De la recóndita oscuridad de aquella casa improvisada, cual asustado ser viviente, aquel emplumado personaje emergió. Esa  voz tan conocida, desde hacia unas horas, una voz varonil de la cual recordó, momentos antes  había negociado su precio con ese chiquillo inquieto, allá en la pequeña y acogedora cuidad de la sal, Retrepense  quien finalmente le entrego a su nuevo dueño, partiendo lleno de entusiasmo a compartir su pequeña riqueza producto de su venta.

¡Bonito lugar! exclamo Tato, escudriñando cada rincón de las casas, de blanco marfil, adornadas por fulgurantes  balcones y cuyos moradores observaban entusiasmados su verde plumaje.

La mano firme de Chucho acarició su plumaje, aunque con desconfianza y dispuesto a la defensa Tato acepto la bienvenida, un poco inquieto, pues la mano de Sarita, algo temerosa intentaba buscar su pronta amistad.

Cheo, diseñador de nidos para humanos  inicialmente  quiso ser su amigo, pero se encontró con el temor de Tato, que permanecía a la defensiva, quizá recordando experiencias poco gratas del pasado.

Finalmente todos se marcharon a cumplir con sus deberes dejando a Tato con su nuevo cuidador. Ya entrada la noche después de algunas observaciones, dentro de su improvisada casita, el maduro Lorito cara sucia, partió a la casa de María y Alberto quienes dieron refugio a este simpático emplumado.

A pesar de estar entrada la noche, Tato escudriño con verdadero interés esta casita, de relucientes colores y pequeñas plantas de floreciente verdor.

¡Que bueno!, pensó Tato, allí podré asolearme en las tardes de verano, a la espera de una bandada de cara sucias que quieran adoptarme.

El nuevo día llegó a la improvisada casa de Tato y recordó que tenia hambre pero no sabia como pedir la comida así que quiso dar algunas voces y por fortuna fue escuchado por sus nuevos padres humanos, quienes después de saludarlo, lo invitaron a pasar a la cocina, donde muy confiado  se poso en la ventana con el fin de observar todas las labores que allí se realizaban.

Huy que rico ponqué, pensó el emplumado quizá sea para mi con algo desea apetitosa  fruta.

Sin experiencia sobre el cuidado de la nueva mascota y con temor de enfermarlo, Alberto y María  proporcionaron una ración de durazno, algo de sabroso ponqué de vainilla y un poco de agua a Tato, quien comió con avidez. Más tarde pensaron en ofrecerle algo de alpiste, el cual fue rechazo por el pico inquieto y gesto de desaprobación de un Tato diferente, poco amable y muy dueño de la situación, como más tarde se vería en las consultas realizadas en la red sobre la educación de los loros .Su estadía sobre el hombro de Alberto le permitió pensar que era el jefe de este grupo, por tal razón inicio Tato un comportamiento algo reprobable cuando su alimento no le gustaba; utilizando sus graciosas patas lanzaba cuan lejos podía, el agua, alpiste o frutas que no eran de su agrado, rezongando a mas no poder .

Poco a poco y sin que la familia pudriera evitarlo, Tato gano terreno en la casita de blancos Balcones, adornada con el verde precios de la naturaleza viva ; aunque obedecía al momento de ir a la cama, durante el día avanzaba cada vez un poco mas en las instalaciones  del hogar hasta llegar con éxito un día soleado a la sala, hasta donde su seductor y contoneante caminar fascino a Alberto y María quienes congraciaban cada gesto o picardía del nuevo Tato.

Una vez en la soledad de la casa, se dio el viejo loro Tato a explorar la madera que recubría espejos y esquineros. Por su mente emplumado paso la idea de dar una solo probadita a un pequeño listón que se atravesó en su camino. Como todo emplumado de pico filoso, se entusiasmó Tato al afilar contra las astillas de madera su pico, de tal manera que los trozos de esta Caín de un lado a otro sobre la blancura resplandeciente de la sala.

Cuando los padres adoptivos de tato llegaron a casa, su plumaje se petrifico observando el rostro de sorpresa y el disgusto al percibir los múltiples daños que su pico provocaron.

Tato: eso no hace musito María contrariada.

El pobre tato asustado y compungido no podía bajar de sito donde se había subido en su loca aventura para explorar la madera y de paso afilar algo el pico. Con mucha dificultad lograron bajarlo, y no sin una gran reprimenda recibió su rico alimento, el resto del día y como castigo a su mal proceder no fue tenido muy en cuenta por Andrés y Eduardo sus hermanos humanos.

Una que otra palabra intentó pronunciar  con gran dificultad, pero si logro protestar con mucha claridad cuando debía ir a la cama en su jaula para protegerlo de la voracidad de la pandilla de los gatos encabezada por la linajuda linda de raza angora y andar altivo.

Una mañana cuando ya el emplumado caballero se mostraba mas educado mejorando los modales en el comedor,  se gano la confianza dela familia, y le permitieron descansar y juguetear en los arbustos de pino junto a la portería de Balcones de Saint Nicolás.  Al asecho Linda merodeaba por el lugar pues este bocado despertó su apetito y con una estrategi9a inteligente quiso atrapar a Tato, casi logra su objetivo de no ser por Yohana una dulce niña, que estaba de visita en la casa, y escucho los aterrados gritos de Tato escapando de las garras de su depredadora. Terrible tarde de verano, pensó el emplumado personaje mientras caminaba nerviosamente por el patio de su hogar, todavía con el cuerpo lastimado por las garras agiles y felinas de Linda.

Los rayos de astro rey entraban por su jaula, acariciando sus verdes plumas de encanto, mientras María preparaba su  desayuno,  incluyendo algo de sabroso melón. Al sentir abierta la puerta de su jaula, salió Tato de prisa y se poso sobre sus viandas . Con mirada malhumorada, observo la fruta que no fue de su emplumado antojo y decidió con un gracioso golpe de  sus delgados dedos lanzarla contar la pared, en gesto airado, y desafiante como hacia tiempo atrás. Sin dar importancia María, se alejo de el, sonriendo por la actitud del ave , cual chiquillo mal educado.

Al sentirse en soledad Tato trepo frenético por una cuerda que pendía del techo y en pocos segundos alcanzó la reja del patio y salió airado al techo, sorprendido por la belleza de los techos vecinos y el trinar de algunas aves retozando, inicio su exploración sin observar que linda agudizaba la mirada, para localizar este suculento bocado, pensando esta vez no fallar .Sus gritos no se hicieron esperar y la familia acudió en su auxilio. Alberto subió a una improvisada silla para tomar por las patitas a la mascota que huía aterrorizada, a través de la reja con tan mala suerte que la silla se rompió estrepitosamente y fue a dar al piso con ensordecido golpe quedando muy lastimado y casi sin respiración. Aunque su preocupación primordial era rescatar a Tato dela ferocidad gatuna.  Después de mucho batallar la familia logro rescatar a Tato, y con un miembro algo lastimado decidió, con dolor, dar un hogar diferente  y seguro al animal.

Con profunda tristeza  empacaron las propiedades del emplumado y se dispusieron a entregarlo a Chucho para conducirlo a  un bello sitio donde esta ahora acompañado de sus congéneres, haciendo mil travesuras con la aprobación de una bella abuelita que mima sus animales y mascotas como si fueran sus propios hijos.

La naturaleza, sabia y generosa brinda al ser humano, seres vivientes que acompañan y hacen agradable sus vidas. En señal de respeto  a ella, evitemos maltratar los animales y lastimar las plantas fuente de agua y aire puro, recurso que se agota día a día vertiginosamente, provocando la extinción de la vida de los  únicos animales inteligentes y con libre albedrio sobre la tierra “Los seres humanos”.

En gratitud a lo bellos momentos que pasamos al lado de el Loro Tato y el pajarillo Moisés, de quienes aprendimos a vivir y ser felices con las pequeñas cosas que nos brinda la naturaleza y la  vida.