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Por: Lissette Ambrosio Rivas

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MILOS DE AZAOLA

Miembro del grupo poético DiVersos, he colaborado en revistas como El Coloquio de los Perros y Ágora, papeles de arte gramático, y en blogs como El Espejo Gótico.  Ha publicado un poemario, "Geografía del corazón" (Emooby, 2011), y una novela, "El Grial de los Vampiros" (Sven Jorgensen, 2014).  Actualmente redactor de los magazines digitales In-Mediatika y Culturaca, donde ejerce de bibliófago y arqueólogo musical.

¿Desde cuándo sentiste la necesidad de escribir?

Pues casi desde que tengo uso de razón. Vengo de una familia de escritores, editores y traductores, así que en casa siempre he estado rodeado de libros. A los ocho años creé mi propio periódico, para el que redactaba noticias que me inventaba de cabo a rabo, y unos años después me dio por escribir un folletín por entregas. Podría decirse que lo llevo en la sangre.

¿Te dedicas a escribir de manera profesional o por hobbie?

Escribo porque no podría concebir la vida sin la escritura. De hecho, creo que escribimos para sobrevivirnos, entre otras cosas. Para mí la literatura no es una profesión ni un hobby, sino algo que va más allá de todo eso, una suerte de necesidad existencial. Si además gano algo con mis libros, pues bienvenido sea. Pero soy consciente de que vivir de esto es complicado. Para eso hay que ser un autor de best-sellers o algo así, y no es mi caso.

¿Te atraen los temas vampirescos y las noches góticas y tenebrosas?

Me atraen tanto que me vi impulsado a escribir una novela sobre el tema. La del vampiro es una figura fascinante, compleja y llena de simbolismo, a menudo mal comprendida. En el fondo, los vampiros se esfuerzan por unir los dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, que nosotros nos empeñamos en separar. Vienen para recordarnos que no se puede vivir sin la muerte, que no hay día sin noche. Y tal vez para decirnos que la muerte no es el fin, sino el principio de otra cosa. Como pasa con todo lo que viene desde el otro lado, hay dos reacciones ante esto: la atracción o el rechazo. Por eso los vampiros levantan pasiones.

Si tuvieras que nombrar un libro con el que te identificas, ¿cuál sería?

Tal vez “El Palacio de la Luna”, de Paul Auster. Cuando lo leí por primera vez, siendo un adolescente, me sentí bastante identificado con el protagonista, un joven soñador que andaba perdido por la vida. Aunque no ha sido el único libro con el que me ha ocurrido eso, sí ha sido el que me ha dejado una huella más profunda y duradera.

¿En cuántas actividades literarias participas en la actualidad?

Ahora formo parte de un grupo de poetas de Palencia, llamado DiVersos. La idea es llevar la poesía a la calle. Realizamos actos poéticos de todo tipo, desde improvisaciones en plazas escondidas hasta regalar flores con poemas en floristerías. Me siento como un guerrillero dadaísta o algo por el estilo. 

Estás escribiendo poesía ahora, me puedes decir en pocas palabras lo que piensas al nombrar POEMA.

Un poema es un telegrama del alma.

Háblanos de tus planes literarios futuros.

Procuraré terminar alguna de las historias que tengo empezadas. Estoy intentando escribir una novela ambientada en el mundo de los sueños. Muchas de mis historias se me ocurren en sueños, y llevaba un tiempo queriendo escribir sobre la vida onírica de un escritor, pero no es fácil… También he empezado una historia ambientada en el más allá, sobre un tipo que descubre que está muerto, y lo que se encuentra al otro lado… Todavía no sé cómo va a terminar, pero no voy a esperar a morirme para averiguarlo. En el fondo son dos historias parecidas, pues Muerte y Sueño van cogidos de la mano, como ya sabían los griegos. Como me descuide, al final me sale una trilogía.

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