Tenía diecisiete años
cuando llegó a España el Mundial,
me parecía asombroso
que hubiera logrado ese honor
el país de donde yo era,
que desde siempre había sentido
que era tan odioso para el mundo
como yo, para mis semejantes
pero la selección española
no brillaba en el campo,
durante días sentí
la agonía de quien necesita
que se cumpla un sueño imposible,
de cualquier azar cotidiano,
hacía una sombría ordalía,
la derrota de mi equipo me parecía
una tragedia dolorosa,
cuando la empecé a ver clara, creí
que había verdaderas razones
para aquel oprobio que caía
sobre todo lo mío,
en el instituto, apenas lograba
que nadie me tomara en serio
aunque mi más hondo afán
fuera huir de la humillación,
mi madre siempre había desconfiado
de mi habilidad para defenderme solo,
no me había permitido nunca
verdadera libertad,
pasaba los fines de semana
encerrado en casa, imaginando
que jamás sería un auténtico adulto,
no tuve valor para hablar
a la chica de la que me enamoré,
en mi selección, vi
un alivio a tanta frustración,
que ni siquiera llegó y dejó
horas oscuras en mi recuerdo,
siempre creyeron inoportuno
en mi familia mi orgullo,
lo reprimieron con pertinacia
buscando mi obediencia y mi servicio
a costa de un mar de sufrimiento
y de montañas de horror,
mi felicidad contó muy poco
en sus planes para mí,
no entendían mi debilidad
pero no cesaban de promoverla,
con los años acabé creyendo
el fracaso mi fatalidad
pero a nadie vi dispuesto
a otorgarme dignidad alguna
pese al tamaño de mis sacrificios,
dicen que en el Mundial siempre ganan
los alemanes,
en la vida, yo siempre perdía
para gloria de los otros,
la vanidad de sus almas
no toleraba rival,
el tiempo fue cimentando
en mi corazón, el pesimismo,
el horror a las contingencias
de mi infatigable madre
en mí es certidumbre
de que el mal ocurrirá,
tú has venido a limpiar mi alma
de tanta tiniebla y pesar,
me has honrado como nadie hizo
con un corazón sincero,
me has buscado solo a mí
y no, a provecho alguno
limpia de arrogancia y falsedad,
quieres que sea un ser humano
y no, tu herramienta útil,
me eres leal, no me traicionas
humillándome por otro en los fatuos goces
de las hazañas de escenario
en las que tantos otros hallaron placer,
tú eres mi éxito más grande,
podría decirse un éxito internacional
puesto que no eres española como yo
sino medio vasca
y medio suiza,
hablas un montón de idiomas
y aun así escuchas a este tonto
con atención y amor,
contigo he metido un río de goles
en la portería de la amargura,
me siento más triunfador
que la Roja en sus mejores horas,
ya no quiero para España
glorias deportivas
sino dignidad para la gente corriente
y la derrota de las mentiras,
hay espíritus delicados
leyéndome en muchas partes
que ensalzan con su respeto
a la persona que fue tantas veces
despreciada y sometida
por la gente a la que rendía
abnegada lealtad,
hace días que parece
que no leas los mensajes que te envío
y mi espíritu castigado aún teme
que una vez más se extinga
en mi vida de tormentos
la dulce luz de mi deseo
pero te conozco bien
y sé que estás ahí oculta
obligándome a superar
mis problemas de ansiedad y recelo,
sin fingir la falsa compasión
de quienes me debilitaron y abatieron
al tiempo que me protegían.

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©Luis Rafael García Lorente