No es príncipe azul con rosa en una limusina blanca, de 'Pretty Woman',  Richard Gere ahora es algo diferente

En Truman. El hombre que lo conseguía todo -un intento por traducir el subtítulo de tintes épicos The Moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer-, Gere interpreta a un «santo idiota», en sus propias palabras, de aires chaplinescos o a lo Peter Sellers.

Un Richard Gere desacostumbrado, que desde que se puso en la piel de un homeless en las calles de Nueva York sin que nadie le reconociera -en la cinta Invisibles de 2014- opta sobre todo por papeles que le supongan un «desafío». 

«En hindú, la palabra actor significa marioneta. Los actores pueden encontrar criaturas en las que meterse, es la alegría de encontrar un nuevo personaje. Y éste es un personaje completamente original, incluso en la página. El guión me cautivó. ¿Quién era Norman? ¿Cómo podía interpretarlo? No sabemos nada de él: ni dónde vive, ni si tiene familia, ni si es gay... Pero esas preguntas básicas resultan irrelevantes. En cierto modo, es el personaje más difícil y el más fácil que he hecho nunca», explica Gere. Norman es un judío en Nueva York.

Aunque llegará a las pantallas españolas el 2 de junio, Richard Gere presentó ayer Norman en la inauguración del primer Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi (o el festival Verdi, como ya lo apodan algunos, por celebrarse exclusivamente en las salas de cine en versión original del barrio de Gràcia).

Las visitas de Gere a España son cada vez más frecuentes. Hace apenas un mes estuvo en Madrid con su pareja, la española Alejandra Silva, se reunió con Manuela Carmena y visitó Alcorcón para interesarse por el inacabado Centro de Creación de las Artes (CREAA), un posible lugar para instalar un centro budista. 

¿Cómo combina la espiritualidad (medita cada día desde hace más de 30 años) con ser una de las caras del star system de Hollywood, el eterno príncipe azul de Pretty Woman? «Me hace mucha gracia esa pregunta, sobre todo cuando la plantean en Europa. Los europeos tienen la idea de que en Hollywood hay esa mítica Sodoma y Gomorra, que la gente es horrible y hace cosas terribles. ¡No!  Nos enfrentamos a los mismos problemas. Nos enfadamos, nos preocupamos por nuestras familias y nos afectan las desigualdades aunque no sepamos cómo combatirlas», defiende acostumbrado ya ese tópico europeo. 

Y su Norman trata del tópico judío, de las relaciones entre el estado de Israel y la comunidad hebrea de Nueva York, con una crítica más bien blanda a la corrupción y al tráfico de influencias

 De hecho, es una suerte de redención de un personaje clásico de la cultura judía: Joseph Süß Oppenheimer, consejero del Duque de Wurtemberg, que fue injustamente ejecutado en el siglo XVIII y que en 1940 fue carnaza del Ministerio de Propaganda nazi, que financió el filme antisemita El judío Süß (una de las películas más vistas de la historia de Alemania, con 20 millones de espectadores). 

«El personaje es un estereotipo judío. Pero en malas manos podría ser el villano de la película. En las mías genera empatía», admite el director y guionista israelí Joseph Cedar. En su primera película en inglés, ha actualizado al personaje, un Norman Oppenheimer de la Nueva York moderna, y advierte: 

«Con Donald Trump, todo el mundo está en manos de un Norman». Inevitable Trump. Gere suspira con resignación: «La situación en Estados Unidos es tan confusa, compleja y descorazonadora... Vivimos tiempos humillantes».