"Nave Nodriza" by Luis Makianich
ECLIPSE SOLAR TOTAL- AMÉRICA DEL SUR
14 DE DICIEMBRE DE 2020
La ciudad de Buenos Aires muestra su cara nocturna reflejada en el río con chispazos lumínicos sobre sus mansas aguas, a esa hora en que podría parecerse a cualquier otra cosmopolita urbe. Vehículos como rayos sacuden sus latigazos sobre el asfalto humedecido, esperando ablandar el agrio humor de sus ciudadanos, cansados de soportar el cruel aliento de su desesperanza, abarrotados en miles de solitarias almas encontradas en el bar que cada esquina finge al festejar su algarabía. Solo algunos son conscientes de su propia soledad e intentan compaginar sus vidas con alguien más, en un ritual inacabable de búsquedas y desencuentros.
Sara eligió el gimnasio como el ámbito apropiado para relacionarse y se pasa horas trotando sobre una cinta, que paradójicamente no la ha conducido a ningún lugar. Ya sobre el final de su ejercicio diario, un joven que no había visto por ese lugar comienza su rutina de aparatos junto a ella, quien no puede evitar mirarlo, pese a que él no parece notar su presencia. Sara decide reiniciar su ciclo de ejercicios para darse otra oportunidad de llamar su atención, aunque su cuerpo se encuentra al límite de su resistencia y los sensores del aparato le hacen una advertencia sonora, que ahora sí provocan que su presa se diera por aludido.
-¿Te encuentras bien? -Dice Alex, alcanzándole una toalla para que seque su frente.
-No sé que me ocurrió -contesta ella – no me había pasado antes.
-No debes esforzarte para obtener resultados, aunque no entiendo qué esperas lograr si tu físico es perfecto- dice él con una sonrisa que denota lo estúpido de su avance.
Ella se da cuenta que su objetivo no cumple con sus expectativas y simplemente se retira hacia los vestuarios devolviéndole la toalla, en tanto Alex, muestra una expresión de abatimiento que lo deja fuera de la contienda en su primer acercamiento amistoso desde que su esposa lo abandonó, un par de meses atrás. Alex la sigue con la mirada durante todo su trayecto y puede notar que todo el mundo lo observa socarronamente, producto de lo sucedido cuando las luces del establecimiento empiezan a parpadear, provocando que los concurrentes dejen de ponerle atención al hecho, hasta que unos gritos de espanto se escuchan desde el salón contiguo. Las luces se apagan e inmediatamente se enciende el alumbrado de emergencia, que poco después también falla; aunque unas ráfagas de claridad iluminan en forma tenue e intermitente el lugar desde la puerta de entrada, haciéndose más intensa a medida que se acerca. Alex puede ver cómo Sara retrocede de espaldas hasta aproximarse a él con una expresión de espanto que la inmoviliza sin pronunciar palabra alguna. Él se incorpora y saltando sobre el banquillo de los aparatos avanza hasta la puerta para ver por sí mismo lo que tiene a todos espantados, y de pronto también se paraliza… cuando unas extrañas figuras de apariencia humanoide ingresan al lugar. Sus cuerpos, de gran talla y muy esbeltos se desplazan grácilmente, como si su peso aparente no tuviera relación con la elasticidad de sus movimientos. Su piel envuelve sus cuerpos sin rasgos evidentes de contener órganos internos ni estructura ósea, con una apariencia sedosa y semitransparente, y un haz de luz que bifurca sus contexturas en un perfecto eje de simetría desde su interior, abriéndose y cerrándose como extensos labios verticales, articulando bocanadas de luz como único elemento de comunicación, puesto que carecen de órganos visuales y auditivos. A modo de vestimenta, solo portan mangas en sus extremidades tejidas con un brillante hilo metálico, dejando el resto de su cuerpo al desnudo, pudiéndose observar que hay en el grupo especímenes de ambos sexos. Súbitamente uno de ellos levanta uno de sus brazos y coloca la mano sobre la cabeza de uno de los asistentes ejerciendo cierta presión de sus largos dedos hasta hacerlo desvanecer, aunque con tal delicadeza que no provoca ninguna reacción en ninguno de los demás presentes. Como en una selectiva lotería, el resto de los alienígenos hace lo propio con algunos de los demás y lentamente, como si arriasen ganado conducen al resto, incluidos Sara y Axel hacia la puerta de salida, lo que se produce en absoluta calma y sin reticencias.
Algunos segundos después las lámparas fluorescentes empiezan a danzar su ciclo usual de encendido y los hombres y mujeres que se encuentran desvanecidos en el piso comienzan de igual modo a despertar, casi sin percatarse que han pasado por un transe hasta que se incorporan y vuelven a sus puestos de ejercicio, concentrados en sus rutinas, para combatir el estrés.
Cerca de seiscientas personas fueron colectadas por la brigada alienígena y ahora se encuentran alojados en la nave nodriza; en pequeños grupos según su lugar de procedencia fueron asignados a diferentes compartimientos de forma cilíndrica donde flotan en un constante estado de ingravidez. Sus límites vidriados les permiten ver las cámaras contiguas sonde se encuentran los otros contingentes traídos de diferentes partes del planeta. Sara se encuentra aterrorizada como el resto de los ocupantes del recinto y utilizando su cuerpo para impulsarse se aproxima Alex, que la acoge en sus brazos confortándose mutuamente. Se escuchan quejidos y sollozos de algunas personas que aún no se deciden a expresarse por temor a represalias de parte de sus captores, pero en vista que no han dejado guardias vigilándolos, poco a poco empiezan a producirse algunas pequeñas charlas para al menos interpretar la situación en la que todos se encuentran.
-Temo que ha llegado nuestro fin – Dice Sara con lágrimas en los ojos.
-No lo creo –le contesta Alex para calmarla – si así fuera no se habrían tomado tantas molestias para raptarnos… -¿y te has fijado cómo eligieron sus víctimas? – yo creo que su interés en nosotros es científico… o ¿por qué crees que trajeron gente de diferentes razas y países?
-¡Variedad alimenticia! –dice alguien en tono macabro, haciendo que quienes están a su alrededor se espanten aún más.
-¿No crees que tu broma está un poco fuera de lugar…? –Dice Alex ofuscado.
-Creo que lo que especulemos no nos va a ayudar en nada, de hecho, si somos su alimento o sus conejillos de indias no cambia en nada nuestra terrible situación- dice alguien más, quien empuja una estructura para alejarse del grupo aprovechando la falta de gravedad del calabozo.
Un ruido se escucha en el interior del tubo metálico que se encuentra en medio del cilindro y todos se esparcen por el aire como un cardumen asustado. Una puerta se abre en el ducto y una pareja de humanoides sale de él introduciéndose en la celda. Sus cuerpos ahora no emiten luz, como si su intención no fuera comunicarse, y se puede ver como su tersa piel los envuelve íntegramente, ocultando el largo labio vertical que divide su cuerpo en dos. La hembra se acerca a Alex y le extiende su mano hacia su pecho, desgarrando los botones de su camisa, para observarlo como inspeccionando a un esclavo antes de la subasta, girando en torno a él con movimientos suaves y seductores. Alex se queda estático mientras es observado por la alienígena y en un momento sus ojos parecen desobedecer a su pánico recorriendo la escultural figura de la mujer. La vista de su espalda revive la imagen de un cuerpo bifurcado en su eje vertical cuando desde su cuello baja una sutil línea de luz que se engruesa suavemente desde su cintura hasta sus nalgas, formando sus esbeltas piernas, que al igual que sus brazos se encuentran cubiertas por una tela metálica color peltre.
Sara lo observa con cierto recelo, lo que es advertido por el macho alienígeno que reacciona acercándose a ella con paso firme pero pausado, repitiendo el rito, y contorneando su cuerpo con las manos, aunque sin tocarla… como acariciando el aire que la circunda. Un sudor frío baja por la frente de Sara formando una gota que escurre entre sus pechos hasta perderse bajo su blusa. La cabeza oval del carcelero se abre sutilmente en el centro de su inexpresiva cara y la luz vuelve a surgir entre los labios como un cierre relámpago que baja por su pecho bifurcándolo hasta su pelvis, y ocultando su miembro en su luminosidad, haciendo que se enciendan los pómulos de Sara en su incipiente rubor. Las esbeltas figuras se retiran lentamente del habitáculo y Axel y Sara los siguen como magnetizados por la estela luminosa que dejan atrás, hasta que se introducen en el viaducto que los envuelve con su metálica puerta cilíndrica.
La nave nodriza arriba a la ciudad espacial oculta en el cono de sombra que produce el eclipse solar, justo antes que se produzca la umbra en la tierra, sellando el pasaje que hace invisibles a los viajeros de los ojos del hombre.
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