BEETHOVEN Opus 132

En Radio France Musique, la tercera y más exquisita de las radios que proveen de música clásica por lo menos veinticuatro horas al día, , un fragmento musical inconfundible, al cual se ha referido de manera reiterada a lo largo de los treinta y cinco tomos, la mayoría inéditos, de estos diarios. El tercer movimiento, “Molto Adagio”, del Cuarteto #15 Op. 132 de Beethoven.

Durante cincuenta y tantos años se ha venido disfrutando en una serie de interpretaciones que se corresponden con etapas señaladas de la vida. La primera es la del Cuarteto Juilliard, impecable y plena de decoro, pero tal vez demasiado respetuosa, sin insistir el existencial lirismo que Aldous Huxley reconoció en el Cuarteto. Es la versión que por primera vez escuchó, como un huésped, Eugenio Montejo. Huésped él también, en la casa que no sólo  introdujo a la impresionante pieza de música de cámara, sino que permitió pasar las noches   y se  rindió homenaje a los intérpretes del Juilliard con los seis recitales de los Cuartetos en el Alice Tully Hall).

Años después se destacaron las interpretaciones del Cuarteto Amadeus, también impecables, además de aproximarse más al inquietante mundo emocional del compositor durante una de sus etapas más difíciles. Habría de descubrirse la lectura del Cuarteto Italiano, un clásico, algo permanente, que no se negaba a las honduras desconcertantes de la psique de Beethoven, sin perder el control, sin dejarse llevar por la invitación de una partitura que parece de todo menos clara. Los virtuosos italianos, como el profesor Giorgio Colli, con Nietzsche, habían entendido como nadie el retorcido y luminoso recorrido del maestro por el mundo atormentado de su existencia; era, para mí, la versión “definitiva”.

Así las cosas, hasta que una noche, por azar, como todo lo que realmente importa en la vida, escuchó una interpretación del Op.132 que pareció epifánica. No mejor que la del Cuarteto Italiano, que parece improbable, sino distinta. Más “contemporánea”, si esto quiere decir algo. Los desconocidos virtuosos iban más allá del último Beethoven convencional (sordo, arruinado, viviendo mal en una buhardilla mal iluminada y peor calentada en el invierno; el Beethoven que amó el siglo XX, en suma).

Iban más allá del desgarramiento que tanto había impresionado a Huxley. Notaba, por primera vez, algo que podría llamar dulzura en el amado Cuarteto. Menos expuesto, menos enloquecido y más sereno, un Beethoven con la serenidad de los místicos después de alcanzar la “gran experiencia”. “Contemporáneo” como lo son, en estos años del XXI, Fauré o Chopin.
Y esto es lo que a vuelto a sentirse cuando France Musique difundió el “Molto Adagio” del Op.132 interpretado por el Cuarteto Alban Berg, responsable de la versión de esta etapa de la ejecución de la obra. De aquella noche epifánica quedaría el regalo atesorado de la grabación integral de los Cuartetos por el Alban Berg, que complementa la del Cuarteto Italiano como el Yin complementa al Yang.

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Alejo Urdaneta