Como telaraña en mi mente van entrelazándose pensamientos, los que son distintos sentimientos que deseo desnudar, volcar en mis letras pero… no sé por dónde o con cual comenzar.
Por un momento todo se mezcla, tristezas y alegrías… la balanza pesa más en las tristezas, lo que me produce  la impotencia de saberlo por escucharlo en distintos medios de comunicación, por verlo, haciéndose prácticamente palpable,  al ir caminando y tropezar con la mirada suplicante o perdida de un niño, joven o mayor; personas seres humanos que bajo un frío polar o ese calor que se acentúa más en ciudades rodeadas de altos edificios, donde el cemento hierve bajo sus pies descalzos, esquivando lluvias y tormentas… tormentas que no son solamente meteorológicas, sino las tormentas que deben producirse en sus almas, caminan y buscan comida en los desechos que otros dejan, duermen tapándose con trapos rotos, viejos y hojas de periódicos… ¡viven a la intemperie sin salud, higiene ni educación!

Y yo me pregunto, por qué tanto desequilibrio, por qué familias enteras deben vivir en condiciones infrahumanas?

Hace unos días, atrás hablando junto a un grupo de amigos, comentaba que más de una vez, puedo asegurar que lo deseo con toda mi alma, corazón y ser, quisiera encontrar la manera de poder contactarme con alguien… no sé cómo llamarlo pero la palabra sería tal vez… importante, con poder adquisitivo, por supuesto sea solidario/a, y este dispuesto  a  ayudar junto a otros iguales, no para fomentar la mendicidad mediante limosnas, sino para crear puestos de trabajo en distintas empresas – no se cuales – ya que siento de esa manera levantarían la autoestima de seres humanos que tiene derechos y obligaciones pero… lamentablemente sienten han perdido sus derechos de vivir cuidando su salud, teniendo educación, mejor calidad de vida la cual, según mi humilde entender y sentir, merecen.

Es posible que algunos necesiten atención en centros de salud, ¡también tienen derecho a ello!

Hace un tiempo atrás, era un día que llovía sin parar, debido a que un señor mayor, el cual se encontraba recostado en el tronco de un frondoso árbol en una plaza, tocia y tocia de una manera preocupante, corrí a mi casa y al entrar lo primero  que hice fue llamar a una ambulancia del estado y a la policía, comente lo que sucedía y la contestación fue: - Según su descripción es una persona en situación de calle, ya la conocemos y no podemos hacer nada porque el mismo no desea que lo llevemos a ningún lugar donde pueda estar resguardado y atendido, por lo tanto no podemos hacer nada ya que sin su consentimiento  estaríamos cometiendo  el delito de secuestro.

• ¡¿Cómo, usted sabe lo que me está diciendo?!, el hombre está enfermo, cree por ventura que él está en condiciones de decidir qué hacer con su vida ante tanta soledad por falta de atención… tiene idea del motivo que lo llevó a , como usted dice, estar viviendo en situación de calle?
• Yo la entiendo señora pero así son las leyes y debamos respetarlas.
• ¡Qué barbaridad!, entiendo que sería conveniente cambiar las leyes y puntualizar ciertos casos como, por ejemplo, del que estamos hablando.
• No se ponga mal señora, ya envío un patrullero al lugar y veremos lo que, legalmente, podamos hacer.

Tome el paraguas y salí… llegue nuevamente al lugar, deseaba constatar que cumpliesen con lo que me habían prometido, y sí, allí estaban la  policía y la ambulancia, una doctora,  acompañada de un agente policial, junto al señor en cuclillas auscultándolo y hablando con él y yo… yo presenciando a la distancia bajo el paraguas, es que no me dejaban acercar. Pasaron unos minutos y ambos se acercaron a mí dejando al hombre en el mismo lugar donde lo habían encontrado. La doctora me comenta que el señor sufría una bronquitis, el agente  se une a la conversación y me dice:

• Señora, no podemos hacer nada debido a que la persona se niega a ser trasladada
• Pero la doctora dice que está enfermo, ¡no lo pueden dejar a la intemperie, bajo la lluvia, haga algo!, seguramente si  lo encuentran sin vida tomaran cartas en el asunto, esto es inhumano e injusto.
• Entiendo pero no podemos hacer nada más, puedo asegurarle que no es el único que vive en situación de calle y si lo llevamos a la fuerza, sin su consentimiento puede denunciarnos por secuestro
• ¿Y si hablo con él?
• No, hágame caso, esto no es tan fácil como usted lo cree, solo se meterá en problemas

La ambulancia se retiró con los profesionales dentro al igual que el patrullero.
Mirando cómo se perdían en la distancia quedé parada sin saber que hacer, debajo del paraguas, mientras la lluvia caía.
Pensé que a pesar de lo que me habían sugerido – no acercarme a hablar con el hombre – decidí hacerlo, gire sobre mis pasos para detectar el lugar donde había quedado y no lo veía… levante mi vista y si, lo vi corriendo hacia… quien sabe qué lugar.

Sin duda ese señor, como tantos otros, necesitaba atención médica y psiquiátrica… Impotente, con rabia, dolor y lagrimeando volví a mi casa sin haber podido hacer nada por alguien que, evidentemente,  necesitaba  auxilio… que otros pensaran por él y no para dañarlo, todo lo contrario, para ayudarlo y para bien.

Las llamadas personas en situación de calle, entiendo no han venido a este mundo para vivir en las condiciones ya descriptas.

¿Dónde están esas personas que tienen el poder y viven encerradas en sus bunkers, en el mundo que ellos quieren ver  y sentir,  por qué no abren sus puertas toman conciencia, reflexionan y asumen  que deben hacer grandes cambios en pos de la humanidad, por qué no lo llevan a cabo?

La salud, educación, trabajo, hacen a la calidad de vida del individuo, y es el derecho que tiene cada ser humano que habita esta tierra y… ¡en el mundo!

Por otro lado… robos, adicciones, matanzas, guerras las que sólo traen dolor, tristeza, terror, horror.

Y otra vez me pregunto: - ¿Quién tiene la razón… la maldad, la intolerancia, la hipocresía, la soberbia, la locura, el poder por el poder mismo?

En contraposición las alegrías, lo que debería ser normal y lógico, de las que disfruto mucho en el momento, ya que pasado el mismo… todo se vuelve a enredar.

¿Qué está sucediendo realmente, cada quien piensa en sí mismo sin importarle que para subir, sobresalir daña al prójimo?

¿En qué mundo estamos viviendo?

En fin, sigo bregando muy esperanzada porque la salud, la educación, la solidaridad, el trabajo, el bienestar, la calidad de vida, el amor y la paz sean en el mundo

¡Que la verdad triunfe ante la mentira!

¡Que la justicia triunfe ante la injusticia!

¡Qué en la balanza pese siempre y mucho la luz, la equidad, la bondad, la sonrisa, las alegrías, el amor, la libertad, la paz!

Emociones del Alma
Lilian B. Epstein
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