En la producción de Hollywood de los años treinta y curenta se destacaron los film parlantes de horror, compartiendo las pantallas con dramas románticos, westerns, comedias y el filmnoir. Este género gótico importado de la Europa Central con gran influencia del cine impresionista alemán de la República Weimar, produjo clásicos como, The Cabinet of Dr. Caligari de Robert Wiene's en 1920 y las leyendas de Transilvania Nosferatu de F. W. Murnau's en 1922.
La tradición encontró abrigo en los estudios fílmico americanos; Universal Picture, Paramount, Waner Brothers y RKO se plagaron de vampiros, zombies y momias vivientes. Dracula de Tod Browning, adaptation del original del Bram Stoker y Frankenstein, de James Whale, del clásico de Mary Shelleyen, ambos realizados en 1931, trajeron a las pantallas actores que fueron reconocidos verdaderos íconos del cine de horror.
El rumano Bela Lugosi encarnando al conde Drácula y el inglés Boris Karloff, al monstruo nacido de las buenas intenciones de un científico loco. The Mummy (1932) del checo Karl Freund, también con Boris Karloff en el papel de la momia del principe egipcio Im-Ho-Tep en una búsqueda cruenta de su amor perdido. Wolf Man, en 1941, dirigido por George Wagner, interpretado por Lon Chaney Jr. e inspirado en una versión temprana de Edmund Mortimer en 1924.
El éxito en las taquillas de temas sobrenaturales y de horror desataron una saga de films de diferente títulos y con los mismo actores, donde se destacan Bride of Frankenstein y Son of Frankenstein del propio Whale.
Es curioso que 80 años más tarde resurja el tema de horror de vampiros y zombies, ahora encarnado por jóvenes atractivos, tanto en el cine como en la televisión, compitiendo con el cine de catástrofe, las invaciones extraterrestes, las conspiraciones contra el gobierno y los Body Snatchers. Esta amalgama de resucitadod pestilentes y ávidos de sangre y carne humana ha tomado nuevas formas y un nuevo lenguaje: la cotideanidad.
Los nuevos filmes de este género no ha respetado nacionalidad ni tiempo y una buena prueba de esto son las versiones contemporáneas de Hollywood The Twilight Saga: New Moon, Eclipse hasta su serie final la episódica The Twilight Saga: Breaking Dawn (2011), dirigida por Bill Condo y basado en las novelas de Stephenie Meyer sobre el romance de vampiros adolescentes. Ahora el género se desvía hacia melodramas de amor imposible. En New Moon (2009) del director Chris Weitz y Eclipse dirigida por David Slade, la adolescente Bella (Kristen Stewart) está locamente enamorada de un joven y bello vampiro que entre su pasión chupoctera reserva un espacio de ternura y humanidad.
La trama descansa en el conflicto de Edward que se niega a desangrar a su amada Bella, a pesar que esta se muere de las ganas, y como prueba de amor renuncia a ella y desaparece. Esta ruptura lanza a Bela a una depresión que solo encuentra consuelo en Jacob (Taylor Lautner) un atlético hombre lobo que intenta proteger a la joven heroína de un ejército de vampiros y a pesar de su ferocidad posee iguales principios de decencia que su rival.
Así como Drácula y el Hombre Lobo fueron una atracción para generaciones pasadas, ahora los jóvenes chupócteros y licantrópicos sufren de amores imposibles y se derriten en pura melancolía. Este nuevo tratamiento del tema subvierten los valores de un idilio a la Romeo y Julieta de ultratumba.
Una mirada continente a tan vieja historia, traiciona el clásico lado oscuro del deseo que caracteriza las versiones anteriores, ofrece un mensaje de abstinencia sexual a los jóvenes espectadores y propone controlar la violencia y la sexualidad masculina, ambas simbolizadas por el vampiro y el hombre lobo, que en vez de morder la yugular de sus víctimas las protegen de otros vampiros violadores. Una nueva fórmula del género con mucha sangre pero poco o ningún sexo.
Otro de los temas favoritos del cine de horror es el de los zombies, que habían llenado las pantallas en los anales del cine silente con decenas de títulos sobre los muertos-vivientes y que encontraron seguidores con White Zombie (1932) y I Walked with a Zombie (1943). Los zombies y los muertos viven regresan a la pantalla chica, que cada vez es más grande con The Walking Dead 2010, una serie de televisión dramática estadounidense de horror desarrollada por Frank Darabont.
Se basa en la serie de cómics del mismo nombre por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard, protagonizada por Andrew Lincoln como el alguaciles deputy2 Rick Grimes, quien despierta de un coma para encontrar un mundo postapocalíptico dominado por caminantes carnívoros, que se asemejan a los zombies. En busca de su familia se encuentra con muchos muertos-vivos en su camino y un grupo de supervivientes que hacen frente a la invasion, Rick encuentra a su esposa e hijo y a su mejor amigo Carl y juntos emprenden una batalla campal contra ultratumba.
La mayoría de la historia tiene lugar en Atlanta, donde los sobrevivientes buscan un refugio lejos de las hordas de habrientos muertos-vivos, que devorana todo el que encuentren es su camino y quien muere durante la cena carnívora volverá como un zombie. La única forma de destruir a los zombies es destruyendo sus cerebros.
The Walking Dead encuentra sus antecedents en el film homónimo de de Michael Curtiz, en 1936 y con Boris Karloff una vez más, como el ex convicto por asesinato que es resucitado por un científico después de su ejecución y The Night of the Living Dead, de George A Romero, 1968, donde los muertos reviven y se comen a los vivos y varias personas se esconden dentro de una casa en un intento de sobrevivir la noche.
Ahora The Walking Dead parece haberse instaldo para siempre en las pantallas de la TV, alcanzando una tercera temporada en el 2013 con 35 episodios y un enorme “rating” de espectadores.
En la época de tecnología digital y la revolución cibernética este desmedido gusto por la necrofilia y el canibalismo se aleja del romanticimso que una vez envolviera a los clásicos films de horror, entregando una vision desgaradora y pragmática que no deja espacio a la especulación sino que nos enfrenta a la naturaleza de nuestros tiempos. Por eso, siempre antes de dormirse, asegúrese que no hay un zombie asomado a su ventana.
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