El célebre busto de la reina egipcia Nefertiti que se exhibe en el Neues Museum de Berlín se ha convertido en la obra de arte que más visitantes ha atraído en el último año en la capital alemana, algo más de un millón, superando por primera vez al no menos famoso Altar de Pérgamo.
Seguramente, pocos de estos visitantes imaginarían que la admirada pieza, a la que se atribuye una antigüedad de unos 3.300 años, se ha visto en fechas recientes rodeada de dudas sobre su autenticidad. Fue el historiador del arte suizo Henri Stierlin quien, en mayo de 2009, desató la polémica al asegurar que la estatua, realizada en piedra, no sería realmente de época egipcia, sino una obra moderna creada en el año 1912.
Según Stierlin –reputado especialista en arte egipcio–, la pieza fue un encargo que el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt realizó a un artista llamado Gerhardt Marks, con la intención de probar sobre la escultura pigmentos pictóricos utilizados por los antiguos egipcios. En opinión del historiador suizo, la errónea identificación de la pieza se habría debido a una confusión y no a un intento deliberado de fraude.
El error se habría producido en diciembre de 1912, cuando un príncipe alemán visitó las excavaciones en las que trabajaba Borchardt, y pensó que la pieza era realmente antigua. Temiendo dejar en ridículo al príncipe, Borchardt no lo sacó de su error y así fue como la idea equivocada sobre la antigüedad de la obra se perpetuó hasta llegar a nuestros días. Stierlin asegura haber dedicado buena parte de los últimos veinticinco años a confirmar su hipótesis y, entre otras evidencias, señala que el busto carece de ojo izquierdo, algo que habría sido interpretado como “un insulto para un antiguo egipcio, quien creía que la estatua era la persona misma”.
Además, según el historiador, los hombros de la figura fueron tallados verticalmente –cuando la costumbre egipcia era hacerlo horizontalmente–, en un estilo muy común en el siglo XIX. Y un último detalle: los arqueólogos franceses que trabajaban en el lugar donde supuestamente apareció la pieza nunca mencionaron su hallazgo, algo extraño dada su importancia.
El caso del busto de Nefertiti no es único. En fechas recientes la autenticidad de otra obra icónica, en este caso para los Museos Capitolinos de Roma, fue puesta en entredicho. Durante mucho tiempo, los especialistas han creído que la famosa escultura de bronce que representa a Luperca, la loba que según el mito fundacional de Roma amamantó a los héroes Rómulo y Remo, era una pieza etrusca creada entre los siglos VI y V a.C.
Sin embargo, los estudios de un destacado investigador italiano, el profesor Adriano La Regina, parecen demostrar que en realidad la escultura data de época medieval. Actualmente ya se sabía que las pequeñas figuras de Rómulo y Remo que acompañan a la estatua eran añadidos medievales, pero parecía no haber duda sobre la pieza de la loba.
La Regina, profesor en la Universidad La Sapienza de Roma y especialista en arte etrusco, dice haber encontrado evidencias “incontestables” que demuestran que la loba “no es un producto del mundo antiguo”. Una hipótesis incómoda para los responsables del museo –se trata de una de las piezas más famosas del recinto–, pero que cuenta con bastantes probabilidades de ser correcta, a juzgar por los resultados de los últimos estudios.
Algo similar ocurrió en España hace unos años, cuando en 1995 el historiador estadounidense John Moffitt planteó en un polémico libro que la famosa Dama de Elche –icono del arte íbero– era una escultura tallada en 1897 por Francisco Pallás y Puig. La teoría de Moffit, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Texas, causó un gran revuelo entre los especialistas españoles, quienes descartaron la posibilidad de forma casi unánime.
La evidencia incontestable de la autenticidad de la escultura llegó años después, en 2005, cuando un equipo de investigadores del CSIC analizó la policromía presente en la talla, confirmando su antigüedad.
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