Ella estaba ahí, con su imagen exultante de mujer amada.
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿años? ¿siglos? ¿un tiempo sin medida?
Cómo saberlo, si parecía como si saliera de un profundo, indescriptible, inmensurable sueño.
Todo parecía la más negra noche nunca vista. ¿Por qué estaban ausentes las estrellas?
¡La había vuelto a encontrar!
Quiso entonces tocarla, acariciarla, besar mil veces.
Mas su boca no tocó la amada boca y sus brazos se hundieron en la noche sin estrellas.
Supo entonces que los dos estaban muertos.