“Invocación”
Hoy es el día del ensayo general antes de la función del estreno. La compañía se encuentra a pleno en el teatro, excepto por Enrique, el dueño y productor de la obra, quien se quedó finiquitando el contrato con la empresa constructora que realizó la reconstrucción y que acaba de terminar con sus trabajos a pocas horas del debut.
Jorge, el escenógrafo estuvo quejándose de no encontrar la consola de comandos que acciona su equipo laser, que él llama “La caja de Pandora”, y alguien estuvo argumentando que es usual que suceda cuando se termina una obra en construcción, aludiendo a que algún empleado la haya sustraído.
-Mirá si serán estúpidos –Dice Jorge indignado –la consola sin la caja no les va a servir para nada, y a nosotros puede que nos arruine el ensayo general, ya que no podré accionar los efectos especiales indispensables.
-¿No puedes sustituirla por alguna otra? –Dice alguien.
-Seguramente –dice Jorge –Pero me llevaría un par de horas conseguir otra que tengo en mi estudio y eso provocaría retrasos importantes.
-No te preocupes –Le dice Horacio, el director, en ese par de horas podemos ir ensayando algunos papeles que aún no se han resuelto y por la tarde empezaremos con el ensayo general; además, el seguro de la compañía te pagará por la pérdida de tu equipo…Solo cerciórate de dejar la “Caja de Pandora” en posición así los actores empiezan a acostumbrarse a su existencia dentro del plató. Jorge se retira del escenario luego de instalar el equipo, dirigiéndose a los camarines para salir por la salida de artistas y cruzándose con las bailarinas en las pasarelas, ataviadas con sus atuendos semitransparentes, quienes no pierden la ocasión de hacerle algún mimo a su escenógrafo, lo que lo hace ruborizar. Al intentar abrir la puerta de escape, descubre que esta está cerrada. Vuelve por sus pasos hasta el escenario, donde ya se encuentra todo el elenco en posición, y disculpándose por su intromisión le dice a Horacio:
-Estos tipos además cerraron con llave la salida de emergencias, así que deberé salir por la puerta principal.
-¿Cómo dices? –Contesta Horacio alterado -¡La puerta principal aún permanece bloqueada…! El encargado dice que no la abrirán hasta el viernes, porque la cerradura está inservible. Voy a llamar por celular a Enrique para que se encargue de eso cuanto antes.
Horacio intenta hacer el llamado pero la aislación acústica de plomo que poseen las paredes del teatro no permite que entre la señal. Inmediatamente cada uno de los presentes trata por su cuenta con diferente aparato teniendo el mismo resultado negativo. Todos empiezan a sentirse un poco claustrofóbicos por estar atrapados dentro de un edificio sin ventanas ni otro medio de escape disponible, hasta que alguien en su desesperación dice en tono agresivo:
-Me parece que el seguro también se va a tener que hacer cargo de la puerta de emergencia –Tomando una barreta con la clara intención de violentarla. Lo acompañan Jorge y Félix, quien se encuentra prácticamente desnudo y solo cubierto por su tul semitransparente, aunque al ver cómo lo miran Jorge y el Asistente que lleva la barreta cambia de opinión diciendo:
-En realidad, no creo que me necesiten… con la barreta va a ser sencillo –Provocando algunas risas entre sus compañeros, quienes siempre lo han tildado de afeminado.
Cerca de media hora después, y al notar que Jorge no regresa, decide ir a socorrerlo personalmente, cuando ve a ambos aún intentando destrabar la puerta, lo que consiguen justo cuando él llega, quedando todos sorprendidos al abrirla y descubrir que detrás de ella solo hay tierra compacta, con la apariencia de no haber sido nunca escarbada.
-¿Cómo es posible esto? – Dice Jorge.
Horacio se queda pensando unos instantes con la mirada perdida y luego responde:
-Creo saber lo que sucede – Justo cuando llegan algunos actores y actrices que se encontraban preocupados –Tengo entendido que hubo que cambiar la posición de esta puerta por cuestiones de proyecto, debido a que en la ubicación original tenían que pasar por fuera los ductos de ventilación de los talleres del sótano, y se la movió hace unos días a este lugar, donde todavía no se ha escavado la rampa de camiones desde la planta baja.
-¿Pero entonces cómo pudimos entrar todos nosotros…?
-Por la anterior puerta –Contesta Horacio -la que seguramente habrán sacado cerrando el vano con ladrillos desde el exterior antes de irse el último albañil… ¡Y el imbécil nos emparedó a todos!
Esta exclamación provocó que algunas chicas se pusieran muy nerviosas y Florencia empieza a manifestar un estado de ansiedad, agitándose y respirando con dificultad, lo que hace que Horacio baje el tono de sus palabras y tomándola en sus brazos le dice:
-Cálmate, querida niña… Esto no es más que uno de los tantos inconvenientes que se producen a pocas horas de un estreno, pero al final… siempre se logra –Y con su brazo sobre el hombro de ella les dice a todos –Será mejor que subamos y nos tranquilicemos, que seguramente Enrique estará por volver… Lo hará una vez haya terminado con el capataz de la constructora.
Al llegar a la sala, en la planta baja, notan que la iluminación está un poco más tenue que cuando bajaron al subsuelo, y las lámparas reflectoras del escenario empiezan a estallar, produciendo chispazos que destellan por todo el tablado, hasta que todo queda a oscuras. Jorge abre su teléfono celular para tranquilizar a todos iluminando el salón que adopta un lúgubre tono azulado que perturba más aún a los presentes, que deciden encender también sus celulares, que si bien no tienen señal, sirven para mantener la calma. Jorge Decide ir a ver la caja de fusibles para intentar solucionar el problema, cuando nota que la tapa está sellada con un punto de soldadura; decide no decir nada al respecto para no provocar más pánico del que reina en ese momento y viola el sello con la barreta, (que por alguna razón aún lleva en su mano) y puede ver que en su interior todas las llaves térmicas están encendidas, aunque el edificio completo permanece a oscuras, salvo por la luz emanada por los teléfonos, así que se dirige a hablar con Horacio, por si tiene idea de qué está sucediendo. Al contarle, solo recibió una negativa y una reprimenda.
-¡Por favor, no me traigas más problemas! Si no tienes soluciones mejor quédate quieto allí, que nosotros vamos a ensayar –dice Horacio de muy mal humor -¡A ver todos…! –Les dice a los actores llamando su atención con un par de palmadas –Posiciónense en su lugar en la escena que vamos a trabajar.
Actores y actrices se disponen en torno a la inútil “Caja de Pandora” sobre la que colocan un celular abierto para marcar su ubicación y alrededor del escenario disponen varios más para evitar que alguien ruede más allá de sus límites. Horacio se quita la ropa y sin ningún maquillaje ni tul adopta su papel de Lucifer parándose sobre la caja central, donde se encuentra el equipo inservible de escenografía virtual. Se agacha a tomar su celular que puso sobre él y programa un tema musical que tenía pregrabado, el que se escucha suavemente, aunque la acústica del teatro amplía su volumen, potenciado por el eco de una sala vacía.
Todos hacen silencio y el suave ritmo del teléfono empieza a retumbar en sus cabezas, haciendo que dejen fluir sus deseos de hacer esta obra, y sus caderas comienzan a acariciar la melodía que lentamente se apodera de sus cuerpos, volviendo incontenible su movimiento como en una ola que los envuelve, convirtiéndolos en un solo organismo; Sus brazos se elevan al cielo imaginario, más allá de la bóveda de cañón que configura el techo de la sala, y como por arte de magia, las molduras del cielorraso adoptan forma de serpientes que bailan sobre ese espacio virtual que configuran sus mentes, aunadas en un solo suspiro… que aclara sus pensamientos.
Las lámparas de los palcos empiezan a dejar salir una tenue luz que aclara la escena, provocando una alegría conjunta que se manifiesta en su danza, cuando el círculo empieza a cerrarse al estirar sus brazos hasta casi tocar las yemas de sus dedos, y el mero contacto del aire que los envuelve hace que su excitación se propague por todos ellos, como una forma de comunicación inalámbrica que los hace uno.
Otra vez, el led de la Caja de Pandora empieza a titilar, y su pequeña lucecita se contagia del ritmo de la música, que ahora es mucho más intensa en el interior de sus cabezas, y Horacio se eleva suavemente sobre la caja, permitiendo que se abra la compuerta superior, para que aflore un humo rojizo que le tiñe el cuerpo desnudo para convertirlo en Lucifer. Un haz de luz laser se proyecta sobre él haciéndolo flotar decididamente sobre el escenario y una serpiente se escurre por sus piernas hasta tomar posición abrazando su cintura, con su cabeza amenazante junto a la de él, que mira a todos con majestuosidad. El fuego virtual envuelve la escena y cada uno de los fantasmas de los siete pecados capitales cobra vida en los cuerpos de los actores, que continúan meciendo sus caderas en su ahora esotérico ritmo, apoderándose del espacio, como si se inundara de vicio. El lujurioso cuerpo de Asmodea flota hasta encontrarse de frente con Lucifer y él le coloca su mano sobre la cabeza haciendo que se incline ante su majestad, cuando su serpiente los comulga a ambos recorriendo sus cuerpos hasta atarlos en uno solo, consumando así su deseo a la eternidad de fuego. Cada uno de los personajes realiza el mismo periplo hasta que se funden en un único demonio que se agiganta por sobre el cuerpo de Horacio, personificado por la cabeza de Enrique, el dueño del edificio y productor de la obra, que lanza una mirada victoriosa hacia un público fantasmal, compuesto por el elenco atrapado en aquel incendio, que los devoró junto al teatro… Al caer su ignífugo telón.
………………………………………………………………………………………..................
¡Necesitas ser un miembro de Creatividad Internacional para añadir comentarios!
Participar en Creatividad Internacional