Y aunque para los fanáticos la decisión de los jueces australianos de revocar la visa del serbio y con ello privarlo de la posibilidad de participar en el Abierto de Australia puede que resulte incomprensible, decepcionante o fuera de lugar para los pocos cuerdos que quedan en el mundo este histórico fallo demuestra la otra cara de la moneda, de que todavía hay gente sabia que se ocupa, preocupa y entiende a que se está enfrentando la humanidad cuando se habla de pandemia por coronavirus.  

Un poco de contexto. La saga Djokovic comenzó cuando entendió de que podía entrar al continente amparado en una exención médica que le permitiría competir sin haberse vacunado. Esta estrella del tenis, quien anteriormente ha dejado clara su oposición a las vacunas, tuvo COVID en diciembre e incluso violó la cuarentena al reunirse con un periodista de la revista francesa L'Equipe. Según el propio Djokovic, él guardó la debida distancia y llevó una máscara salvo para el momento de la foto. Sin palabras.

De haber podido participar y ganar en el abierto de Australia Djokovic se hubiera convertido en el tenista más laureado en la historia de este deporte y sería la vigésimo primera vez que hubiera conseguido un torneo de Grand Slam. Covid le ha jugado una mala pasada a este hombre de muchísima fama y dinero, que a pesar del esfuerzo de sus abogados no ha podido salirse con la suya.

Australia por su parte atraviesa la mayor ola de covid-19 con más de 70 mil casos nuevos reportados hasta el seis de enero, por lo que entre las medidas para frenar la propagación del virus exige a todos los visitantes extranjeros estar doble vacunados antes de entrar al país.

¿Por qué Djokovic supuso que con el sería distinto? Error de percepción. ¿Quién tiene la respuesta? Lo cierto es que el serbio ha hecho las maletas y ha cumplido con el requerimiento de las autoridades australianas de abandonar el país no sin antes dejar claro que se siente decepcionado.

Caramba, yo también me siento decepcionada con todos aquellos que han tomado el covid tan a la ligera, con los políticos que tardaron tanto en actuar. Algunos de ellos le mintieron a sus votantes de manera tan descarada que se le hace a uno un nudo en la garganta de impotencia al no ver ni ahora ni a futuro una medida que los haga responder por sus malas decisiones. Decepcionada es una palabra que se queda muy corta ante el dolor que representa las perdidas humanas que ha provocado el covid y el entender que esto pudo haber sido diferente si se hubiera actuado con más responsabilidad, con menos cinismo.

Hay muchos en este minuto defendiendo al serbio y es verdad que es un campeón en su disciplina, pero en responsabilidad para cuidar de no contagiar a otros con el coronavirus tiene cero.

Y el gobierno australiano con su decisión ha demostrado el rescate de un valor en el que se pone en primer lugar la salud de su gente y después todo lo demás, eso se llama sensibilidad y amor verdadero por el prójimo.