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SINOPSIS

Esta historia está basada en un grupo de amigos de adolescente, a la edad de 20 años el grupo está compuesto por seis amigos que se llevan como hermanos una amistad más allá de las fronteras, sus protagonistas son: Roberto, Solé, Óscar, Jenny, Manu, y yo Lupe.

En los cuales se narra una aventura de seis amigos. que deciden irse de acampada. En las vacaciones de verano al Valle de la Luna Plateada. Y del camino al valle deciden a tajar por un cementerio. Pues por allí se quitan día y medio de camino, Yendo por el cementerio a Lupe le agarra la pierna y Jenny oye un ruido. Pero los demás se ríen pues ellas son las miedicas del grupo y no se lo creen, ya entre cosas de aquí y de allí terminan llegando a la salida, Pero se les ha echado la noche encima, Y deciden acampar más adelante y andando Solé divisa una casa, y deciden ir allí

A ver si pueden pasar la noche allí. Si lo hacen se instalan en las habitaciones, y se disponen a dormir, cuando estaban durmiendo. Lupe se despierta sobresaltada por un ruido, y despierta las chicas, y

deciden ir a buscar a los tres chicos, Y allí empieza la aventura y calamidades que pasan hasta poder llegar a salvo al Valle de la Luna Plateada.

Donde poder pasar sus vacaciones tranquilas una historia de miedo suspense e intriga, y Espero que a ustedes los lectores os guste como me Gusta a mí al escribirla

                                                                                                                                                                                                                                                                        ACAMPADA EN EL VALLE DE    LUNA PLATEADA

                                                                          CAPÍTULO 1º

Terminaron las clases en la universidad y empezaron las vacaciones de verano.

Los seis amigos quedaron en la casa de Roberto para hablar de la fiesta de fin de curso que tenían esa noche, junto a más compañeros, y para hablar de las vacaciones de verano.

 

Jenny, Solé, Óscar, Manu y Lupe se dirigieron a la casa de Roberto.

—¡Hola, compi! ¿Qué tal vas? —dijeron los cinco a la vez.

—¡Bien! —exclamó Roberto—. Pasad, vamos a tomar algo mientras charlamos. Se dirigieron a la terraza y allí se sentaron.

—¡Bueno, compis! ¿Qué tal las clases, habéis aprobado todo? —preguntó Manu.

—¡Sí! —contestaron los demás al unísono.

—¿Tú también has aprobado todo? Que mira que es extraño. Ja, ja, ja —Le preguntó Óscar a Lupe.

—¡Sí! —respondió ella—, con la ayuda de Roberto y Jenny he conseguido aprobar, gracias a ellos, que me han ayudado mucho.

—¡Qué guay! —dijeron los demás—. Así tendremos las vacaciones sin estudiar. Ja, ja, ja.

—¡Bueno, compis! ¿Qué vamos a hacer esta noche tan especial?, ¿que habéis pensado para la fiesta?

—quiso saber Roberto.

—¡Se va a montar una buena! —contestó Jenny—. En la casa de Sandra habrá fiesta de la espuma al lado de la piscina. Así que llevaos los bañadores, más de uno irá a parar al agua… Ja, ja, ja.

Solé dijo:

—¡Eso está guay, nos lo vamos a pasar genial!

—¡Pues sí! —contestaron los demás.

Terminaron de hablar de la fiesta de esa noche y los preparativos, y Roberto comentó:

—Chicos, yo también os he reunido aquí para hablar de las vacaciones, ¿tenéis algún plan?

—No, no hemos pensado nada.

—¿Y tú? —dijo Lupe—, ¿tienes alguno, Roberto?

—¡Sí! Nosotros todos los veranos vamos de acampada al Valle de la Luna Plateada, un sitio divino, precioso y tranquilo. Solemos ir mi madre y hermanos, pero este año mi hermana Helena ha suspendido y debe recuperar en septiembre, así que no podemos ir pues tiene que estudiar. Por eso había pensado en si queréis veniros conmigo allí estas vacaciones.

—¡Qué guay! —exclamó Manu—, por mi parte sí.

Y Jenny, Óscar, Solé y Lupe contestaron que también.

—¿Dónde está? —preguntó Lupe—. Y ¿cómo se va? Roberto les explicó:

—Primero tenemos que llegar hasta la cascada en coche, y una vez allí aparcarlo y seguir a pie. Son dos días de camino hasta llegar al valle, pero podemos acampar cuando caiga la noche, bajo la luz de la luna, y al día siguiente emprender la marcha de nuevo.

—Ok —respondieron todos.

—¿Qué tenemos que llevar? —preguntó Solé.

—Ja, ja, ja —contestó Roberto riendo—. Pues tiendas de campaña. Y Óscar añadió:

—Bebidas, comida… Lo normal para acampar. Y sacos de dormir.

—Yo tengo una tienda de campaña en la que cabemos cuatro —comentó Manu.

—Y yo otra también de cuatro —dijo Jenny.

—Yo llevo las bebidas —propuso Óscar. Solé y Lupe dijeron:

—Nosotras ponemos la comida. Tú, Roberto, el coche. Ji, ji.

—Entonces hecho —dijo Roberto—. Pero no hace falta llevar mucha comida ni bebida solo para los dos días de camino, pues allí en el valle hay un bar donde hacen comidas y venden bebida. Tampoco es muy caro. También hay un lago donde podemos pescar y un manantial donde hay agua potable que podemos beber.

—Ok. Llevamos solo para el viaje, así irá menos peso.

—¿Cuántos días vamos a estar? —preguntó Lupe. Y Solé dijo:

—¡Pues quince!

—Jo, qué pocos —contestó Óscar—. ¿Más tiempo no? Pues no tenemos que recuperar asignaturas — y miró con una sonrisa a Lupe, que sonrió también.

Manu preguntó a Roberto:

—¿Cuánto tiempo habías pensado tú quedarte?

—Nosotros estábamos los tres meses de vacaciones. Si queréis nos podemos quedar los tres meses, hay sitios muy bellos allí para poder visitar

—Ok —dijeron todos a la vez.

—¿Cuándo salimos? —preguntó Óscar.

—¿Os parece bien el miércoles, pasado mañana? —propuso Roberto.

—Vale. Así nos da tiempo de prepararlo todo —respondieron.

 

Esa noche hicieron la fiesta y se lo pasaron genial, y a la mañana siguiente empezaron a preparar todo para el viaje al Valle de la Luna Plateada.

Amaneció el miércoles y ya estaban dispuestos y esperando a que llegaran a casa de Roberto los que faltaban para salir de viaje.

 

En casa de Lupe y Solé, esta le decía:

—Lupe, ¿¡te quieres dar prisa en cerrar la mochila!? Ya nos estarán esperando todos en casa de Roberto para salir, y como siempre vamos a llegar tarde por tu culpa.

—Jo, es que no me cabe esto en la mochila, ayúdame a cerrarla y ya nos vamos.

Solé, desesperada, la ayudó. Entre apuro y no consiguieron cerrar la mochila y se pusieron en camino a casa de Roberto.

Al verlas, todos les preguntaron riéndose:

—¿Qué, se os pegaron las sábanas y no os levantabais? Ja, ja, ja.

—¡Qué va! —dijo Solé—. Ha sido Lupe, que no sé qué lleva en la mochila y no la podía cerrar. He tenido que ayudarla, que si no os vais sin nosotras.

—Pues vámonos ya, que si no se nos echa el día encima —advirtió Óscar.

Se pusieron en marcha y tras una hora de camino llegaron a la cascada. Se apearon del coche y cogieron las cosas para dirigirse al Valle de la Luna Plateada.

 

 

Cuando llevaban medio día caminando dijo Roberto:

—Conozco un atajo para poder llegar antes al valle, ¿queréis que vayamos por él?

—Claro —respondieron los cinco a la vez.

—Ok, pues seguidme. Vamos por allí.

Se dirigieron a un bosque, y de allí emprendieron la marcha de nuevo. Cuando llegaron a un cementerio, de repente Lupe dijo:

—Ni de coña paso yo por allí. Todos la miraron riendo.

Manu respondió:

—Pero mira que eres miedica, leches…

—Este es el atajo. Lo travesamos y así nos quitamos un día y medio de camino —comentó Roberto.

—¡Que no!, que yo por ahí no paso —insistió Lupe. Se dieron la vuelta todos y la miraron. Óscar dijo:

—A ver, Lupe, o te vienes con nosotros por aquí o te das la vuelta tú solita, porque yo voy por aquí con los demás. Tú decides, pero rápido porque se nos echa la noche encima.

Lupe miró hacia atrás y luego hacia adelante, y rápido contestó:

—Voy con vosotros. Pero rapidito, ¿vale? Todos se echaron a reír.

Emprendieron la marcha a través del cementerio. Iban hablando y riéndose. De pronto Lupe dio un grito. El resto se giró para donde ella estaba, inmóvil y blanca.

—¿Y ahora qué te pasa? —preguntó Solé.

—Me ha agarrado algo el pie.

Los demás miraron hacia el suelo que ella pisaba, pero no vieron nada. Óscar se acercó a su lado y se echó a reír:

—Ja, ja, ja… ¡Pero, Lupe, si es una rama del árbol, ¡qué va a ser una mano! ¡Mira que eres miedica, coño! Ja, ja, ja, ja.

—¡Que no es una rama, me ha agarrado una mano!

—Si ya lo estoy viendo —dijo Óscar. La cogió de la mano y se puso al lado de los demás—. Tú en medio de nosotros, así ya no hay más sobresaltos. Ja, ja, ja…

Y continuaron caminando.

 

Cuando estaban ya llegando a la puerta del cementerio se escuchó otro grito, pero esta vez fue de Jenny.

—¿Qué pasa ahora? —preguntaron todos al unísono.

—He oído algo allí —Señaló hacia la parte derecha, donde había unas tumbas.

—¿Tú también, Jenny? Vaya dos miedicas estáis echas… —comentó Solé.

—¡Que sí, que hay alguien, lo he visto y oído! Ya Roberto, cansado, le dice:

—Sí, Jenny, son las ratas, que se están comiendo los gusanos, o las ramas del árbol que se mueven con el viento. Vamos, compis, que ya nos queda nada para salir de aquí. A ver si estas dos dejan de tener miedo ya.

 

 

Volvieron a reanudar la marcha y consiguieron salir del cementerio entre unas cosas y otras. Cuando estaban fuera dijo Manu:

—¡Tenemos que acampar, se nos ha echado la noche encima con estas dos miedicas! Ja, ja, ja.

—Pero en otro lado, aquí junto al cementerio no —suplicó Lupe. Todos rieron. Roberto propuso:

—Avancemos más y buscamos otro sitio. Iban andando cuando Solé dijo:

—Mirad, chicos, allí hay una casa. Podíamos dirigirnos allí y acampar dentro. Si se puede entrar, claro, y así no tenemos que desmontarlas tiendas y mañana montarlas otra vez.

—Vale, vamos para allá —acordaron todos.

 

 

Poco tiempo después llegaron a la casa, más grande de lo que parecía de lejos. La puerta estaba abierta, así que entraron con mucho cuidado y vieron que era una mansión muy acogedora. Parecía estar abandonada, pero les extrañó porque había comida y cubiertos limpios en la mesa. Llamaron por si alguien les respondía, pero nadie contestó, y decidieron pasar allí la noche.

Subieron al piso de arriba y vieron las habitaciones, cuyas puertas no se abrían. Por fin encontraron dos abiertas con camas y sábanas limpias; las chicas dormirían juntas en una de ellas y los chicos en la otra de al lado (también juntos, pero en camas separadas. Ja, ja, ja).

Cuando ya dejaron las cosas en las habitaciones bajaron al salón para comer algo, pero sacaron de la comida y bebida que ellos llevaban por si acaso llegaban los dueños de esa mansión y les decían algo. Terminaron de cenar y se sentaron en el cuarto de estar, al lado de la chimenea, para charlar. Roberto dijo:

—¡Manu, saca la guitarra, vamos a cantar algo antes de irnos a dormir! Estaban cantando y riendo cuando de repente Lupe exclamó:

—¡Mirad, chicos! ¡Ese cuadro de la chimenea nos está mirando, se le mueven los ojos!

Los demás dirigieron su mirada al cuadro, vieron que los ojos eran pintados y empezaron a reír:

—Ja, ja, ja… Ya empiezas, Lupe, de nuevo —dijo Óscar.

—¡No, que yo lo he visto!

—Eso ya es tu imaginación —contestó Jenny.

—Va, pues no me creáis...

 

Terminaron de cantar y Solé dijo:

—¡Chicos, vamos a dormir!, que ya va siendo hora y mañana nos queda un tramo que recorrer hasta llegar al Valle de la Luna Plateada.

—Ok —respondieron todos—, vamos a descansar.

Subieron a las habitaciones y las chicas se metieron en una y los chicos en la de al lado. Cuando llegaban una hora durmiendo Lupe se despertó sobresaltada.

—¿Habéis oído eso?

Jenny y Solé, adormiladas, preguntaron:

—¿El qué, Lupe?

—Ese ruido. ¿Lo oís?

—¡Sí lo oímos! Serán los chicos, que están de bromas para asustarnos...

—Vamos a mirar —propuso Lupe.

—Vale —respondieron las otras dos.

Se levantaron de la cama, salieron al pasillo y allí se oía más fuerte. Entraron en la habitación de los chicos y estaban durmiendo. Los despertaron.

—Chicos, ¿oís ese ruido? Viene de allí fuera. ¡Creíamos que erais vosotros gastándonos una broma, pero no!

—Vamos a mirar a ver qué pasa.

Se levantaron los tres y se encaminaron a la puerta los seis juntos. Lupe, cómo no, con miedo, agarrada al brazo de Roberto.

Se dirigieron al pasillo, allí se oía más fuerte.

—Chicos —dijo Manu—, tenemos que ir hasta el origen del ruido o de las voces. Vamos por allí que es por donde se oyen.

Se dirigieron hacia el lado izquierdo del pasillo todos juntos, con linternas. Iban muy despacio y con cuidado. Al llegar...

 

 

 

 

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