Me enviaron a una misión y no recibiría ayuda. Soy ambicioso y acepté.  Ya no llevo la cuenta del tiempo transcurrido en la Tierra. Recuerdo eso sí, que descendí cargado de soberbia.

En mi planeta pertenezco al tercer rango superior, y fui elegido directamente por nuestro líder para esta misión. Mi cuerpo es una masa de gran energía cinética con la cualidad de transmutarse, dependiendo de la necesidad del momento, en cualquier especie. Ahora soy como un ser humano, apariencia elegida por mis superiores y extraída de la imagen de un anuncio publicitario. Soy un hombre, parece ser que atractivo para las hembras de este planeta, algo que a mí especialmente me perturba, pero es lo más adecuado dada mí situación.

El objetivo principal de mi trabajo es encontrar un procedimiento para erradicar la extinción de la especie humana. ¿Altruismo? No. En mi planeta los necesitamos como obreros, su estructura y fuerza en un futuro nos permitirá realizar diversos dispositivos mecánicos a gran escala.

Los primeros años recorrí el planeta de país en país aprendiendo sus lenguas. Recogí  información de su apareamiento y reproducción, de la actuación de sus sociedades tribales y   sus grupos religiosos.  Me sorprendió, y sigue sorprendiéndome, la belleza de sus tierras y mares, las diversas especies de seres vivos que los habitan. Pero no entiendo la insistencia de la especie humana de deshacerse de todo lo bello. Son la especie dominante y quizás el problema de que el planeta muera un poco cada día. Muchas veces pienso si todas las especies dominantes cometemos el mismo error, vivimos y actuamos en el presente sin pensar en el futuro. Pero este no es mi trabajo, es el de los lideres.

Durante años he pasado información a través de mis ojos, a los que han implantado un sofisticado chip que funciona  como una videocámara. Pero los rayos del sol me han dejado casi ciego, algo imprevisto, por lo que mientras no regreso con los míos  los protejo con unas lentes de color. Mi energía se está apagando. La comunicación con mi planeta se interrumpió bruscamente  y son cinco años los que han pasado sin recibir señal alguna. Creo que me han abandonado, ya que si no fuera así buscarían cualquier medio para ponerse en contacto conmigo. Continuamente me pregunto: ¿Por qué? ¿En qué he fallado?

 Me siento culpable pensando en que errado y lleno de ira por no entender la causa de éste silencio. Al inicio de la incomunicación desesperado sin saber qué hacer, abandoné la forma humana y adopte la de un halcón. Durante un tiempo habité en las montañas  ahorrando energía. Sin embargo algo en mi interior ya nada era igual. Ahora ansiaba la convivencia con los humanos. Me agradan y son fuente inagotable contra el aburrimiento: excéntricos, pedantes, humildes, soberbios, malvados, bondadosos, ineptos, crueles, egoístas, sensibles, pacíficos, podría estar enumerando infinidad de características.

Mi pasión por ellos comenzó poco a poco, el principal objetivo de mi misión se esfumaba. Una idea constante bullía dentro de mí transformándose en una ilusión,  una quimera, esa fantasía que se piensa que puede ser posible: La de protegerles, defenderles de sus propios congéneres, de otras especies planetarias que llegan de vez en cuando con una misión parecida a la mía.

Diariamente recorrí las calles esperando el surgir de algún acontecimiento. Y aparecieron: atracos, robos, peleas y el montón de líos que se traen éstos seres. Impedí, medié, intercedí y acabe siendo un líder callejero. Entre ellos hablaban de mis éxitos, sus vigilantes policiales quisieron entorpecer mi labor, según ellos la justicia no se toma por la mano. Acabaron dejando que siguiera en mi labor, en el fondo era una ayuda y miraron  a otro lado. Me han convertido en un héroe local gracias a mis hazañas, como ellos las llaman. No saben de mi apariencia real, huirían de mí.  A los humanos más afines les he enseñado una escritura de signos, que solo ellos y yo sabemos descifrar,  así me dejan recado cuando necesitan ayuda en lugares elegidos por mí. Desconocen que están aprendiendo los signos de mi planeta.

Hemos hecho sin querer un intercambio de necesidades. Yo intento hacer realidad mi quimera. Ellos obtienen, la podemos llamar por lo de ahora, ayuda.

Hay momentos en que vuelvo a ser aquél soberbio  ambicioso y entonces también regresa la necesidad de volver a mí planeta. Presiento que mi tiempo se acaba más aprisa de lo debido ¿Qué harán los humanos cuando ya no pueda ser como ellos creen que soy?

Antes de que llegue ese momento, a pesar de mi apego a los humanos, quisiera regresar a mi planeta e informar al supremo que he fracasado en  la misión.