Cuando llego a casa, noto un exquisito olor que viene de la cocina.
-Ummhhh ¿qué estás cocinando? -pregunto a mi marido.
-Plumas revueltas con ahumados.
Me asomo a la cazuela y aspiro a fondo.
-Esto son macarrones con salchichas y bacon.
-En el paquete pone plumas, no macarrones -me dice enseñándome el envoltorio de los macarrones que aún está en el banco.
-Ya.
-Y para que lo sepas tanto las salchichas como el bacon están ahumados.
-Ummhhh -contesto al llevarme un macarrón, perdón pluma, a la boca.
Mientras disfrutamos de la comida suena el teléfono. Es mi hermana invitándonos a ir a la playa al día siguiente, en plan familia; sillas, mesas, neveras, sombrillas, vamos como si de turistas se tratara. Desde el mismo momento en que la palabra playa sale de mi boca, mi marido aprieta la suya y su cabeza empieza a negar, mientras yo contesto a mi hermana.
-Por supuesto, nos apetece un montón, será un día genial. ¿Ace? claro está encantado, le ha hecho tanta ilusión que creo que va a llorar de un momento a otro.
-Vamos que te está diciendo que ni de coña ¿no? -me contesta Jossy.
-Ya sabes cómo le gusta a él la playa, cuanta más arena, mejor.
-En realidad vamos a una cala, en su mayoría es de roca, que a él lo de bucear sí le gusta.
-¿Qué es toda de arena? ¿ni una roca? ¿y no se puede bucear? no te preocupes le gustará igual.
-No seas capulla.
-Hasta mañana hermanita.
-Si me lleváis a una playa de esas en donde estiras el brazo y le tocas la teta a una desconocida, no salgo del coche, te lo advierto.
-La muerte por asfixia es lenta y tortuosa.
-No me des ideas.
-Ja, ya intentaste matarme cuando me regalaste los patines y no funcionó ¿recuerdas?
-Pero sigue siendo la entrada más visitada en tu blog. Lo que demuestra que la gente quiere ver como lo hago.
-El que tiene intención de quedarse encerrado en un coche a más de cuarenta grados eres tú.
-Pues no voy y tú tampoco, te lo prohíbo.
El tenedor se me cae de la mano y va a parar al suelo, justo antes de que una estruendosa risa salga de mi boca, mientras me retuerzo en el sofá.
-Podrías hacer como que me respetas un poco ¿no? -se queja Ace.
-Sí ahora... espera... que termine... de reírme... -después de un rato me calmo.
-Pues te vas sola, yo me quedo -dice retirando los platos. Se dirige a la cocina. Yo voy detrás de él con la jarra del agua y los vasos usados. Comienza a fregar los platos con energía.
-Me toca fregar a mi, que tú has hecho la comida -protesto.
-Ya, solo que tú no friegas.
-Sí que lo hago. Pero no inmediatamente.
-Lo que viene a ser lo mismo, porque sabes que yo no lo soporto y los friego.
-Si ni siquiera me has dado tiempo a llegar al fregadero -le digo apoyando los brazos en la encimera.
-No quiero ir.
-Venga Ace, tan solo es un día de playa, vives en Alicante, no puedes pasarte el verano entero sin ir a la playa.
-Podría, si tú me dejaras.
-No seas ridículo.
-Y encima en plan camping.
-Mucho te quejas de acampar a la madrileña, pero luego bien que te gusta estar en la silla, sin tener que mancharte de arena.
Los rayos de sol me despierta, me giro en la cama solo para darme cuenta de que estoy sola. Ace ya se ha levantado.
-Me duele la tripa, creo que no puedo ir -me dice.
-Si no tuviera catorce sobrinos, te creería.
Mi hermano se ha adelantado con su familia en un coche. Nosotros vamos en otro con el resto. El coche en cuestión tiene siete plazas. Me he retrasado hablando con mi madre, mientras Ace, mi cuñado y mis hermanas guardan las cosas en el coche.
-Ace dice que tú prefieres la parte trasera, así es que sube -lo miro con rabia y él me devuelve una sonrisa de satisfacción. La parte trasera es la séptima plaza y no se sabe si es un asiento o un trozo de maletero.
Llegamos a la playa y el chiringuito ya está montado. Añadimos unas cuantas sillas y un par de neveras. Y mi cuñada Ro, comienza a sacar cosas. Lleva consigo una especie de bolso Mary Popins, para adultos, del que salen; limas, hierbabuena, azúcar y claro ron, y hasta hielo picado.
-Llevo picando hielo desde las ocho de la mañana, así es que no desperdiciéis ni un pedacito -amenaza mi hermano.
-Ves, Ro tortura mejor que yo, así es que no te quejes -le digo a mi marido.
En un momentito nos ha preparado unos mojitos. Y al agua.
-¿Por qué no me has dicho, que era de rocas en su mayoría? me habría traído las gafas y eso -se queja Ace.
-Ummhh...¿porque no lo sabía?
-Y qué tal porque no querías perderte la diversión, de verme atormentado con la idea.
-Sí eso también. Pero he traído gafas ¿ves?
-Las de la piscina no cuentan.
-Pues no te las doy.
-Anda trae -me las quita de las manos y se va con mi hermano y los tres hijos de este a la parte rocosa. Yo me introduzco en el agua con Ro.
-¡Ay! -grito.
-¿Qué te pasa? -me pregunta mi cuñada.
-Noto algo en el pie, como un golpe.
-¡Joder, que tiricia! Otra vez, otra, otra.
-¿A ver? -mi cuñada se sumerge en el agua, yo meto la cabeza y las gafas de piscina se me llenan de agua, pero alcanzo a ver mis pies llenos de enormes bichos que me atacan sin piedad.
-Mira los mini pececillos te están haciendo la pedicura -vale, a lo mejor los bichos son en realidad peces, y probablemente no sean enormes, habrá sido por la gafas llenas de agua.
-¡Mierda de gafas! están rotas.
-Me alegra saber que existe la justicia divina -comenta mi marido acercándose.
-¡Cariño! -grito encaramándome a él -las pirañas estas se quieren comer mis pies.
-Solo te están limpiando los callos -dice Ro.
-Yo no tengo callos -protesto.
-Pues la pieles muertas -contesta ella.
-Me encantan mis pieles muertas, son mías y no quiero que me las quiten.
-Anda baja que voy a seguir buceando -Ace me deja en tierra otra vez.
-Eso abandóname a mi suerte, mal hombre -pero él ya está bajo el agua.
A lo lejos vemos un buzo exótico. Un tipo con un tubo rosa fucsia y unos zuecos amarillo fosforito.
-A ese no se le acerca ni un pez, con tanto colorín.
-El el cuñao -me informa Ro.
-Lleva mis gafas y los zuecos de estar por casa de tu hermano. Le he dicho a tu marido si quiere unos que llevo otro par, pero me ha dicho que no.
-Ace no se pone eso ni aunque tenga que andar entre erizos -mientras comentamos esto yo me he subido a las rocas y me dispongo a tirarme con elegancia. Y toda la elegancia sale disparada a mis tobillos cuando mi monísimo y pequeñísimo biquini entra en contacto con el agua. Me lo subo y me siento en las rocas. Moviéndome con el ritmo de las olas.
-Ten cuidado que tu hermano dice, que ahí también hay peces de esos venenosos.
-Mujer ya sería mala suerte -no obstante le hago caso y vuelvo a la arena. A los pocos segundos noto un dolor agudo y punzante.
-¡Ahhhh!
-Otra vez los peces -dice Ro.
-No, no sé por qué pero me duele el chichi.
-¿El chichi?
-Te lo juro, aquí. Me duele mogollón.
-A ver si al final te ha picado.
-No jodas. ¡Dios cómo duele! Casi no puedo andar.
Con la ayuda de mi cuñada salgo fuera, al momento estoy rodeada de toda mi familia. No me podía haber mordido en un pie como a todo el mundo.
-Agua caliente -dice mi hermano. Naturalmente mi cuñada abre el bolso y saca un termo de agua caliente. Por un momento se me olvida el dolor.
-¿Traes agua caliente a la playa? -le pregunto.
-Para el café.
-Ah -¿y por qué demonios me parece lógico? estamos a cuarenta grados en frente de un chiringuito con café granizado.
Mis hermanas me rodean con varias toallas, me lavo la zona con el agua.
-¿Mejor? -pregunta alguien.
-Duele mucho -contesto yo, antes de cerrar la boca tengo un ibuprofeno y un vaso de agua para tragar.
-Será mejor que vayamos al puesto de Cruz Roja -dice mi hermana.
-No te preocupes Ace, ya la acompañamos nosotras -mujeres unidas jamás serán vencidas, pienso yo. El veneno me hace desvariar.
Ace echa un vistazo al puesto, yo sigo su mirada. Dos jovencitos con afición al gimnasio conversan tranquilamente en la puerta del mismo.
-Esto... va a ser que no, yo la llevo -me coge en brazos y llegamos en un momento, el dolor no se calma.
Al llegar mi marido se dirige a los chicos.
-Le ha picado algo -indica sin más.
-¿Dónde? -pregunta uno de ellos.
-¿La vas a atender tú? -insiste mi marido.
-No, el enfermero está dentro.
-Pues entonces no te importa una mierda -y pasa a su lado tan tranquilo. Oigo como uno de ellos pregunta al otro.
-¿Y a esto qué les pica?
-A ella probablemente un pez araña, ya sabes que hay bastantes y a él yo diría que su mujer.
Dentro un chico delgado con cara de acabar de salir de la cuna, en vez de la universidad juega con su móvil.
-¿Qúe pasa? -me pregunta.
-Le ha picado algo -contesta Ace.
-Acuéstala aquí -indica pero sin mirar a Ace a la cara. Ace me deja sobre una camilla.
-¿Dónde te ha picado? -pregunta. Ace aprieta mandíbula.
-Ahí -contesto yo señalando la parte baja de mi cuerpo.
-¿En el pie? -pregunta. Yo niego con la cabeza mientras me retuerzo.
-¿En el muslo? -vuelvo a negar.
-¿En...?
-¡En el coño! -grita mi marido. El chico medio temblando contesta.
-No hace falta ser grosero oiga, yo solo hago mi trabajo.
-Era la respuesta, quiero acabar con esto antes de que el veneno le llegue al cerebro. Aunque parezca mentira me gusta su cerebro. Yo soy capaz de sonreír.
El chico echa mano a mi biquini y su muñeca es rápidamente agarrada por Ace.
-Yo haré eso ¿de acuerdo? -amenaza respirando en el cogote del pobre enfermero. Me parece ver que se le ha reventado un grano de su acné juvenil del susto. No todos los días tiene uno en sus manos el chichi de un tipo calvo, con perilla y más dibujos que un tebeo de la Marvel.
El chico me pone una pomada, y se las ingenia para no tocarme en el proceso.
-Puede haber sido un pez araña, aunque no veo que te haya dejado ninguna espina. Está algo inflamado pero tampoco tanto.Con esto mejorará rápido, ya verás.
-Esto... te importaría mover el biquini un poco más... es que....-mi marido le mira con cara de pocos amigos.
-¡Joder! -le quito la pomada de las manos, vacío medio bote en ellas, me bajo el biquini por completo y me embadurno de ella.
Media hora después aún no noto esa parte de mi cuerpo.
-¿Estás mejor? -me pregunta mi marido ya en casa.
-Te juro que nunca más te obligaré a ir a la playa.
-Eso está bien. Ahora descansa mientras te preparo un baño. Un besito en la nariz. Ains que dulce mi bestia.
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