La divertida escena del baño de Julia Roberts en 'Pretty Woman' fue una pesadilla en la realidad

Más de 30 años después de su estreno, Pretty woman sigue dando motivos de qué hablar.

Aquella película de Garry Marshall protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere tiene tantas escenas memorables que es difícil elegir una en especial, pero si le preguntáramos a su estrella femenina quizás nos diría que una de las más inolvidables fue la de su inmersión en la bañera al son de Kiss, de Prince. Y no por su cómico romanticismo sino por la tragedia que desencadenó en el rodaje. 

Todo parece muy ideal y divertido de cara al público, sin embargo fue un auténtico desastre detrás de las cámaras que pudo haberle costado la preciosa cabellera pelirroja a Julia.

Los 90 estuvieron marcados por muchas películas que a día de hoy seguimos viendo con el mismo entusiasmo que en la fecha de su estreno. Ghost, Titanic, Entrevista con un vampiro y, por supuesto, Pretty woman son algunas de ellas.

 Y en el caso de la comedia romántica que recordamos en esta ocasión podríamos decir que fue uno de esos proyectos en que los dioses conjuraron para que todo saliera a pedir de boca. Solo con la temática ya tenían gran parte del terreno ganado en su época: una cenicienta moderna y de profesión prostituta que encuentra al príncipe artífice de su rescate en pleno Hollywood Boulevard. 

Si encima quienes le ponían cara eran Richard y Julia, la cosa estaba hecha. Él ya era un galán de éxito y ella apuntaba a la cima tras haber conseguido su primera nominación al Óscar por Magnolias de acero.

La química entre ambos frente a las cámaras hacía que saltaran las chispas en cada uno de sus encuentros. La risa de la que terminó coronándose como la novia de América más las irresistibles canas y cara traviesa del una vez gigoló, formaban el equipo perfecto para encandilar al público de inmediato. Y vaya si lo hicieron.

 Aquella peliculita que arrancaba con un presupuesto de apenas 14 millones de dólares, los superó con creces haciéndose con una recaudación mundial que superó los $463 millones.

Pero como suele ocurrir en la vida, nada es perfecto, ni siquiera Pretty woman. El rodaje, como todos, tuvo sus momentos tensos y accidentes inesperados como el terremoto que impidió rodar la famosa escena de la ópera en el apoteósico teatro de San Francisco. Tuvieron que ingeniárselas para rodar la famosa escena de la Traviata en un set ficticio que tuvo que ser construido en un tiempo exprés. 

La exagerada delgadez de Julia también provocó algún que otro problemilla. Nada que los trucos del marketing no pudieran solucionar. Después de que todos quedáramos embelesados con el famoso póster de la película, resulta que el cuerpazo que se ve no es el de ella sino el de una doble al que terminaron añadiendo la cabeza de la actriz. 

Pequeños inconvenientes de los que salieron del paso gracias a esa maravilla que es la tecnología. Pero hay cosas que este salvavidas llamado ordenador no puede solucionar. Y esto fue lo que pasó en la mítica escena de la bañera. 

Vivian y Edward acaban de llegar al acuerdo de pasar una semana más juntos. Una noticia digna de ser celebrada, y qué mejor manera que en la bañera del lujoso hotel Regent Beverly Wilshire. La idea era llenarla hasta arriba de espuma para darle un toque más glamuroso y de esta manera ocultar el supuestamente cuerpo desnudo de la actriz. 

Por desgracia, Julia no pensó lo mismo. Mientras se dejaba la piel cantando a ritmo de Prince y sumergiéndose en el agua una y otra vez, su pelo se veía cada vez más descolorido y el agua cada vez más roja. En su intento de generar una ilusión tan ideal en la bañera terminó con el cabello totalmente descolorido. El asunto suena divertido pero supuso un gran disgusto en su momento. El rodaje iba a contrarreloj y había que seguir grabando. Pero este contratiempo suponía hacer un parón para tratar la larga y delicada cabellera de Roberts que tuvo que ser de inmediato atendida por el equipo de peluquería (¡ni siquiera su melena pelirroja era real!).

Con motivo de la reunión del equipo de la película por su 25 aniversario, la actriz y sus compañeros recordaron el acontecimiento entre risas. “Recuerdo estar en la bañera con mi cabellera teñida de rojo, tenían un detergente muy fuerte para crear las burbujas. Yo me metía y salía del agua una y otra vez”, rememoró en el programa TODAY de la NBC en 2015. “Al final el líquido había quitado todo mi tinte. Cuando me disponía a irme a casa, Carol, la persona que hizo mi pelo, me miró y me preguntó: “¿por qué tienes el pelo rubio?” Tuvimos una emergencia con el color de pelo a las 10 de la noche por culpa de la bañera”, describió.

Ahora todo suena muy gracioso, pero por aquel entonces y con las prisas de tener todas las escenas a tiempo para producción, aquello era una auténtica tragedia. El incidente del cabello se solucionó esa misma noche con una sesión de peluquería de urgencia que le devolvió a su protagonista su melena rojiza unas horas después. Detalles de los que como espectadores no nos dimos ni cuenta. De eso tienen mucha culpa, además del maravilloso equipo de edición y post producción, sus dos protagonistas principales.

Y es que por más que las malas lenguas aseguran que entre Julia y Richard había mal rollo, nada más lejos de la realidad. Sus propios protagonistas dejaron ver la conexión tan especial que surgió entre ellos desde el minuto que se conocieron en el apartamento del actor. Fue tan buena la impresión que le dio su compañera que prácticamente se olvidó de la presencia del Marshall, el director, también en el encuentro. “No recuerdo a Garry, solo recuerdo a la chica”, bromeó en esta entrevista con Matt Lauer. “Nos gustamos inmediatamente”, añadió.

La chispa entre ambos fue instantánea. El director recordaba en la entrevista, celebrada un año antes de su muerte en 2016, cómo regresando del baño a la reunión vio de lejos a la futura pareja cinematográfica. Era como ver a dos novios locos de amor. “Salí y vi a los dos al final del pasillo mirándose y ahí mismo me dije ‘¡vaya química y apenas se conocen!’”, explicó en dicho homenaje. Ya tenía a sus protagonistas.

Gere todavía no estaba seguro de si aceptaría el papel. Era su época dorada y los guiones se amontonaban en su mesa. Un gesto de su colega, entonces una total desconocida para él, fue lo que le convenció de inmediato a aceptar el rol de su vida. El actor se encontraba al teléfono con Marshall, quien le estaba preguntado justamente cuál era su decisión al respecto. ¿Se quedaba o no con el proyecto? “Julia estaba al otro lado de la mesa, cogió un post it, escribió algo y me lo enseñó: ‘Por favor, di que sí’. Me pareció tan dulce que le dije al director ‘acabo de decir que sí’”.

Todo rodó perfecto a partir de ahí. Vivieron momentos tan bonitos como complicados, pero siempre marcados por la unión y la química entre ellos. A la hora de elegir una escena favorita, Julia no se queda precisamente con la del baño. Fue divertida de ver, pero no de rodar, y mucho menos después del incidente con su cabello. Ella se queda con el momento en que conoce a su salvador en plena calle y termina conduciendo su espectacular Lotus.

 Lo que pocos saben es que por aquel entonces, esta jovencita de 21 años, no sabía conducir. Afortunadamente, la cosa no llegó a mayores ni provocó ningún accidente, pero las risas no se las quitó nadie. “Iba muy deprisa pero salió bien la cosa”, bromeó el director en dicho programa.

Para Richard sus escenas predilectas, sin lugar a dudas, se reducen a Julia. “Cualquiera en la que ella estuviera caminando, era muy divertido, eran todo piernas”, dijo refiriéndose al famoso conjunto inolvidable del comienzo de la película. Entre las botas interminables, la peluca rubia y esa chaqueta roja talla XXL que tomaron prestada de un chico que pasaba por allí a cambio de unos tickets para Disney, el look de Julia se convirtió en el hazmerreir del equipo, siempre desde la buena intención. Así que queda claro, de mal rollo entre los protagonistas, nada de nada.

El éxito de la película no se puede medir por los premios que se llevó pero sí por el alcance que tuvo. Llegó a los lugares más recónditos del planeta y pegó. Richard jamás olvidará el día que viajó a Borneo por uno de sus viajes benéficos. Un rincón del mundo donde el cine precisamente no está entre sus prioridades. “Estaba en el medio de la nada, me subo a un bote y de repente paramos en un lateral y aparece alguien que empieza a gritarme ‘¡el hombre de Pretty woman!’. No habían visto una película en su vida, pero Pretty woman sí”, dijo entre risas.

Solo en España se ha emitido 35 veces y todas con unos muy decentes índices de audiencia. 

La primera vez que se pasó por televisión tras su estreno en 1990 fue en TVE, 4 años después. La acogida fue brutal. Congregó a 9.223.000 espectadores y un 55.6% de cuota de pantalla, según acreditó la consultora Barlovento Comunicación por aquel entonces. A partir de ahí no ha dejado de desfilar por la parrilla de cadenas públicas y privadas. 

Si tuviera que elegir mi escena favorita, sin duda, me quedaría con el final, tan previsible como romántico. Y dejando a un lado la revisión histórica de la trama con una damisela prostituta en apuros rescatada por un príncipe millonario que seguramente haría que más de un estudio se lo pensara dos veces hoy en día, este clásico romántico invita a creer que los finales felices existen y los sueños, ya sea en Hollywood o en la Conchinchina, se pueden cumplir, incluso en la peor de las circunstancias.