Os invito a leer un capítulo del libro, así os será más fácil a la hora de querer votar por él o no.
Agradezco a todo aquel que vote por él, de ello depende que lo publiquen en papel y ebook.
http://editorialnemira.com/2013/el-silencio-de-la-montana
CAPÍTULO I
Vivir una sobrenatural aventura no era precisamente lo que esperaba de ese instantáneo viaje. Lo pensó tan solo un momento, es más, al parecer ni lo pensó. Fue un impulso inesperado lo que la guió a aceptar aquella ridícula apuesta. A ella le invadía una soberbia y mágica inquietud aventurera y no porque le gustase el riesgo, ni desease enfrentarse a ningún animal salvaje, sino porque deseaba enfrentarse a su soledad interior, buscar un recodo de tranquilidad en el fondo del alma y poder encontrarse consigo misma, averiguar por qué se había disipado la inspiración de su mente, por qué el duende o la musa que le hacía volcarse de lleno sobre el papel en blanco había abandonado su redil y no hallaba respuesta entre tanta multitud diaria en esa metrópolis urbana en la que la humanidad se suele desenvolver cada día. Para ella esa rústica aventura le hacía vibrar algo por dentro que motivaba su inquietud animándola a desafiar su mente dormida.
Cuando sus ingeniosas amigas: Clara y Sandra le relataron la macabra historia que rondaba sobre ese lugar en la montaña, por un instante se le puso los vellos de punta, aunque después de pensar en aquellas intrigas que para ella solo eran meras suposiciones, palabras inventadas que corrían de boca en boca como leyenda urbana inventada quizás por alguna mente creativa para atraer cierto público hasta ese lugar, le importó “un comino”. Por lo demás se suponía que todo era un negocio al fin y al cabo.
La verdad, decidirse o no, no le fue difícil, ya que no creía en ese tipo de paranoias y aceptó la apuesta sin dilaciones para permanecer varios días alejada de la ciudad, sola, en una cabaña en la loma de una blanca montaña rodeada de verde bosque y a la que una macabra historia le precede.
El viaje resultaría interesante yéndose preparada para imprevistos.
Cuando al fin llegó, el auto se detuvo a unos metros de la puerta y sus amigas se despiden de ella sonriendo maliciosas con macabra intención. Pensando en lo malas que podían ser enviando a la mejor amiga al destierro, al peligro, sabiendo la verdad sobre ese lugar. Eso la hizo recapacitar sobre la mentalidad de ambas, y en la grata confianza que tenían sobre ella.
Viendo el coche alejarse traga saliva, observando el ambiente frío y sobrecogedor. Está delante la puerta con su equipaje y varias cajas cerradas mientras una delicada brisa le roza la cara. Piensa en lo convenidas que son sus amigas al asegurar su permanencia en ese sitio alejado de la mano de Dios. Así, saben que no tiene escapatoria, que cumplirá el pacto y dentro de los días marcados ellas regresarán para recogerla. De todas maneras no estaba arrepentida de haber aceptado la apuesta, solo quería aprovechar la oportunidad de estar tranquila, pensar, y ese era al parecer un idílico lugar para ello.
Al abrir la puerta oye el chirriar de las bisagras desgastadas que le hacen sonreír recordando las intrigantes voces de sus anheladas amigas.
Dentro, el interior es bastante acogedor presidiendo en el centro de la sala única, una chimenea de boca grande, negra por la tizne. Una cortina separa el dormitorio del resto de la casa. Descubrió el baño en el exterior al lado del cobertizo. Pensar en que la noche cae deprisa, el frío que hace y tener que salir cada vez que… bueno, no quiere pensar en ello.
Acomoda sus cosas y la comida compuesta por latas, fruta y pan… No tiene electricidad y eso le pone algo nerviosa, pero claro solo serán unos días nada más.
La noche baña poco a poco con su oscuridad el interior de la cabaña. Enciende la chimenea y unas velas dando un toque de sobriedad hogareña a la estancia.
Por un momento recuerda las palabras inquietantes de Clara, que era casi la que llevaba la voz cantante sobre esa extraña situación. En eco repetido le llegan susurrando como un lamento dando consejo de lo que tiene que hacer al llegar la noche. Le advirtió de que la puerta y ventanas estuviesen bien cerradas y que sus oídos estuviesen protegidos por unos cascos de música con entonación alta.
_ ¡¡Qué loca!!_ murmura sola, esbozando una leve sonrisa de incredulidad.
Se sentó en el sillón frente al calor de la chimenea con una copa de vino y algo de picar. Puede observar desde su perspectiva que por las paredes de madera hay retratos de viejos cazadores mostrando a la cámara sus trofeos de caza. Están sonrientes y parecen satisfechos.
Piensa en la posibilidad de intentar tener en cuenta ese especial detalle a la hora de usarlo como posible idea para provocar la llegada de la esfumada inspiración.
El chisporroteo de la leña y el calor desprendido, acompañado de una inesperada tranquilidad, envuelven su cuerpo provocando a sus párpados una complacida capacidad para cerrarse buscando el descanso, con ganas de querer soñar.
Mientras eso ocurre, recuerda el instante en que firmó el contrato de alquiler, de cómo aquel hombre de mirada lánguida le observaba perplejo, confundido, al saber que estaría sola en un lugar tan solitario. Ella sonrió tranquila, convencida de su decisión y muy relajada, sin temor alguno, mientras sus amigas sonríen pícaras y divertidas, como dos viejas brujas cómplices de acometer tan diabólico plan.
El sueño hace mella y se apodera de su psicología, llevándola a una apacible serenidad acostumbrada poco a ese placentero silencio. Entonces siente algo que la confunde y hace sobresaltar su instinto de protección inclinándose de pronto y de golpe hacia adelante, como si alguien le hubiese hablado inesperadamente al oído en un extenuado susurro envuelto en un helado soplo, que rozó su cuello helándole la piel. Esa experiencia le hace sentir confusa y una extraña sensación incómoda, mas sabiendo que no hay nadie con ella, está sola. Lo primero que se le vino a la mente fue, pensar en el subconsciente. Ha sentido pánico y el corazón lo tiene acelerado y no entiende por qué. Intenta mantener la calma controlando la situación, siendo consciente de que se enfrenta a una considerable tranquilidad, de que los ruidos no existen y que todo está en su cabeza confusa y llena de historias sobrenaturales que alimentan la irrealidad. No puede tomar en serio lo que no es creíble.
Tomó aire y recapacitó, volviendo a la normalidad, alejando los miedos y centrándose en: crear su libro. Había ido a ese lugar para descansar y no para pasar miedo gratuitamente.
Las horas vacías se suceden rápido y el sueño puede con ella volviendo a dominar sus sentidos. Cobijada en una manta al calor del fuego, los párpados caen pesados ignorando al silencio.
Inesperadamente… un soplo helado recorre su cuello envuelto en otro susurro de palabras inaudibles que penetran en sus témpanos haciendo estremecer la piel por el terror que le provoca. Vuelve el sobresalto y al levantarse de sopetón huyendo de algo que no ve, choca con la mesita y la copa vuelca derramando el rojo vino sobre el papel en blanco del bloc. Busca en las sombras de los escasos rincones de la habitación con la mirada exaltada intentando identificar a quien provoco su pánico.
Sabe de antemano que no hay nadie con ella. Y de nuevo las palabras de Clara retumban en su cabeza recordando cuando le repitió varias veces que protegiera sus oídos con una escandalosa música. Eso le hace buscar entre las cosas que hay en una de las dos cajas. Cuando encuentra los cascos se los coloca encontrando la melodía adecuada que oriente su pensamiento en otra dirección. No puede callar el susurro que se repite en su mente abrazando sus sentidos.
La eléctrica música se mezcla con las filtradas palabras susurradas por algo que le pone los vellos de punta. Sube el nivel para callar la voz mientras huye a un rincón de la habitación, abrazándose a sí misma intentando llegar a una clara conclusión sin caer en la cuenta de poder volverse loca. Todo es escabroso, pensando que sin quererlo está aterrada.
Los primeros rayos de sol tocan el interior de la cabaña aunque no es precisamente lo que la despierta. Un estridente sonido, el motor de una herramienta alerta sus sentidos despertándola de pronto. Se frota los ojos y llevándose las manos a la cabeza descubre que los cascos están en el suelo. No entiende de donde proviene el ruido. Con las legañas aun pegadas se dirige al fregadero y abre el grifo para enjuagarse la cara secándose con papel de cocina. Busca con la mirada a través del cristal de la ventana que tiene frente a ella, pero no ve a nadie.
Decide salir al exterior. Se coloca un anorak y unas botas. Abre la puerta y recibe la primera brisa fría de la mañana que acaricia su rostro. Puede oír con más claridad el sonido del motor. A priori, sospecha de que una moto sierra está siendo manejado por alguien.
Sale y camina sobre la nieve. Mientras lo hace observa a su alrededor y no ve a nadie. Puede disfrutar del paisaje, propio de una estampa navideña. Después de andar durante un rato y de oír el crujido bajo sus pies de la blanca nieve, se aleja varios metros de la cabaña.
Oculto entre los pinos hay un hombre bien abrigado, lleva orejeras y gafas protectoras manejando una moto sierra. Esta limpiando la zona de ramas secas.
Ella lo observa pasmada, tímida. No esperaba encontrarse con nadie. De pronto el extraño se da cuenta de que es observado y deja la labor detenida, parando la herramienta y descansándola sobre la nieve. Descubre sus ojos y muestra su rostro joven y agradable. Sonríe caminando unos pasos hacia ella para hablarle.
_Disculpe, ¿la desperté verdad? Lo siento, no pretendía romper su descanso.
_Bueno… no importa.
_Permita que me presente…_ ofrece su mano desnuda del guante acercándose más a ella_. Soy Víctor, ayudante del guardabosque_ expresa simpático.
_ ¡OH!_ emite un leve sonido de confusión_. Soy Elena_ dice ofreciendo su mano. Ambos se presentan con cordialidad.
_Supuse que había llegado alguien a la cabaña, aunque al no ver auto alguno en la puerta… Anoche vi luz y…
Ella esta intrigada aunque no sabe si tener miedo o no a la presencia de ese hombre. Pensar que tener cerca a alguien la tranquilizaba.
_Bueno, si necesita algo o alguna cosa, me puede encontrar por aquí. Estoy quedándome más arriba en la cabaña del guardabosque. Este es un lugar muy tranquilo y no suele venir nadie últimamente, hace tiempo que no se caza.
_AH bien, gracias_ dice cortada.
Elena se siente intimidada. No sabe qué pensar al respecto. Quizás la culpa de ello lo tenían sus ojos almendrados y su piel blanca. Entonces le preguntó…
_ ¿Hay lobos por aquí?
_Bueno, no expresamente, no suelen bajar hasta aquí. No se preocupe, ni los osos tampoco vienen por esta loma de la montaña.
_Vale, me quedo más tranquila, gracias. Le dejo trabajar.
Se despide de él mostrando una leve inquietud mientras sonríe, volviéndose hacia la cabaña a paso apresurado. Al girarse oye de nuevo el sonido de la moto sierra a su espalda y regresa sobre sus pasos.
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