La mirada de Jazmín

Por Arelí Chavira y Jesús Chávez Marín

―¿Qué le pasa?

―¿A quién?, ¿a Jazmín?, anda que se la lleva la tristeza.

 ―¿Y por qué?; ella siempre anda echando relajo.

 ―Terminó con el novio ese que traía.

―Por fin.  ¿Pero qué fue lo que pasó?

― Te cuento. Ben y Jazmín fueron novios…

― Oye, ¿qué el novio no se llama…

―No me refiero a ese, sino  al anterior. Es ahí donde comienza la historia.

Duraron  juntos la primera vez como dos años. Eran normalmente felices, la pasaban bien, a pesar de que a Ben no le gusta bailar, y eso que es músico,  y a Jazmín le fascina; que no es afecto a las reuniones, y ella tan sociable; que es un tanto gruñón y callado, y ella con su ruido de pájaros.

Ben pasaba horas y horas estudiando con su contrabajo, y otras tantas restaurando instrumentos que le encargaban sus compañeros de la orquesta. Jazmín, después de salir de la Facultad de Letras, iba al taller donde él trabajaba, quedaba  entonces muy cerca de su casa, y lo acompañaba; quería estar con él, siempre se sintió muy a gusto a su lado, la trataba bien,  y es que él es un hombre bueno, un poco genioso pero muy noble. Él la quería mucho, sin embargo ella sentía, en fin inexperta, que no era suficiente, que era desapegado, que no la celaba como se supone que debe de hacerlo alguien a quién le importa su chica. Recuerdo que llegó a desear, un par de veces, que su noviazgo fuera un poco más espontáneo e intenso. De todos modos, Jazmín lo amaba.

Un día Ben le dio una noticia que le  tomó por sorpresa: “Quiero irme a Rumania a perfeccionar mi técnica en la ejecución del contrabajo. Ya lo platiqué con uno de mis compañeros de la orquesta,  Doru, que es de allá. Y lo estamos preparado todo”.

―Ya me imagino la que ella le armó.

―Si vieras que no. Jazmín quería lo mejor para él, así que estuvo de acuerdo. 

La  noche  de su partida le dijo: “No sé exactamente cuánto tiempo estaré fuera, así que no quiero ser un obstáculo para tu felicidad. A partir de este momento eres libre; si encuentras a alguien más que te haga feliz, no dudes en aceptarlo. Si alguna vez deseas escribirme, hazlo,  ten la seguridad de que te contestaré de inmediato.”

Y Ben se fue.

―Qué bonito, de veras que Ben es un buen tipo.

―Sí, pero en ese momento Jazmín no  se daba cuenta de eso,  creo que a partir  del rompimiento  con este tipo, cambiará su mirada.

―Sígueme contando.

―Pasaron seis meses y aún no procesaba  la partida de Ben. Naturalmente  lo echaba mucho de menos, y no lograba distinguir cómo estaban sus sentimientos hacia él. Pensaba: “creo que no me amó como yo creía, le fue tan fácil dejarme libre, no me dijo que lo esperara, eso es lo que se dicen los que se quieren”.

Ella le escribía poco, prefería llamarle aunque fuera dos minutos, las llamadas para allá son costosas, quería escucharlo,  Ben le decía: “no me llames, mejor escríbeme, así puedes platicarme largo y tendido, te contestaré apenas la reciba. Hace mucho frío por acá, pero estoy bien. Ya conocí el palacio del Conde Drácula y los montes Cárpatos; como estamos rodeados de bosque, los osos suelen bajar a la ciudad en busca de comida en los botes de basura. Mugurasha, la esposa de Doru, me ha conseguido un departamento y me ayuda en lo que puede.  Ya comencé a estudiar, estoy contento, (aunque a Jazmín siempre le pareció que su voz decía lo contrario). Ya cuelga,  saludos a todos,  escríbeme, adiós.”  Después de cada llamada, permanecía unos minutos en silencio intentando ponerle nombre a lo que sentía  por Ben, sin lograrlo.

Al cabo de casi un año, cada uno  siguió con su vida, habían  mantenido el contacto, aunque nunca hablaron de amor. Un día, el padre de Ben le dijo a Jazmín: “Ya no quiere estar más allá, en un mes regresará”.  Ella se sintió feliz, tenía muchas ganas de verlo, pero la verdad,  dudaba de lo que su corazón sentiría  al tenerlo de nuevo frente a frente.

Al fin el momento llegó, y ya  de noche fue a su casa a verlo; toda la tarde había dormido, ya sabes, el viaje y el cambio de horario:

“Hola señora, buenas noches, ¿ya se despertó Ben?”

“Aún no, pero me encargó mucho que cuando llegaras lo despertara, y ya sabes cómo se pondrá si no lo hago.”

“Sí, ya lo sé, aquí espero”.

―Jazmín me contó que el corazón le palpitaba a mil por hora y que sentía un hueco en la boca del estómago, donde entraban y salían un sinfín de sensaciones, y emociones. Ella fingía estar bien y platicaba, mientras, con los hermanos de Ben.

“Y ahí estaba, ―recuerdo que me dijo―  el rosto adormilado, el pelo descuidado y largo, su piel pálida, descolorida, que mostraba  la ausencia del sol rumano, pero eso sí, con aquella sonrisa de oreja a oreja, que aunque no lo creas, lo caracterizaba”.

“Hola, que gusto verte” ―le dijo desde el corazón, y le dio un fuerte abrazo. Jazmín correspondió, me imagino que fue como de esos saludos en los que cierras los ojos y te dejas llevar. “No sabes cómo te he extrañado, tengo tantas cosas que contarte, te traje unos regalitos, pero sabes, la verdad estoy muerto, ¿qué te parece si mañana nos vemos en la tarde y caminamos por ahí?, tengo tantas ganas de sentir el sol, allá no hay más que uno lagañoso y si le agregas los kilos de ropa… ¿Qué dices?, después, ya en la noche podemos ir al cine”.

Jazmín aceptó con una sonrisa pero en lo profundo se decía: “Casi un año sin vernos y  prefiere dormir…”

―Pues qué posesiva e inconsecuente, cómo no se dio cuenta de que Ben venía exhausto y solo quería estar bien para disfrutar al cien con ella. ¿Se le hizo poco el hecho de que  lo desperraran solo para saludarla?

―Te repito, en ese momento Jazmín miraba diferente.

Para no hacerte el cuento largo, al paso de unos días reanudaron su noviazgo. Ella se ponía a diario el collar de madera que le trajo de allá y, en el invierno, una boina azul con su bufanda, ¿recuerdas que siempre le han gustado las boinas y los sombreros? Duraron como un año más, pero Jazmín no estaba lista para un hombre como Ben. Ya sé que él tenía y tiene  lo suyo, un carácter muy fuerte, pero siempre le dio libertad y confianza, nunca la cuestionó, ni le prohibió nada como el típico hombre macho. Pero como te dije, ella no se daba cuenta.

“Un día, ―me platicó ella―, el destino me puso enfrente lo que tanto había anhelado y que para mí era lo ideal,  ten cuidado con lo que deseas...  Conocí a alguien que llenó mis expectativas, mis falsas expectativas, y cuando menos pensé…

“No encontraba la forma de decirle a Ben y se pasaban las semanas y yo  partida en dos. Como era de esperarse, se dio cuenta. Me sentí la mujer más espantosa del mundo, él no se lo merecía… “

―Imagino que hablaba de cuando conoció a este con el que acaba de terminar.

― Así es, esa relación fue terrible, violenta, dependiente. El tipo resultó ser un patán.

―Pero al parecer ella lo ama, mira cómo anda de triste ahora que terminaron.

―No, no te confundas, no llora por él, sino por lo que perdió.  Sus ojos ahora miran diferente.