A UNA AMADA ENAMORADA

Este texto es un homenaje a aquellas mujeres que con su amor nos rescatan del infierno, nos permiten sobrevivir o resucitar, cuando nuestras esposas o compañeras, se convierten en excelentes amigos pero con senos, al desaparecer la magia de la pasión y la cotidianeidad se transforma, en un mare de hastíos y desencantos.

Dedicado a mi amada amante y a una amiga muy especial de las redes NING.

 

Mi corazón es una colcha de retazos

de emocionante recuerdos y dolorosos desencantos

Una noche de amor siempre me resucita, me reencarna

 

Mi canto es el recuerdo renacido

de los tormentos incandescentes de mis pecados

Es el licor del cántaro que degusto

para sobrevivir en el infierno

 

Tu mirada me susurró palabras de amor

con el jadeo lascivo de tu ardoroso boca

La demencia de tu bestial pasión

me sedujo al rincón de tus ansias

con el temblor desesperado de la avidez

y los gritos de los latidos de tu cuerpo

 

Bastó un fósforo para encender las llamas

Se derramó el pudor como un cántaro de vino caliente

sobre la desnudez de nuestros encaprichados cuerpos

Nos fundió la fuerza voluptuosa

de los lengüetazos y su saliva ígnea

Una lluvia de mimos salvajes me estremeció

Libó tu mirada el néctar lascivo de la enardecida entrega

 

Con caricias transformaste en ríos de lava mi sangre

Besé tus párpados, tu nariz, tus labios y tus pechos

mientras te estremecías como los rizos de los vellos del viento

Tu cuerpo era la cascada de un volcán de fragancias

Una avalancha de suspiros y fuegos de una vaca loca

 

Compartimos entre las penumbras

las delicias furtivas de la impaciencia

Reímos con el eco del canto amoroso

que llegaba vagabundeando desde la distancia

cuando la pasión consume a otros amantes

en las hogueras de sus amorosas madrigueras

 

Éramos dos infortunadas almas embelesadas

huyendo de los pregonados fracasos amorosos

Convertimos la realidad de nuestras locuras

en el frenesí de un océano de placeres purpúreos

 

Adheridos por el embrujo de las jineteras pieles

dejamos volar la imaginación de nuestros sentidos

El sudor de mi cuerpo se hundió

dentro del olor ansioso de tu carne

Me refresqué con la sed del rocío

de las redondeces lúbricas de tus senos

Temblaban las alertas de tu nariz

como los reflejos de los músculos de tus piernas

Nos besamos, nos tocamos y nos recorrimos

Desencadene un rosario de besos carmesíes

desde los pies hasta tu frente

¡hasta alcanzar el apasionado orgasmo!

 

Libidinosa y tentadora, cobijaste mi cuerpo

con el imaginario demente de tu incontinente piel

Acaricié con intensidad tus fascinadores pechos

Absorbiste toda la carne de mi alma

con la hambruna de los sensuales mordiscos

Llegamos más allá de los presagios

y sonrojamos a la luna con nuestras sombras

 

Te abrigué con mi sombra dulce

y consentí con hercúleas caricias

Te embriagaste con la savia vigorosa

de las milagrosas pequeñas muertes

Pendulabas de mi boca a mí bajo vientre

cual colibrí enajenada por el olor del polen

De rodillas besabas mi abdomen y mi sexo

y una vez más, ¡mi esencia sació tu sed!

 

Gozamos de los deliciosos planos imponentes

y de la sensualidad de la carne caliente

Besé tus nalgas y el fuego de las arenas de tu ingle

Te abriste a mis ruegos mundanos

como las piernas de una fruta madura

Penetré el umbral de tu pletórico genital

cual saetas de una lluvia de estrellas

Profundice sin pudor, más de muchas veces

al cuerpo entregado al pagano ritual

Rugía tu aroma de hembra cual antorcha

Acribille con anhelo embriagado tus entrañas

Me alucinó el sentirme dentro de ti

como si fuera carne de tu endiablada carne

 

Deslumbre tus silencios adormecidos

por las embestidas efusivas del fuego

Tu dichosa y juguetona cadera jinetera

se desbocó cual estela de espuma y fatalidades

Los sensuales espasmos nos ensamblaron

en un océano astral de explosiones

El temblor de tu sexo me estremeció

como una desesperada canción de amor

Me embriague con el mosto maduro

de la garganta de tu cuerpo idolatrado

Me amamante como un nene

con la dulce miel del ensueño

 

No sé si busqué destinos o el elixir de las llamas

entre la hojarasca de tu follaje ruborizado

Tu pubis fue un rincón de fuego

querencia íntima de silencios telúricos

Tu cuerpo infatigable sólo descansó

hasta alcanzar la cima del refulgente éxtasis

El cansancio abandonó mi barca de pecados

a merced del reflujo de tus delirantes mimos

 

Comprendiste y complaciste mi hambruna de hombre

Se secaron las lágrimas doradas de gozo

La pequeña muerte nos alejó del ritual del fuego

y de la fandanguillo de las demenciales sombras

 

En una noche vivimos los momentos más hermosos

¡La magia demencialmente loca de inolvidables instantes!

Nos gozamos todos los frutos prohibidos

Nos despojamos para siempre de tabúes y miedos

Vivimos la realidad de los sueños eróticos

cuando en la distancia las circunstancias

se ponían en contra nuestra con obsesión

Vivimos la liberación de nuestras almas

de esas absurdas cárceles como son los talegos de pecados

 

No dejamos pasar la noche en vano

pensando de lo que sería de nuestro amor

después de estos ardorosos instantes

Mis ojos conservaron el camisón de tus recuerdos

y el aroma sutil de la exótica belleza

que me enloqueció cual palmera caribeña

Vivimos la magia de la desnudez de las horas

¡Hasta escuchar el canto sombrío del amanecer!

 

Héctor Cediel 2011-02-25