Su Santidad:
Por mucho tiempo pertenecí a la misma rama de su ejército. Aunque ahora soy parte de una rama más pequeña y menos influyente, ciertamente seguimos en el mismo ejército del Señor y con el mismo deseo de ver que el Reino de Dios se haga presente “aquí en la tierra, como en el cielo”.
También soy parte de un grupo cultural único y con una experiencia peculiar. Aunque muchos no hemos nacido en Cuba, por accidentes de la historia, en muchas partes del mundo nos dicen, “esos cubanos de Miami”. Y tienen razón, llevamos la cubanía en la sangre.
Damos gracias a Dios por su visita a Cuba, pero al escuchar las opiniones de cubanoamericanos como yo, tengo solo tres preguntas que casi todos nos hacemos a diario, pero que se quedan sin contestar:
▪ ¿Por qué usted y otros líderes religiosos condenan tan fuertemente el capitalismo, y nos ofrecen una lista de todos los desastres que surgen como resultado del mismo, pero nunca vemos una condena igualmente fuerte del comunismo ateo, que tanto daño sigue haciendo en el mundo? Esa desigualdad a la hora de condenar nos parece injusta.
▪ Si realmente nos interesa tanto ayudar a los pobres, ¿por qué ignoramos a los que sufren la gran pobreza de la falta de libertad y que, solo por expresar su desesperación y por reclamar que se respeten los más básicos derechos humanos, son detenidos, hostigados y golpeados? Todos los días llegan jóvenes cubanos a nuestras costas –y un sinfín nunca llega– buscando esa libertad.
▪ ¿Es más importante tener relaciones diplomáticas con un país que no tiene elecciones libres hace más de 50 años, que maltrata a su pueblo, que tiene un historial bien documentado de oprimir y robar a la misma iglesia, que buscar la justicia, el bien común y la libertad de todos los cubanos? Considero que la iglesia de Cristo tiene que estar más vinculada y preocupada por el pueblo y no tan cercana al opresor. La excusa que se presenta es que esta es una “visita pastoral” y no “política”, pero ese argumento ya no es válido, porque hemos visto muchísimos ejemplos en los cuales la Santa Sede y su cuerpo diplomático se involucran extensamente en situaciones políticas. ¿Por qué en el caso de Cuba esto se trata de forma diferente?
Ya sé. La gran mayoría de las personas que leen estas preguntas dicen que “esos cubanos de Miami” no entendemos aquello. He llegado a la conclusión que tienen razón. La verdad es que no entendemos.
No entiendo, ni creo que pueda empezar a entender, por qué un hombre de Dios se puede reunir con los opresores, pero no con los oprimidos; por qué a las instituciones religiosas se les ha olvidado que el cristianismo nació de los mártires, no de quienes se quedaron callados antes las injusticias. Tampoco entiendo cómo no podemos aprender de la historia, cuando durante la Segunda Guerra Mundial, la gran mayoría de los cristianos nos quedamos callados ante el asesinato de más de seis millones de seres humanos –mayormente hermanos judíos– que fueron víctimas de otro dictador asesino. Son hechos de la historia que no podemos ignorar.
Santidad, qué le vaya bien en su viaje, pero “estos cubanos de Miami” seguimos sin entender.
El Padre Alberto Cutié es sacerdote anglicano/episcopal en la Diócesis del Sureste de la Florida. Es rector de la iglesia Saint Benedict en Plantation, www.saintbenedicts.org
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