Muere a los 96 años Harry Belafonte, músico, actor y activista

Su voz áspera y perfecta le convirtió en el Rey del Calypso y su carrera tanto en el cine como en la música estuvo marcada por el compromiso, la ira y la necesidad de justicia

Durante el verano del año pasado, Jordan Peele se refería a 'Buck y el farsante', de Sidney Poitier y Joseph Sargent, como la película definitiva para toda una generación. Su generación. En realidad, se trata de un western simpático de 1972 no exactamente mediocre, pero tan poco notable que la afirmación sonaba a simple provocación para periodistas de extrarradio.

La clave venía a continuación: "Es complicado crecer en un mundo en el que todos los héroes son blancos. En esa película por primera vez vi a un protagonista guapo, gracioso y, lo más importante, negro como yo". El director de 'Nop', película por la que se dejaba entrevistar, hablaba de Harry Belafonte. El farsante del título era además el productor de la cinta, un tipo con carisma, comprometido y con la voz más bella en su aspereza de todo el salvaje Oeste.

Belafonte murió el martes a los 96 años y su legado va mucho más allá de la música. Y del cine. Y del activismo. Su legado, como acto seguido decía Peele, es él. Fue músico, compositor, intérprete y un hombre tan consciente de su tiempo que acabó por confundirse con él. 'Banana Boat', una canción sobre los estibadores caribeños con su sonoro 'Day O' en medio, le convirtió en una estrella; una estrella cuyo empeño en brillar fue de todo menos un adorno.

Amigo personal de Martin Luther King, no hubo marcha por los derechos civiles a lo largo de los 60 que no contara con él. Y así hasta que dos décadas más tarde se empeñara en convertir la célebre canción 'We Are The World' en una bandera contra la injusticia, contra la hambruna, contra la invisibilidad de los invisibles.

En 2001, declaró al 'New York Times' que la rabia era para él su combustible. "La rebelión es sana y tengo que formar parte de la revolución que haga cambiar todo esto". Repasar su filmografía, antes que su música, es de hecho la más evidente muestra de que la frase de marras iba en serio. 'Una isla al sol' (1957), de Robert Rossen, le colocó en el centro de todas las dianas. Su personaje, enamorado de la muy blanca Joan Fontaine, se alzó como un icono 10 años antes de que 'Adivina quién viene a cenar esta noche' planteara algo parecido. La cinta fue prohibida en Carolina del Sur y sufrió un muy violento boicot por parte del Ku-Klux-Klan.

A su lado, 'Apuestas contra el mañana', de Robert Wise, se convertiría dos años después en un referente de conciliación y hasta esperanza merced a un argumento que colocaba en la misma banda de atracadores a un Belafonte encantador y muy tramposo al lado de un ex presidiario racista. Luego llegaría el 'western' del principio y hasta la comedia blaxploitation 'Uptown Saturday Night (Sucedió un sábado)' (1974) a la mayor gloria de Poitier, Richard Pryor, el entonces inocente Bill Cosby y él. Todos negros, todos héroes, todos irresistibles. En 1984, una más, produjo 'Beat Street', una de las primeras películas sobre break-dance y la cultura hip-hop.

Belafonte nació en el barrio neoyorquino de Harlem, pero pasó su primera infancia en la Jamaica natal. Pronto llegó a ser conocido como el Rey del Calypso y así hasta lucir el discutible honor de ser el primer negro al que se permitió actuar en los locales nocturnos de moda. Su tercer álbum también fue un récord: se convirtió en el primero de un intérprete solo en vender más de un millón de ejemplares. Cuando en los 60 una mala operación quirúrgica para extirparle un nódulo en las cuerdas vocales redujo su voz, Belafonte convertiría el susurro en una forma de estar en el mundo.

Viajó por el mundo como embajador de UNICEF y creó una fundación contra el sida. En 2014 recibió un Oscar por su labor humanitaria. Él fue, decíamos, el principal responsable de 'We Are the World', la colaboración musical de estrellas que en 1985 recaudó fondos para paliar la hambruna en Etiopía. Y todo por culpa de un demoledor reportaje sobre la catástrofe humanitaria que le impresionó hasta la rabia de antes. Allí estuvieron Michael Jackson, Stevie Wonder, Bruce Springsteen, Bob Dylan, Ray Charles, Diana Ross...

"Mucha gente me pregunta: '¿Cuándo decidiste convertirte en activista?". dijo Belafonte en una entrevista en la National Public Radioen 2011. "Yo les digo: 'Fui activista mucho antes de convertirme en artista'". Incluso con 80 años, Belafonte seguía en sus trece y presionó al presidente Barack Obama para que ampliara la ayuda social. Fue copresidente de la Marcha de las Mujeres en Washington celebrada el día después de la investidura de Donald Trump en enero de 2017. El afán político de Belafonte saltó a los titulares en enero de 2006 durante un viaje a Venezuela cuando llamó al presidente George W. Bush "el mayor terrorista del mundo". Ese mismo mes comparó el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos con la Gestapo. Y así.

Nacido como Harold George Bellanfanti, no tuvo una infancia fácil. En más de una ocasión describió a su padre como un borracho maltratador que abandonó a la familia. Fue su madre la que le condujo a la política: "¡Me enseñó a no capitular nunca, a no ceder nunca, a resistir siempre a la opresión", declaró. Durante la Segunda Guerra Mundial se alistó en la Marina. "Me impulsó la creencia de que había que derrotar a Hitler... Mi compromiso se mantuvo después de la guerra. Dondequiera que encontrara resistencia a la opresión, ya fuera en África, en América Latina o en Estados Unidos, me uní a la resistencia". Tras su paso por el ejército, trabajó como conserje en un edificio de apartamentos y como tramoyista en el American Negro Theater antes de conseguir papeles y estudiar con Marlon Brando y Sidney Poitier.

Jordan Peele coloca en 'Nop', en la cinta, un bonito póster de 'Buck y el farsante'. Sobre un fondo amarillo, un revólver (o más) cada uno, Sidney Poitier y Harry Belafonte. No es atrezo, es una declaración de intenciones. Queda claro.