4 enigmas prodigiosos en Venecia: 'Holly', 'The beast', 'The Bastard (La tierra prometida)' y 'The Theory of Everything'

Greet Verstr, acrtiz de la película 'Holly'

La belga Fien Troch es la última en destaparse entre lo mejor y más escondido de la competición oficial al lado del francés Bertrand Bonello, del alemán Timm Kröger y del danés Nikolaj Arcel. Todos ellos oscurecidos por la sombra de las estrellas, de los candidatos al Oscar y... de Netflix

Hay vida más allá de Netflix, aunque cada vez cueste más dar con ella. La selección oficial de Venecia 80 vio como algunas de sus más interesantes propuestas eran literalmente deglutidas por las producciones que aspiran a Oscar, con las patrocinadas por la plataforma de marras a la cabeza.

HOLLY (****)

El jueves, cuando ya todo parecía abandonado a su suerte en el Lido, la competición ofreció un extraño y deslumbrante cuento trascendetal o místico disfrazado de drama adolescente. O al revés. 'Holly' es la historia de una chica con poderes capaz de sanar a la gente. Cuando un incendio arrase su instituto y mueran varios de sus compañeros, solo ella estará en disposición de procurar paz y consuelo.

La directora belga Fien Troch se las arreglar para desde esta peculiar y dreyeriana premisa componer un bello poema con la cara sucia sobre la pérdida, el luto, la desesperanza y, mucho menos abstracto, la injusticia de una sociedad desigual, de unas calles llenas de inmigrantes y de demasiada gente sola. La joven actriz Cathalina Geeraerts dibuja con los ojos completamente abierto y con una precisión que asusta el tamaño exacto de cada abismo que pisamos. Sin duda, una película destinada a dar mucho de qué hablar. Y de qué sufrir.

THE BEAST (****)

En el nuevo trabajo del francés Bertrand Bonello, el cine se despliega ante los ojos del espectador como un ejercicio mesmérico, como una sesión de hipnosis, como un cuento fantástico de hadas que en realidad es provocación y sueño. Basada lejanamente en la novela corta de Henry James 'La bestia en la jungla', la película cuenta la historia entre la distopía y la fiebre de una mujer (Léa Seydoux) dispuesta a borrar de sí y de su ADN todo rastro de emoción.

Todo un clásico del futuro perfecto. El delicado proceso le pondrá en contacto con sus vidas pasadas en 1910, 2024 y 2044. Con ellas y con un amor recurrente (George MscKay) que reaparece a veces como don y otras como castigo. El director convierte la textura de la película en el escenario a la vez reconocible y perfectamente extraño de una pesadilla.

Y desde ahí, Bonello construye un relato con forma de laberinto tan obsesivo y delirante como magnético. Y, para que no falte de nada, hay hasta una desconcertante moraleja. La escena del festival se encuentra en esta película: rodada bajo el agua, dos cuerpos que se buscan y desean se ahogan. Memorable. El resultado es una fábula contemporánea, romántica, despediadada y tan extraña que se diría la expresión más alta del mismísimo Bonello. (Fue tapada por 'The Killer', de David Fincher).