Ringo Starr, nunca fue el mejor baterista del rock (ni siquiera el mejor de los Beatles, como diría con sorna su compañero John Lennon), pero sí el más famoso.

Ringo Starr, uno de los dos Beatles supervivientes, cumplio este martes 80 años con un estado de salud razonablemente bueno. Especialmente teniendo en cuenta que ese aspecto no fue su fuerte cuando llegó a este mundo.

Fue un niño débil y enfermizo: a los seis años de edad estuvo en coma durante diez semanas por una peritonitis, y a los trece estuvo ingresado en un hospital durante dos años debido a un resfriado que se convirtió en pleuresía.

Cuando se convirtió en un adolescente mod, tampoco es que decidiese cuidar su maltrecho cuerpo.

Enseguida se hizo adicto al tabaco y estuvo muchísimo tiempo fumando tres cajetillas diarias. Aunque lo dejó a tiempo, a mediados de los ochenta. También consumió LSD y cannabis, pero las drogas que le hicieron perder el control durante algunos episodios de su vida, especialmente en los ochenta (llegó a admitir que tiene lagunas de memoria que abarcan meses), fueron el alcohol y la cocaína.

Sus compañeros preferidos de juerga eran Keith Moon y Harry Nilsson, a quien una vez llegó a confesar: «Ya no somos músicos que toman alcohol y experimentan con drogas; nos convertimos en adictos que de vez en cuando hacemos música».

Era un baterista bastante peculiar. A pesar de ser zurdo tocaba con el set de batería para diestros, sostenía las baquetas de un modo poco ortodoxo (casi como si fueran martillos), y en las grabaciones solía clavar sus partes en las primeras tomas.

Si tenían algún fallito, muchas veces prefería dejarlo tal cual porque odiaba repetir patrones una y otra vez. Su estilo también tuvo que ver con su alias.

Nacido como Richard Starkey, se cambió a Starr porque bautizó a sus solos de batería como «star time» («el momento de la estrella»). Añadió una erre más para darle glamour, y eligió llamarse Ringo por su afición a los anillos (ring, en inglés).

Aunque nunca se fijó demasiado en otros bateristas, asegura que su héroe del instrumento siempre fue Cozy Cole, un jazzista nacido a principios del siglo XX que tocó con Jelly Roll Morton, Benny Goodman y Louis Armstrong, y que fundó la escuela de percusión Cole-Krupa en Nueva York junto al gran Gene Krupa.

Antes de convertirse en miembro de los Beatles (fue el último en entrar en el grupo, sustituyendo a Pete Best), tocó en varias bandas locales de Liverpool, primero junto a Eddie Clayton y después con Rory Storm and the Hurricanes. Antes de todo eso, intentó emigrar a Estados Unidos para irse a vivir a Houston, Texas, donde vivía Lightin' Hopkins, que era su cantante favorito de blues de todos los tiempos.

«Incluso tenía una lista de fábricas en las que podía llegar a trabajar, porque en ese momento trabajaba en una fábrica», cuenta en una entrevista con La Vanguardia. «Recuerdo que fuimos con mi amigo a la embajada de Estados Unidos y llenamos un montón de formularios. Y cuando llevamos esos papeles nos dieron aún más formularios, con más preguntas, hojas y hojas para llenar. Pero al final nos hartamos».