EL SUBMARINO U-106.

Datos reales y  novelados, de la 1ª Guerra Mundial , luchas submarinas  en el Atlántico., por el Dr.  José Ignacio Velasco Montes . Oficial de complemento.

--¡Arriba el periscopio!

Con un chasquido apenas perceptible el brillante y ajustado tubo del periscopio de combate se eleva hasta dejar la óptica a la altura de los ojos del comandante. El teniente de navío Hessler hunde de inmediato su rostro en las gomas protectoras, gira 360º en un recorrido de seguridad para ver todo su entorno  y se detiene ante su objetivo. Es un buque mercante armado, de unas 4.000 toneladas. Justo lo que necesita para alcanzar las 100.000 toneladas en el crucero y regresar a la base para reparar y descansar.

--¡Atención! ¡Abajo el periscopio! ¡Preparados tubos tres y cuatro!

En la sala de torpedos se hacen febrilmente los preparativos. Profundidad, recorrido y ángulo giroscópico van quedando introducidos en las dos "anguilas" que yacen, aún dormidas, en los tubos de lanzamiento.

--¡Calar periscopio! ¡Rumbo 264!

Los motores eléctricos giran en silencio para hacer coincidir la nave con la marcación que da el periscopio. El submarino es trimado cuidadosamente para mantenerlo totalmente horizontal.

--¡Abrir compuertas para lanzamiento!

Un marinero se precipita a los botones y los pulsa sucesivamente.

--¡Arriba periscopio! -ordena Hessler.

El submarino todavía no ha alcanzado el punto preciso para lanzar. Por el visor el comandante observa su presa mientras se completa el giro. Aunque todavía no lo sabe, el buque que tiene a escasas cinco millas es un barco "Q", un navío trampa inglés.

--¡Tubos listos, señor! -le indica el segundo oficial.

Hessler espera. Quiere asegurarse el lanzamiento. Sólo le quedan tres torpedos. Ha hundido catorce barcos en su crucero por el Atlántico Sur y quiere alcanzar las 100.000 toneladas.

--¡Marcación!

--¡558º!

Responde de inmediato el oficial torpedista que se encuentra delante del calculador de disparo, lleno de diales circulares que van girando lentamente y cambiando de cifras conforme el submarino completa el giro y se alinea con el blanco.

—Velocidad 20 nudos.

--Profundidad 4 metros. Ángulo giroscópico 0º. ¡Preparados!

--¡En línea! --indica el oficial de derrota.

-- Arriba el periscopio.

Hessler respira profundo. Hace calor y suda. Pero no puede fallar un lanzamiento directo. Quiere volver a contemplar la víctima antes de dar la orden de disparo y asegurarse que no ha habido ningún cambio de rumbo de último momento debido a un posible curso en zigzag. Pero el buque aparece en el centro de la cruz del periscopio y coincide con los datos que ha recibido y que han terminado de completarse. Es el momento de realizar el disparo.

--¡Fuego el tres! --deja transcurrir unas fracciones de tiempo, mientras cuenta mentalmente uno, dos, tres, cuatro y cinco, antes de añadir -¡Fuego el cuatro!

Las órdenes, como han venido ocurriendo con todas las anteriores son repetidas por el segundo de a bordo antes de que se conviertan en ejecutivas. El sonido del aire comprimido se escucha en la silenciosa cámara de combate y notan el movimiento causado por los dos lanzamientos.

--¡Calar periscopio!

Todo queda en silencio. Nadie se mueve. En un rincón el hidrofonista escucha con serena atención al tiempo que informa.

--Torpedos en dirección al blanco. Sin alteraciones en la impulsión. Rumbo previsto. Se escuchan bien sus hélices.

--¿Tiempo? --inquiere Hessler.

--Veintidós segundos de carrera --responde de inmediato el oficial de derrota que no aparta los ojos del cronómetro-- Impacto en tres segundos para el primer torpedo.

Hessler espera tenso. Súbitamente ordena.

--¡Arriba periscopio!

No tiene tiempo de mirar. El sonido de la primera explosión llega claro a través del casco. Cuando ajusta la óptica, todavía la columna de agua y humo rebasa la cubierta del buque. El segundo torpedo da en el blanco casi de inmediato. Lo hace ligeramente por detrás del primero.

--¡Dos impactos en el centro!  --informa Hessler a la tripulación.

Como un eco de sus palabras, llega el sonido de la segunda explosión. Gritos de júbilo retumban dentro del submarino. Hessler sigue mirando e informando a una tripulación totalmente ciega en el interior del submarino. Dos enormes boquetes han aparecido en el costado de estribor y el barco se escora con gran rapidez...

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El U-106 fue botado el 17 de Junio de 1940 en los astilleros A. G. Wesser de Bremen y pertenecía a la clase IXB, tipo adecuado para grandes cruceros oceánicos. Desplazaba 1.051 toneladas en superficie e iba dotado de dos motores diesel MAN de 9 cilindros, con 2.200 H.P. cada uno a.470 r.p.m. Para la navegación en inmersión disponía de dos motores eléctricos S.S.W. de. 740 W. cuya potencia total era de 1.000 H.P. Su velocidad máxima en superficie era de 18,25 nudos por hora y 7,25 nudos en inmersión.

Los tanques de combustible admitían un total de 166 toneladas de combustible, lo que le confería una autonomía de 8.700 millas (unos 14.000 kilómetros a 12 nudos por hora, que era su mejor velocidad de crucero con el mínimo gasto de combustible) y 64 millas (103 kilómetros en inmersión a 4 nudos.

Su armamento consistía en 6 tubos lanzatorpedos (4 a proa y 2 a popa) para lanzar una dotación de 22 torpedos de 533 milímetros, o en determinadas circunstancias, 6 torpedos y 42 minas. Llevaba como armamento, para ataque en superficie, un cañón de 105 milímetros en proa, un cañón antiaéreo de 37 milímetros a popa y una ametralladora Oerlikon de 20 milímetros en el puente de la torre.

La dotación humana era de 48 hombres. El U-106 tuvo dos comandantes, el Teniente de Navío Hessler en su primera época y el también Teniente de navío Hermann Rasch en la segunda etapa. Con este segundo comandante consiguió escapar ante una situación realmente grave mediante una maniobra un tanto fuera de normas. Fue debido a una maniobra no autorizada y realizada por su cuenta por del jefe de máquinas, (que era un submarinista con más de catorce cruceros en su haber) y que, ante una situación de peligro, se anticipó a las órdenes del comandante e inició la inmersión cuando aún estaban los serviolas en sus puestos. Para cuando el comandante dio la orden de sumergirse, el submarino ya estaba llenando sus tanques de agua e iniciaba el descenso. Gracias a su acción el submarino desapareció de la superficie en el tiempo record de 18 segundos y consiguió escapar al ataque combinado de dos destructores ingleses que, a pesar del ASDIC y los Hidrófonos, fallaron en sus lanzamientos de cargas de profundidad.

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2 de agosto de 1943. Noroeste del Cabo Ortegal.

El U-106 se sitúa en posición de lanzamiento. Es de noche y el ataque se realiza en superficie. Todo está dispuesto para lanzar. Súbitamente el cielo se llena de reflectores que iluminan el submarino. Los aviones Sunderlan de los escuadrones 228 y 461 de la R.A.F. cubren el cielo. El radar les ha guiado en directo hacia el submarino.

--¡Inmersión rápida! --grita Rasch mientras los que están en el puente se dejan caer por la escotilla--¡Hombres a proa!

El U-106 empieza a sumergirse a toda velocidad. La escotilla de la torre es cerrada por el comandante que es el último en entrar. Todos los hombres libres de alguna misión concreta, corren hacia proa y se acumulan sobre el mamparo de torpedos para desnivelar el barco y favorecer la inmersión. La nave penetra en el agua y los motores le impulsan hacia el fondo.

El primer Sunderland, en una pasada rasante, larga un rosario de cargas de profundidad que siluetean al aún visible U-l06. Inmediatamente detrás viene otro, que repite la operación y un nuevo abanico de mortales cilindros envuelven la fosforescente forma de puro que trata de huir hacia aguas más profundas. Sucesivamente, otros aviones se aseguran que no escapará.

El U-l06, tocado de muerte, es zarandeado, elevado y sumergido, en una sucesión de explosiones que lo destrozan. El U-l06 lentamente inicia su postrera inmersión que le llevará hasta el lodo del fondo, cerca de la fosa atlántica donde, 39 años después, se arrojarán toneladas de material radioactivo en una operación que le ha dado a la zona el nombre de "Basurero atómico del Atlántico"

El U-106 yace en el fondo al igual que los 2.603 barcos aliados que hundieron entre todos los submarinos alemanes durante la segunda guerra mundial. Su dotación hace compañía a otros 32.000 submarinistas alemanes que encontraron su tumba en el fondo del mar. El U-l06 forma parte de los 781 submarinos alemanes que duermen sobre el lodo, en los más diversos puntos de todos los mares del planeta.

                                         F I N

                                                                                               Marbella -24/ 11 /2017 7