Los años más difíciles de J. K. Rowling. La autora de la saga de Harry Potter ejerció como profesora de inglés en Oporto en 1991 y 1992, se casó con el periodista Jorge Arantes y…, terminó criando a su hija en común, Jessica Isabel, como una madre soltera.

Corría el año 1991 cuando J. K. Rowling, entonces una joven de 25 años con sueños de letras, se trasladó a Oporto justo cuando Nirvana asombraba al mundo con «Nevermind», U2 dejó boquiabiertos a sus miles de fans con «Achtung baby» y Primal Scream pulverizó etiquetas gracias a ‘Screamadelica’… Era el contexto en el que esta aspirante a escritora bullía de nuevas ideas mientras se ganaba la vida

Joanne Rowling, más conocida por su seudónimo como escritora J.K. Rowling, nació en un pequeño pueblo de Inglaterra donde creció junto a su hermana Dianne y su gran amigo de la infanciaIan Potter.

 Inspirada por su escritora favorita, Jessica Mitford, se pasó su juventud distrayendo a su hermana y su compañero explicándoles historias fantásticas.

Rowling creció y su hobby se convirtió en su pasión así que con el único apoyo de su madre, que siempre le animó a escribir, hizo las pruebas de admisión para entrar a la Universidad de Oxford y así cumplir su gran sueño: convertirse en escritora.

Por desgracia fue rechazada y haciendo caso a su padre, que no veía como su hija se podría ganar la vida redactando historias, optó por un camino más convencional y estudió filología francesa y clásica.

Lejos de dejar atrás su sueño, empezó a escribir, y en un viaje en tren tuvo la idea que la haría multimillonaria. Después de estar más de 4 horas parada por una avería, se le ocurrió una trama para una novela fantástica que ocurría en una escuela de magia. De pronto, se imaginó que un niño era brujo y no lo sabía hasta que recibía una carta de esa escuela de magia.

En el medio de la nada, en un tren averiado, nació la idea que empujaría centenares de miles de jóvenes a la lectura. Sin embargo, cuando llevas a cabo un plan siempre surgen contratiempos y Rowling estaba a punto de descubrirlo.

Su madre, la persona que siempre la había apoyado a convertirse en escritora, murió prematuramente. Eso fue un duro golpe para Rowling, que perdió uno de sus más grandes apoyos antes de poder explicarle ni siquiera la excelente idea que había tenido. Devastada por el dolor, no se rindió, y decidió marcharse a Portugal, donde podría empezar una nueva vida escribiendo el primer manuscrito de Harry Potter mientras trabajaba como profesora de idiomas.

En Oporto, Rowling se casó y tuvo una hija a la que llamó Jessica, en honor a su escritora favorita de la infancia. El matrimonio acabó siendo un tremendo fracaso ya que su marido la engañaba, tenía problemas con el alcohol y abusaba de ella.

La época más oscura de la escritora

Sola, a cargo de una niña y con severos problemas conyugales era imposible que Rowling desarrollara la idea de Harry Potter como era debido, así que tres años después de su llegada a Portugal se volvió a ir a Edimburgo, la ciudad donde vivía su hermana.

Esa fue la época más oscura de la escritora, ya que sin ningún tipo de ingreso sobrevivía con una ayuda del Estado que apenas le permitía pagar el alquiler. Fueron tiempos duros para Rowling, en los que incluso llego a pensar en suicidarse.

Por suerte, el amor que sentía por su hija le hizo sacar fuerzas de donde no las había. Y después de 5 años, tras dejar atrás el infierno de su matrimonio, terminó el primer libro de la saga que la catapultaría hasta lo más alto, Harry Potter y la piedra filosofal.

Rowling estaba radiante, había materializado su gran idea, pero se encontró con una nueva piedra en el camino: nadie querría publicarlo.

antes de que el primer manuscrito viera la luz fue rechazado por 12 editoriales. 

No fue hasta al cabo de un año que Bloomsbury, una pequeña editorial de Londres, aprobó su publicación. Si bien es cierto que la editorial decidió publicar el libro también lo es que le recomendaron buscarse otro trabajo, ya que creían que tenía pocas posibilidades de ganarse la vida escribiendo libros para niños.

Y Bloomsbury no solo le recomendó que se buscara otro empleo, sino que también la persuadió para que firmara el cuento con un seudónimo, porque presuponían que el nombre de una mujer podía dificultar las ventas en el sector masculino. De ahí que Joanne Rowling eliminara su nombre y escogiera la letra K como su segunda inicial, en honor a su abuela Kathleen.

Contra todo pronóstico la publicación del primer libro fue todo un éxito en Reino Unido, y poco tiempo después el trabajo de Rowling fue reconocido con el premio al mejor cuento infantil del año. 

De hecho, el triunfo de la escritora fue tan arrollador que en la otra punta del mundo, Scholastic Corporation, una editorial estadounidense, compró los derechos de La piedra filosofal y le entregó más de 100.000 dólares para que continuara escribiendo la saga.

La suerte por fin le sonreía. Con la fama alcanzada a nivel nacional, la buena acogida que tuvo el libro en Norteamérica y la nueva inyección de dinero, Rowling publico Harry Potter y la cámara secreta, el segundo volumen de la saga que reafirmaría su éxito como escritora.

El éxito que alcanzaron las películas de la saga no se quedó atrás y consiguieron recaudar en 2017 un total de 7.700 millones de dólares. Harry Potter se posicionó como la segunda franquicia cinematográfica más taquillera de la historia, solo por detrás de las películas del Universo Marvel.

El hecho de aferrarse con uñas y dientes a su sueño de ser escritora y convertir su gran idea en realidad han hecho de J.K. Rowling una mujer famosa, respetada y extremadamente rica, concretamente la duodécima mujer con más dinero del Reino Unido.

Sin embargo, ni los 15.000 millones de dólares con los que se valora la marca registrada de Harry Potter han hecho que la escritora pierda las ganas de contar historias, sino lo contrario, ya que ahora, además de escribir cuentos para niños, relata historias para adultos, y realiza guiones de gran éxito para los estudios cinematográficos más importantes de Hollywood