DOS REFLEXIONES

De las miles de situaciones que nos rodean, que nos determinan, en cada momento, uno decide centrarse en las que considera más sustantivas para profundizar en ellas, convencidos de que pueden ser las de mayor contenido comunicativo. Las noticias de por sí no son sino señales que la vida nos ofrece y, la persona que desea comunicar, se para frente a cualquiera de ellas e intenta desentrañar su contenido, con el fin de compartirlo con el público al que pretende dirigirlo, empezando por sí mismo, que tiene que trasformar en palabras, con un contenido concreto y con una dirección determinada, aquello que desea comunicar en cada caso. Todo este prolegómeno antes de mostrar las palabras con las que me voy abriendo ante vosotros, para mal y para bien. El desastre de Valencia, los pueblos de su cinturón sur, alrededor del Barranco del Poyo, me parece que requiere algunas palabras más y me arriesgo a formularlas para mi propia tranquilidad y por si alguien que se pare a leerme, le apetezca compartir.


225 vidas se han perdido hasta el momento y quedan 50 desaparecidos por dilucidar qué ha sido de ellos. Se han destrozado alrededor de 100000 coches, arrastrados por la corriente de agua caída del cielo, no tanto en la zona inundada, que recibió una cantidad de lluvia diversa, pero que no llevaba un peligro alarmante de por sí. El verdadero drama se fraguó en la parte alta de la provincia, unos 770 litro por metro cuadrado, que bajó con toda su fuerza hasta encontrar el mar, sobre todo por el Barranco del Poyo, arrastrando todo lo que encontraba a su paso e inundando todos los bajos de los pueblos linderos a su cauce. Se ha dicho que en el momento dc mayor crecida alcanzó hasta cinco veces el volumen del Ebro, cuando con frecuencia su cauce baja seco. Los técnicos avisaron del peligro, alerta roja, pero las autoridades autonómicas no actuaron en consecuencia y se vieron sorprendidas por la riada, que los cogió por sorpresa. El resultado ha sido un drama insólito de consecuencias desconocidas, en vidas humanas perdidas y en daños materiales.


Ayer pudimos ver una enorme manifestación ciudadana de más de 100000 personas en la ciudad de Valencia protestando por el trato recibido por los damnificados por la riada y pidiendo la dimisión del Presidente de la Comunidad Autónoma Valenciana y su gobierno, acusándolos de incompetentes para hacer frente a un desastre de las dimensiones vividas por los habitantes de los pueblos del cinturón sur de la ciudad, que siguen sintiéndose solos y abandonados por sus gobernantes, quienes después de 11 días del dramático 29 de Octubre, noche del desastre, nadie asume la responsabilidad ocasionada y sólo andan interesados en eludir las propias responsabilidades y buscando responsables en otros niveles gubernamentales que no les afecten, cayendo en sus manifestaciones en mentiras flagrantes que le gente no se cree. Ayer tuvimos ocasión de comprobar hasta qué punto la mayoría dejó claro en la calle su desacuerdo con los argumentos de su gobierno y pidiendo su dimisión por su preocupación por eludir sus responsabilidades personales, en vez de por resolver los problemas de la gente, ocasionados por semejante desastre.


No me parecería honesto cerrar este texto sin hacer una alusión, al menos, a los resultados electorales en EEUU, en los que el candidato republicano, Donald Trump, ha ganado claramente las elecciones a la candidata demócrata Kámala Harris con una margen de votos incontestable, superior a los cinco millones. En España se había publicado una encuesta, sobre cómo serían los resultados en el caso de que tuviéramos que votar nosotros y Kámala ganaba con el 63 por ciento de los encuestados. Cuando hemos conocido los resultados de verdad nos hemos dado cuenta de que nuestro discurso dominante estaba viciado y no tenía mucho que ver con el pensamiento de los votantes de ese país. A muchos se nos ha quedado el cuerpo frío con los resultados, respetables como siempre, pero que tendremos que digerir como podamos.