Hoy leía algunos post que se escribieron con motivo del día internacional de la mujer y sigo sin entender dónde empezó toda esta misoginia. Quisiera poder ayudar a los muchos cerebros confusos y obtusos que todavía creen que la mujer es un objeto de placer sexual o de placer macabro.

Al leer opiniones como el que decía, acompañada de una imagen, que el maltrato contra la mujer, empezó justo cuando las mujeres abandonaron la cocina, raya en lo absurdo. Si es para ofender que se hace dicho comentario, no lo logran en mentes adelantadas y preparadas para la agresión.

Ser cocinera hoy en día, es un honor, que no solo se hace ya, por necesidad de vida, sino por una posición social que da estatus y elegancia a quien la ejerce como profesión.

Salir del fogón untadas de tizne, resultó ser un paso gigantesco para las muchas mujeres que levantaron naciones enteras alimentando hombres en campañas, en guerras o formando familias para darle sentido a sus vidas.

Las cocineras, como las quieren hacer ver peyorativamente algunos hombres, lo son por gusto, por profesión, por necesidad, por eso que llaman responsabilidad. Ah y también hay que ver, que, ha aumentado el número hombres cocineros y su papel es excelente en cualquier contexto.

Comentarios sesgados y enredados son los que acompañan la frase de desprecio "feminazi", porque es ese el fin al usarla, desprestigiar la labor de respeto y exigencia de un comportamiento recíproco entre las sociedades cuyo centro es la mujer y sus roles. En las redes sociales se estigmatiza cualquier concepto de libertad de los derechos humanos si son esbozados por las mujeres.

Es más, en la última década la violencia contra la mujer ha ido en aumento. Las leyes creadas con el fin de mantenerlas protegidas no dan los resultados deseados, son leyes amarradas, con cierto oprobio, son leyes de quimeras nada más. Se puede llegar a pensar que las redes, para algunos casos explícitos, han sido multiplicadores de agresiones y maltrato por cada palabra pronunciada en favor del respeto hacia las mujeres. Creo que a mayor denuncia sobre la agresión femenina, mayor es el desove  de ataques y vilezas contra ellas mismas.

Por fortuna,  todavía hay hombres que defienden la presencia de la mujer en sus vidas. Con ellos se ha hecho algo y no todo está perdido.
Por el contrario, algunos desadaptados esgrimen sus armas de manera implacable y creanme,  el daño que ocasionan es grave.

Seguir en el trabajo consuetudinario, de hacer que los derechos sean respetados, empieza con la aceptación propia de sus identidades el trabajo de independencia y la búsqueda de la limitación al maltrato. Todos los días se moldean sociedades basándose en la igualdad, la inclusión, las libertades y las diferencias. Si eso es demasiado trabajo para algunos hombres, entonces mucho temo que la debilidad es más fuerte en el cerebro que en los músculos.