Corín Tellado, bajo la mirada de su hija: el secreto para escribir más de 5.000 novelas románticas

¿Cómo fue crecer con una madre que se levantaba a las cinco de la madrugada y tecleaba a razón de 48 horas por novela? Begoña Tellado, su hija, recuerda a la escritora al cumplirse 95 años de su nacimiento.

El primer recuerdo que tiene Begoña Tellado de su madre, Corín Tellado, es la imagen de una mujer en su despacho, tecleando con cuatro dedos la máquina de escribir y rodeada de muchos libros, ceniceros y un café recién hecho bien cargado.

El ritmo del teclado era vertiginoso, porque las palabras se atropellaban en su cabeza. "Tenía una imaginación desbordante y una extraordinaria fluidez a la hora de contar las cosas. Es lo que explica cómo pudo escribir más de 5.000 novelas", nos cuenta desde Gijón, la ciudad en la que reside y en la que murió su madre en abril de 2009.

Este año se cumple el 95 aniversario del nacimiento de esta escritora de novela romántica y su evocación es obligada. Fue un auténtico fenómeno literario -400 millones de libros vendidos- y un excelente revulsivo para una generación de lectoras a las que Corín Tellado ofreció un erotismo sutil, aunque sin despegarse demasiado de los estándares de la época. Tuvo la habilidad de poner pasión y besos que eran intuitivos, pero perfectamente reconocibles para esas mujeres que a la fuerza tenían que ser excelentes madres e impecables esposas.

Corín Tellado en cifras

"Su mayor habilidad -reconoce Begoña- fue darle fuerza y crédito a un género que nunca tuvo demasiada consideración. La Unesco la declaró la autora más leída en lengua española, después de Cervantes". Guillermo Cabrera Infante la admiraba y escribió un ensayo sobre ella. También Mario Vargas Llosa declaró sentirse asombrado por su escritura y la citó como ejemplo de folletín bien hecho. Buen ejemplo de su éxito fue el empujón que dio a la revista cubana 'Vanidades', en la que colaboró durante 50 años. Su incorporación hizo que las ventas pasasen de apenas 16.000 ejemplares a más de 70.000.

Corín descubrió su capacidad siendo niña, cuando le contaba historias a su madre y veía que prendían en ella. "Si este era el efecto, ¿por qué no probar con la escritura y contarle lo mismo a mucha gente?", declaró en una entrevista televisada al periodista Pablo Lizcano. "Su naturalidad para componer una novela a partir de una anécdota o cualquier habladuría que podía escuchar en la calle era indescriptible", explica su hija.

Su método de trabajo

Añade que, por supuesto, detrás de su éxito hubo una disciplina férrea. "Cada día se levantaba a las cinco de la mañana y ya no paraba hasta que volvíamos del colegio, excepto para desayunar y prepararnos para ir al colegio". Unas 40 páginas por día que luego releía al día siguiente, antes de comenzar su jornada. Llegó a escribir novelas en solo 48 horas. Tocó también el cuento infantil y la novela erótica. Algunas obras se convirtieron en fotonovelas, otras se emitían en radio y más de una fue llevada al cine.

Su nombre real fue María del Socorro, pero alguien tuvo el acierto de abreviar a Corín, sin duda un nombre con más hechizo como escritora. Nació el 25 de abril de 1927 en el concejo asturiano de El Franco. Su padre, maquinista de la marina mercante, fue ascendido a primer oficial y la familia tuvo que mudarse, primero a Bilbao y luego a Cádiz. Allí creció Corín, feliz junto a sus cuatro hermanos, todos varones. Siempre fue una gran lectora. Devoraba los tomos que había en casa y en la del vecino y los que le facilitaba su librero.

"Cuando el padre muere, en 1945, ella tiene 16 años. Es entonces cuando se decide a escribir su primera novela romántica, 'Atrevida propuesta', que publicó un año después la editorial Bruguera. Tuvo una gran aceptación y cobró por ella 3.000 pesetas en dos plazos. Ahí descubre que puede dedicarse a su gran pasión", recuerda Begoña. En 1947 ya entró en la nómina de esta editorial.

La literatura como desquite

Con motivo de cada aniversario, las crónicas insisten en la misma pregunta: ¿Cómo fue capaz de escribir al amor con tal desenvoltura si este no le hizo precisamente agraciada? Se casó con Domingo Egusquizaga, padre de sus dos hijos, Begoña y Domingo, en 1959, vestida de negro. "Un vasco alto, guapo y correcto", según describió Corín, pero faltó el amor y el matrimonio se rompió cuatro años después. La autora nunca más volvió a estar con un hombre, a pesar de que le gustaban "un rato largo".

La escritura fue su desquite de la vida. Su obra era romanticona, sentimental y sencilla, pero le disgustaba que se considerase un género menor o pseudoliterario. "Tuvo sus críticos y sus detractores, como cualquier escritor, pero si los libros se editaban, vendían y traducían de forma masiva era porque gustaba", advierte Begoña.

Sus páginas recogen las costumbres de la época y esos arquetipos hoy tan denostados de la vieja moral y el amor romántico, pero cree que las protagonistas de Corín evolucionaron al mismo tiempo que lo hacía la mujer según avanzaba el siglo XX. Presumía de no haber necesitado nombrar palabras como braga, sujetador o calzoncillos. "Mis heroínas saben quitarse la ropa con gusto". Aclaraba que no era una cuestión de moral, sino de estética.

Murió el 11 de abril de 2009. Hasta el último día de su vida continuó narrando historias sentimentales con final feliz, si bien durante los últimos 10 años tuvo que dictarle a su nuera, ya que el tratamiento de diálisis le había dejado sus manos impedidas para escribir. Incluso enferma, mantuvo una rutina: 10 páginas diarias, de lunes a viernes, vacaciones incluidas.

Begoña está convencida de que hoy le habría resultado muy difícil soportar la presión del nuevo feminismo o de las redes sociales, pero seguiría siendo la gran dama de la novela romántica y ni siquiera esta tensión sofocaría su gran pasión por novelar intrigas amorosas con su característico tono rosa. Como dijo en alguna ocasión, "el lector es el que nos alza o nos mengua, porque según les agrademos, así se multiplican las ventas".