Eran las 23.30 hs. todo estaba en penumbras; sólo por instinto recorría el
pasillo que la separaba de la sala RAN . Le extrañó no ver a Horacio
limpiando, pero él era así, nunca se sabía bien por dónde estaba,
generalmente aparecía de golpe haciendo que el corazón latiera más fuerte
por el susto, pero con su simpatía, todo volvía a la normalidad.
Siguió caminando. Con la tarjeta magnética abrió la puerta. Le dio trabajo, ya
hacía dos noches que se le trababa y abría con dificultad----“ voy a tener que
pedirle al Director que me la cambie, pero tengo que esperar, no puedo ir ante
Ballesteros con este problema… no por ahora---- pensó María Ruth.
María Ruth Rivoira tenía 28 años, era analista microsófica en señales
encriptadas de software, la mejor del país y una de las más importantes de
mundo .
Siempre se quedaba a trabajar de noche porque a esa hora había poco
personal y podía hacerlo tranquila, sin interrupciones.
La sala estaba vacía, semi oscura, sólo la iluminaba las pantallas de las PC
con sus cursores titilantes. Tomó la silla más cómoda y se sentó frente a la
computadora más completa y veloz. Prendió un cigarrillo disfrutando de
hacerlo luego de un día de trabajo e introdujo la clave que le permitía acceder a
los archivos secretos.
Mientras la clave recorría el interior de la PC buscando su acceso positivo,
echó una bocanada de humo haciendo círculos en el aire; su mente comenzó
a dispersarse y a recordar el día que entró a trabajar en el Servicio de
Intelingencia del estado.
Ese día llovía copiosamente, pero había sido citada por Ballesteros a las 9
hs. y a esa hora estaba ahí. Le había pasado de todo; se le rompió el auto,
no conseguía remis, y por último, el viento le había volado el paraguas.
Pero a las 8.45 hs. entró erguida, firme, con absoluta desenvoltura y “mojada
hasta los huesos”.
Luego de una entrevista que duró casi dos horas, ya era personal del
Servicio en el Sector Informático, como Jefe del mismo, en un sub- grupo
llamado A.I.P. (Acceso a Informaciones Privadas).
El click del sistema la volvió a la realidad, apagó el cigarrillo y pulsó Enter. La
pantalla comenzó a llenarse de nombres, datos, números, direcciones. Su
trabajo específico consistía en resguardar la identidad de las personas cuyas
vidas habían corrido peligro por ser testigos claves de grandes sucesos, casi
todos ellos de corrupción, asesinatos y crímenes económicos.
Hacía un seguimiento de los mismos a través de los Satélites del A.I.P. , de
manera que conocía todos sus movimientos, sus amistades, sus
conversaciones, sus trabajos, pues este satélite era uno de los más
sofisticados del mundo, cuyo alcance era conocido sólo por el Servicio Mayor;
era un secreto tan celosamente guardado que sólo Ballestero y ella conocían.
Mientras desencriptaba nombres y direcciones le pareció que algo faltaba,
sin precisar qué. Se prometió que al día siguiente haría un control exhaustivo
de los mismos.
Siguió trabajando; cuando miró el reloj eran las 3 de la mañana. Cerró la
computadora y se puso de pie para salir de la sala.
Luego de hacer unos pasos le pareció como que sus pies de pegaban en el
piso, miró hacia abajo y quedó horrorizada, estaba caminando sobre un charco
de sangre.
Lanzó un alarido y quedó dura, el miedo la inmovilizó. No sabe cuánto tiempo
pasó hasta que sintió que venían corriendo por el pasillo; bruscamente la
puerta se abrió y entró personal de seguridad que debió estar siguiendo lo
sucedido a través de los monitores.
Prendieron las luces y ahí, detrás de la fila de P:C. del medio, tirado en el
suelo, estaba el cuerpo sin vida del querido Horacio, con un tiro en la frente.
La sacaron de la sala y la llevaron al Salón Global. Mientras tomaba el café
que le sirvieron para tranquilizarla apareció Ballesteros. Su preocupación era
evidente, su mal humor también.
Quiso saber si había notado algo raro esa noche; si alguna computadora
estaba prendida; pero ella había visto las que estaban en su fila y nada fuera
de lo normal le llamó la atención. Ballesteros la mandó a su casa.La
custodiaron hasta que entró en ella.
Cuando se bañaba le seguían temblando las piernas. Se secó, se puso su
bata raída y se sentó en su sillón favorito.Prendió un cigarrillo y empezó a
recordar todo lo sucedido, las palabras de Ballesteros resonaban en su
mente…”¿no vio nada raro? “…. No, no había visto nada, sólo le llamó la
atención no encontrar a Horacio, pero ese no era un detalle importante, pues
no siempre estaba.
Sintió que la cabeza le daba vueltas, ya no podía pensar más, sólo se le
aparecía el cuerpo de Horacio bañado en sangre. Poco a poco comenzó a
hacerle efecto el tranquilizante y se quedó dormida en el sillón.
Era temprano cuando despertó; el sol apenas iluminaba su cuarto, comenzó
a desperezarse cuando de pronto recordó; recordó todo lo sucedido la noche
anterior. Se cambió, desayunó frugazmente y salió corriendo. Quería llegar
pronto para hablar con Ballesteros… para saber qué novedades había.
Presentó su credencial y entró, iba directo al Despacho de su jefe, todo
parecía normal; no había caras preocupadas ni gestos tristes, parecía como si
nada hubiese pasado.
Golpeó a la puerta, pese a no obtener respuesta entró igual, no había nadie en la Oficina. Sus ojos recorrieron todo el recinto y chocaron con un panel de
claves encriptadas; se acercó lentamente y ahí estaba su Código de Acceso, y
si bien nadie sabía de encriptamientos, era un peligro que estuviera tan a la
mano de cualquiera.
Salió rápido, no quería que el Jefe la viera sola en la Oficina. Caminó
buscándolo hasta que lo vio en la Oficina Ran. Cuando entró se percató que
todo estaba limpio, era como si ahí no hubiera pasado nada. En un rincón,
frente a una computadora de celdas invertidas estaban Ballesteros
junto a Juan Ignacio, el más joven de los programadores. “Juancho”, como
todos le decían, tenía conocimientos muy específicos en el área de los
enigmas.
Había sido un hacker desde muy pequeño, era éste, un secreto a voces.
María Ruth se acercó a ellos, cuando Ballesteros la vio, le hizo un ademán para
que lo siguiera hasta la cocina del piso. Pase ud. ---dijo el Jefe---, ¿se acordó
de algo? No, dijo María Ruth, pero de pronto agregó……..¡ESPERE!...cuando
anoche entré al programa me pareció que la lista “P:U:” (Personas
Reubicadas) era más corta; pensé que hoy la controlaría, pero recién ahora
me acuerdo de ello.
El Jefe palideció; se puso de pie de un salto derramando el café que estaba
Tomando,_¡por favor!, _ dijo, controle urgente lo que dice y me lo informa
Inmediatamente. Así lo haré dijo María Ruth y salió presurosa hacia la sala.
Ya en ella tecleó su clave, pulsó enter y esperó. De pronto su acceso estaba
permitido y comenzó a trabajar, al cabo de un rato sus manos comenzaron a
transpirar y un frío recorrió todo su cuerpo.
Apagó el sistema; volvió a prenderlo y retomó todo nuevamente, alentaba la
Esperanza de un error, pero no fue así, todo seguía igual. Cerró y salió
corriendo hacia la Oficina de Ballesteros. Ni siquiera golpeó la puerta para
entrar ---Jefe---- dijo, faltan datos encriptados, sacaron del sistema todos los
registros de la letra “L”.
Ballesteros se desplomó en el sillón, me miró con sus ojos acerados y
gélidos y preguntó--- ¿Está usted segura?----- si, si, dije. Sin lugar a dudas.
¿Cómo pudo suceder?--- ¿en qué momento entraron en su sistema?’ ¿Quién
más conoce su clave de acceso?
Eran todas preguntas sin respuestas; mis pensamientos giraban
vertiginosamente. Traté de analizar minuto por minuto las tres horas y media
que estuve ahí…”llegué, encendí un cigarrillo, prendí la computadora y me
metí de lleno dentro del programa; trabajé hasta las 3… ¿qué más hice?,
¿de qué me olvido?.... ¡DIOS MIO!, ya se…¡ fui al baño! Aproveché cuando
estaba cargando el programa de consecuencias subyacentes para ir; ¡pero
fueron sólo cinco minutos!, ¿qué hora era?’…. hizo un esfuerzo sobrehumano
para recordar y lo logró, cuando introdujo el Programa Master eran las dos de
la mañana.
¿Qué sucedió en esos cinco minutos? Tomé mi celular y llamé al Jefe
mientras iba a su encuentro; lo puse al tanto de lo sucedido y me pidió que me
encontrara con él. Nos reunimos en una sala de terminales ciclópeas de última
tecnología.Junto a Ballesteros había dos hombres que no conocía y
que luego de hacerme preguntas por espacio de media hora me ordenaron
sentar frente a una de las terminales y me dijeron que entrara al sistema A:I:P:
(Acceso a Informaciones Privadas), miré al Jefe y éste con un ligero
movimiento de cabeza asintió al pedido, pero les pidió que no miraran cuando
introducía la clave de acceso.
Una vez en el sistema buscamos la duplicación de los datos de las personas
reubicadas de la letra “L”, se imprimieron sus datos, lo pusieron dentro de un
sobre de amianto y éste a su vez en un ataché de aluminio. Lo cerraron con
llave y sin decir palabra alguna se fueron, llevándoselo.
Ballesteros me miró y me dijo…..”Tómese una semana de licencia. Por su
Bien, no hable de esto con nadie; acá no ha pasado nada. Buenos días…”
Llegó a su casa con un sabor amargo en la boca, se sentía inquieta,
malhumorada, impotente, quería salir corriendo pero se limitó a dar un baño de
inmersión; necesitaba relajarse y tranquilizarse.
Salió del baño, se tomó un tranquilizante; se puso su remerón preferido y se
acostó en el sofá. Prendió el televisor y luego de un rato de mirar sin ver, se
quedó dormida.
Tuvo terribles pesadillas y en todas ellas veía a Horacio llamándola,
pidiéndole auxilio. Se despertó sobresaltada. Le pareció que golpeaban, su
corazón comenzó a latir fuertemente, se dio cuenta de que tenía mucho miedo,
pero aún así se dirigió a la puerta, miró por la mirilla; parado detrás de la misma
estaba Daniel, su novio desde hacía ya dos años.
Abrió asombrada… ¿qué hacía Daniel a esa hora en su departamento?... luego
recordó que estaban citados en la inmobiliaria para ver una casa…”la futura
casa de sus sueños”.
No quería ir, no estaba de ánimo, peo no podía decirle la verdad a Daniel.
Argumentó un fuerte dolor de cabeza y acordaron una cita para otro día.
Daniel estuvo con ella hasta el día siguiente. Cuando quedó sola volvió la
pesadilla…. “¿Quién mató a Horacio, y por qué?
Cerca del mediodía había entrado en pánico. Llamó a Daniel al celular,
estaba en el centro, le pidió ir a su casa y esperarlo, pero no quiso. A María
Ruth le molestaba que Daniel nunca la llevara a su casa, pero muy en el fondo
le venía mejor porque tenía poco tiempo para estar juntos y era mucho más
cómodo que él la esperara en su casa cuando llegaba de trabajar. Le
preparaba el baño, la comida, y ella agradecía íntimamente su discreción ya
que muy pocas veces le preguntó de su trabajo, de sus horarios, de sus
compañeros.
Salió a caminar. Cuando se dio cuenta le dolían tanto los pies por todo lo
que había caminado que tuvo que sentarse; llamó a un taxi para volver a su
casa, eran las 14 hs.
Cuando estaba pagando al taxista le pareció ver una sombra que cruzaba su
ventana. El corazón se le encogió, subió lentamente las escaleras que la
llevaban a su Departamento. Abrió la puerta despacio y dio un suspiro de alivio:
era Daniel, estaba en su escritorio. Le dijo que vino porque la notó asustada y
le estaba acomodando el escritorio, porque según él, era un “zafarrancho”.
Le dolían tanto los pies que cerró con llave y se desplomó en el sillón. Daniel
tenía la mesa servida… ¡le agradeció tanto su comprensión!; él nunca
preguntaba. Ahora por ejemplo no le preguntó por qué no estaba
trabajando.María Ruth pensó en su interior: “Es el hombre ideal”…
Cuando despertó eran casi las seis de la tarde; encontró una nota de Daniel
donde le dejaba un beso y le decía que faltaría dos días por cuestiones de
trabajo. Esto la angustió pero ya estaba acostumbrada a sus ausencias.Fue a
la puerta y le puso doble cerrojo.
Comenzó a leer un libro de Concatenamientos Eventuales, pero no pudo
concentrarse. Se dedicó a preparar comida; esto siempre la distendía. Con la
cantidad que hizo podría abastecer a toda una familia, pero no importaba, total
ella no tiraba nada, todo lo que sobraba iba al freezer y luego la sacaba de
apuros.
Comió vorazmente; roció su comida con un exquisito cavernet privado que
le habían regalado y lo cuidaba celosamente. Casi instintivamente fue a buscar
una película; prendió el DVD e introdujo “Sexto Sentido”, la había visto como
cuatro veces. Era la preferida de Daniel y de ella. No pudo terminar de verla,
apagó el aparato y se fue a dormir; no se encontraba bien en ningún lado.
Se levantó a las siete y puso el informativo. Estaban pasando un amplio
informe sobre las Papeleras y sus consecuencias por la polución ambiental; de
pronto aparece una noticia de último momento, rezaba…”MASACRE EN
CALCHAQUI”, explicaba de que habían encontrado en el domicilio de calle
Maipú 927 de Calchaquí, pcia, de Santa Fe, a toda una familia brutalmente
asesinada. “El señor Juan Carlos García, de 58 años de edad, empleado
administrativo de la Empresa “SANTA FE AL NORTE “, su esposa
María del Rosario Clark y los hijos del matrimonio, Juan José de 24 años,
Emilia de 20 años y Mariano de 17 años habían sido asesinados de un tiro en
la nuca.
Este quíntuple asesinato tiene todas las características de un crimen
mafioso---seguía explicando el periodista---- y tiene consternada a toda una
ciudad que apreciaba al matrimonio García pese a no ser oriundos de la
ciudad.- Pero desde que llegaron, hace de esto 8 años—comentan los vecinos
-- se integraron perfectamente a la comunidad, siendo además un ejemplo de
familia.
María Ruth sintió que se descomponía. El aire le faltaba en sus pulmones; su
respiración se transformó en jadeo y sus ojos miraban la pantalla donde veía
que hablaban pero sus oídos se habían cerrado y no escuchaba nada.
De pronto reaccionó ante el sonido insistente del teléfono: se precipitó sobre
él; era Ballesteros, sólo le dijo……¡venga!
Salió corriendo, a los quince minutos ya estaba golpeando la puerta de
Ballesteros, desde adentro retumbó una voz que sólo dijo……¡adelante!
Le tengo malas noticias---dijo el Jefe---- Sí, me acabo de enterar por la tele
le dijo María Ruth---- ¡es terrible! ¿Cómo pudo suceder?.... ¿Qué hacemos
ahora?...
Nada, dijo Ballesteros, ya todo esta resuelto. Logramos identificar y capturar
a los asesinos, ya los están trasladando hasta acá.
Por favor, Jefe, cuénteme qué sucedió…
Está bien, siéntese y escuche bien.
Como ud. sabe, Juan Carlos García era el Contador Público Nacional ,
Alberto Loretto. Gracias a sus declaraciones logramos detener, procesar y
enviar a la cárcel, de por vida, al capo mafioso Giovanno Manfredi por tráfico y
venta de drogas, como así también por tráfico y trata de blancas. Un verdadero
asesino y símbolo de la corrupción y de la impunidad, que no se hubiera
podido mandar a prisión si no declaraba su contador y hombre de
confianza……..¿ me sigue?
Si jefe, pero ¿qué tiene que ver Horacio en todo esto?
Nada, absolutamente nada; Horacio estuvo el día y la hora equivocada en el
lugar equivocado.
¡No entiendo!
--Le explico---- Cuando usted. comenzó a trabajar esa noche, Horacio estaba
limpiando el piso superior, pero como ya había pasado su horario,
presumiblemente el asesino pensó que ya no estaba.El mismo hacía dos días
que estaba tratando de entrar para acceder a los archivos de la computadora,
eso lo descubrió nuestro personal ya que el sistema de entrada estaba semi
dañado. Supongo que no le corría fácilmente la tarjeta como otras veces,
¿verdad?
Tiene razón pensó María Ruth, hacía unos días que no le era fácil abrir la
puerta. Pero nada dijo, sólo siguió escuchando….
El asesino tenía un cómplice afuera que le había informado que Usted estaba
trabajando, y a esa hora todos sabían dónde encontrarla. Es por eso que el
asesino se escondió esperando que usted.se fuera; cuando vio que iba al baño
ingresó rápidamente, todo lo tenía servido, sólo se limitó a imprimir la lista que
necesitaba.
Pero ahí empezaron los problemas ya que apareció Horacio y lo vio; al no
poder explicar de su estancia ahí, sólo le quedó matarlo… tenía un revólver
con silenciador.
Temiendo de que volviera del baño no pudo deshacerse del cadáver, es por
eso que sólo tomó la lista, puso la pantalla como usted. la había dejado y
escapó……..¿entiende?
----Sí, dijo María Ruth, pero si yo no estaba,¿ cómo hubiera logrado ingresar al
Sistema si de “ninguna manera” podía conocer mi clave de acceso?
---- ¡Gran error señorita! , ¡gran error!….. él tenía su clave de acceso….
--- ¿Cómo?, ¿ Qué está diciendo? , si sólo yo la se de memoria y por las
dudas la tengo en un cajón del escritorio, pero de “mi casa”, y encriptada.
---Sí, ya lo sabemos;, pero de SU casa salió la clave.
--¿De mi casa?,…¿Qué me está diciendo?.... no entiendo…. ¡yo no soy
culpable de nada!
No, por supuesto. Tranquilícese. Lo que tengo que decirle no es muy fácil, pero
debo hacerlo.
El asesino es Juan Ignacio y su cómplice es Daniel, su novio.
El mundo comenzó a girar, todo le daba vueltas, no entendía lo que el Jefe le
estaba diciendo… ¿Juan Ignacio?..... ¿Daniel?...¿ qué podían tener que ver
ellos en esto?
Me doy cuenta de que no entiende nada, es aceptable, no es fácil la
situación, pero Juan Ignacio y Daniel son hermanos, y el verdadero apellido
de ambos es Manfredi.
Todo esto se trata de una venganza, mataron al padre y a toda la familia del
que mandó preso a su padre.
…Pero, ¿y Daniel?.... ¿su amor?....¿sus promesas?.... ¿el futuro que
proyectábamos juntos?.... ¿nada fue verdad?....¿sólo fui para él el instrumento
utilizado para lograr su fin?....¿ dominó mi vida durante dos años, sólo por una
venganza?
Ballesteros me miró y dijo ------ Según Voltaire….”La pasión de dominar es la
más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano…”.
Retírese María Ruth, tómese hasta el lunes, y cuando vuelva… trate que
esto sea sólo una puerta cerrada y un mal trago agotado. La vida sigue.
Y recuerde muy bien que toda experiencia siempre nos deja una enseñanza.
Piense usted…. ¿qué aprendió de ésta?
ZAIDENA- Enero del 2007