no pasó la prueba de mi autocrítica. Y sin duda se habrá colado alguno que no se lo merece, lo que no sabe este inocente es que, en cualquier momento, la tijera hará su trabajo.

Para  cuándo esperamos una próxima publicación?

He sido de una paciencia muy particular, en su momento he tenido ya la oportunidad de publicar artículos médicos en revistas de la especialidad, y de haber participado en la coautoría de un libro de sesenta y siete capítulos, sobre patología del Hombro, así como el haber colaborado con algunos capítulos en dos libros más.

Esto lo menciono porque el gusanito de publicar está resuelto. En mis planes a corto plazo está el de concluir mi etapa de Cirujano y entonces volcar toda mi energía a mi faceta de escritor, y muy concretamente de escritor de cuentos. Justo en ese tiempo espero trabajar en mis proyectos de publicación.

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