estremecimiento de las cosas que huyen..."
Baudelaire
(Cuando la poesía es un regalo frutal, fragante que nos une y nos inspira...)
Desafino ahora y bien lo sé,
frente al vitral prístino de Retezat.
Pero canto en un tono de poema
con mareas calvas en mi ofrenda.
Llego a tiempo para sembrar
las señales apacibles de mi hoguera.
Ahora mismo habla el pájaro en la jaula
pensando en ella, confirmando tanta vida
entrecerrada, mustia diluida en el acontecer.
Y me aspo en prólogo trepidante
de su taciturno dolor tan aceptado.
Los programas desenganchan botones.
Mis espejos renuncian a sus premios
enlatados intramuros y vértigo de justeza,
pero aventaja nuestro reno jubilado
en las vísceras que criban la cicuta.
Galopa el viento en pólenes manadas
y me adecuo al tapiz del polvo avieso.
Al desengaño se adapta el tiempo de memoria;
y pobres, los sicarios venenos se suicidan
ante el lirio creso, que ya cumple con nosotros
una vez más y consigo mismo la amistad,
infusa cantante de la luz.
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