Red de Literatura y Cine
Alejo Urdaneta
OCTAVIO PAZ
UN PUENTE AL UNIVERSO DE LA POESÍA
“Nuestra soledad tiene las mismas raíces que el sentimiento religioso. Es una orfandad, una oscura conciencia de que hemos sido arrancados del Todo, y una ardiente búsqueda: una fuga y un regreso, tentativa por restablecer los lazos que nos unían a la creación”
(El Laberinto de la soledad)
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El escritor de vocación no acepta las reglas establecidas por la costumbre en el juego de la creación literaria: está inmerso en su época pero crea una visión nueva e introduce mediante la imaginación variaciones que serán puertas abiertas al misterio. Es el poeta que no se entrega a una o varias tradiciones, no se reconoce plenamente en ninguna y toma formas y sentidos del muestrario de técnicas, elementos, motivos. De su obra surge una visión nueva del mundo.
Octavio Paz asumió por vocación ese reto para crear una nueva gramática artística, un inédito sistema de asociaciones, algo que no puede explicarse cabalmente por antecedentes. Un escritor así remueve los mitos vivos en el alma de los pueblos, y sobre todo de aquellos que contienen una historia nueva para el mundo: se los ha llamado saqueadores de tumbas que descubren piezas memorables transformadas en otros objetos, símbolos elevados a un nuevo rango: “Sobre el tablero de la plaza / se demoran las últimas estrellas. / Torres de luz y alfiles afilados / cercan las monarquías espectrales. / ¡Vano ajedrez, ayer combate de ángeles! (Máscaras del alba: La estación violenta, en “Libertad bajo palabra”).
Paz demostró ser poeta, crítico de poesía, fabulador, político de la palabra, intérprete de la cultura moderna y crítico de arte. Un escritor que puede explicar la palabra viva y el silencio de un poema y que, en el otro extremo de la práctica literaria, polemiza con la sociedad y con las ideas políticas. Como poeta posee la noche suficiente para perderse en el verso, y la claridad analítica para desmontar pieza a pieza un sistema político. En Octavio Paz el inconsciente necesario a la gran poesía se conjuga con la inteligencia del pensamiento racional que se expresa en sus ensayos.
LA SOLEDAD DEL POETA
El inicio literario de Octavio Paz ha sido fijado por quienes han estudiado su obra, en 1931, cuando era estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria San Ildefonso. Fue su profesor más destacado el escritor mexicano Samuel Ramos, que habló de un complejo social de minusvalía en la sociedad de su país y se propuso presentar los rasgos tipológicos de los grupos sociales. Desnudar al “pelado” y descubrir lo que ocultaba la máscara sonriente de la burguesía, aquella con inteligencia excepcional, como se decía.
Las letras mexicanas han tenido un gran acierto en develar causas y efectos de la pérdida irremediable de la fe del aborigen y del campesino, después de finalizada la revolución en 1917. “La revolución no pasó por aquí”, decía el pueblo que veía enriquecerse a los caciques que tanto ofrecieron. Había que buscar causas, porque los efectos todavía los padecemos.
El pueblo quedó igual después de la revolución, y sólo en la capital y en grandes ciudades se advirtió algún cambio en el desarrollo y el bienestar.
José Vasconcelos había influenciado a la juventud emergente a la que pertenecía Octavio Paz. Poco a poco fue el poeta inclinándose hacia los movimientos de vanguardia que seguían la tesis de “La raza cósmica”, de Vasconcelos, y fue acercándose a los movimientos radicales. En su primer ensayo clasificado: “Ética del artista”, Paz habla de la diferencia entre Arte de tesis y Arte puro, y opta por el primero. Asomaba el político comprometido con una doctrina, y situado en el grupo denominado: “Contemporáneos”.
Es un hecho determinante en la formación del poeta Octavio Paz la muerte de su padre en 1934, en un accidente ferroviario. De allí su poema: “Pasado en claro”: “Por los durmientes y los rieles / de una estación de moscas y de polvo / una tarde juntamos sus pedazos”. Nacen entonces, probablemente, los sentimientos oscuros que se desarrollarán en la introspección y sus obsesiones personales.
Los ensayos de sus “Vigilias” muestran ya la condición del solitario que anota sentimientos en sus diarios, escritos que contienen la poesía expresada en fragmentos de prosa:
“Y no nos queda el recurso de decir que somos el sueño de una divinidad y mucho menos de una anónima voluntad vital. Desterrados del cielo y del infierno, la tierra, único paraíso que se ofrecía a nuestra avidez, ha perdido toda seducción. Si antes se renunciaba a la tierra por el cielo, por un ‘ansia de vivir’, ahora somos unos desgarrados gozadores, unos escépticos sufridores. Poblados por fantasmas, nada de lo que nos mueve, si lo juzgamos hondamente, nos importa. Nada queremos y solo el terror a la muerte y una oscura esperanza nos hace vivir maquinalmente”. (“El trabajo vacío:”Vigilias”)
El poeta que es Paz recuerda y vaticina. Su pensamiento se enfoca en el presentimiento de un estado perdido, una reminiscencia, una nostalgia. Le duele constatar que el olvido lo cubrirá en una eterna noche.
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La Guerra Civil Española, de 1936, incide en la formación del poeta – ensayista. Sus meditaciones íntimas van quedando de lado y dan paso a una creación poética de combate. Utiliza una frase de lucha: “¡No pasarán!” para un poema que es su inicio en la política. Sus conflictos interiores se convierten en acción radical, en la búsqueda de un compromiso con la realidad del campesino mexicano. Y aun así, sus pulsiones emocionales no se han perdido y publica “Raíz del hombre”, en 1937, en el que registra el erotismo y persigue las obsesiones intransferibles que ya había expresado en “Vigilias”.
Desde entonces la vida del poeta será un inquieto transitar ideas y lugares, en defensa de la ideología socialista. No cedió, sin embargo, a su trabajo en la poesía lírica y mantuvo el equilibrio entre la introspección y la reflexión. La una dirigida a su espíritu romántico todavía, en busca de su identidad y relación consigo mismo; la otra enfilada al exterior, su relación con los otros.
Esto lo apreció el poeta Rafael Alberti cuando Paz le enseñó sus poemas. Le dijo Alberti: “No es una poesía revolucionaria en el sentido político, pero Octavio es el único poeta revolucionario entre ustedes, porque es el único en quien hay una tentativa por transformar el lenguaje” (Octavio Paz y Julián Ríos, Solo a dos voces: Editorial Lumen, Barcelona. 1973)
SOLEDAD Y COMPROMISO
Los datos apenas reseñados de la vida del poeta nos advierten a primera vista de la presencia de un elemento existencial fundamental que viene de sus evocaciones de infancia. El desgarramiento que supone elegir entre el arte puro y el compromiso social es también un desgarramiento hombre-mundo, la separación entre el individuo y su comunidad de origen, que luego extenderá a la condición humana toda y articulará en la dialéctica soledad-comunión, verdadera matriz de su pensamiento, y como constante búsqueda de reconciliación, de restauración de ese orden originario perdido, a través de la fiesta, el mito, la poesía, el erotismo, la revuelta.
México es un país con características especiales. La tradición cultural mexicana comporta una toma de distancia crítica respecto de la historia oficial, y Octavio Paz recoge la gran tradición prehispánica que luego será tema de la obra narrativa de México en el siglo XX.
El interés del artista contemporáneo por otras culturas, el desarrollo de la arqueología que alumbró el conocimiento de las culturas prehispánicas, estimularon la atención hacia los mitos autóctonos americanos. Paz incorpora a su obra los temas del mito y la magia, y lo apreciamos en su poesía y ensayos. Ejemplo de esto lo constituye “Piedra de sol”, poema circular que es a un tiempo poema de amor y de los crímenes de la historia, lleno de mitologías y arquetipos. Poema del encuentro con la amada y con el mundo en ruinas cuando el sol abre las mentes como piedras y hace brotar de ellas la vida.
Ahora apreciamos en la obra de Paz, poemas o ensayos, un nuevo estatuto estético y filosófico, una cosmovisión regida por una idea potente del mundo, que incluye el pensamiento analógico, la idea de participación colectiva, las nociones renovadas de magia y fiesta.
El día de difuntos es en México una celebración festiva. La atracción de la muerte está muy acentuada en nuestros países herederos de la cultura hispánica, que a su vez se tiñe de múltiples creencias y ritos de diversas religiones. De España recibimos la influencia del cristianismo en su vertiente católica, y también los hábitos religiosos de los pueblos que habitaron la Península Ibérica: celtas, íberos, judíos, musulmanes. A ello se añade la influencia de los negros traídos con violencia a nuestro continente, en calidad de esclavos.
Todas esas culturas dan a la muerte un sentido de trascendencia o búsqueda de la inmortalidad; por eso es ritual y solemne, a diferencia de las culturas germánicas, para las que la muerte es un pasaje y nada más. Pero ese gusto por la muerte es ancestral para algunos de nuestros pueblos, de manera especial en México, y viene de las guerras floridas de los caballeros nahuas hasta su cristalización en figuras que representan la muerte, hechas de dulces con forma de esqueletos. La fiesta del día de los difuntos es como una manera de menguar importancia a la vida. En toda nuestra América hallamos también el conflicto espiritual del hombre solitario que guarda su intimidad para no perderse, y se pone la máscara que disimula su asilamiento. Y la muerte es aproximación mediante el mito para exaltar la indiferencia ante el gran suceso.
Lo resume así el poeta en su ensayo: El laberinto de la soledad:
"Somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas. El arte de la fiesta, envilecido en casi todas partes, se conserva intacto en nosotros. ¿Un pobre mexicano, cómo podría vivir sin las fiestas? Entre nosotros la fiesta es una explosión, un estallido. Muerte y vida, júbilo y lamento, canto y aullido se alían en nuestros festejos, para recrearse o reconocerse, si no para entredevorarse. La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida.”
El humanismo de Octavio Paz no se queda en la comprensión del arte y sus expresiones, ni en la exposición lírica tan acentuada en su poesía. Es un intelectual que conjuga la soledad del creador con la mira puesta en el otro, para constituir la comunión. La opinión general era que el creador intelectual no jugaba ningún papel en la actividad política: la inteligencia y la creación no tenían derecho a opinar sobre la cosa pública ni sobre la función del Estado.
Los conflictos políticos desde el affaire Dreyfus y la diatriba de Zola fueron quizás el motivo del surgimiento del llamado Humanismo Crítico. Octavio Paz ya traía en su formación las inquietudes sociales de su país con la Revolución de 1910 y el avance a la democracia asentada con el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1934, y asumió el compromiso del intelectual como movimiento de la conciencia hacia la acción, definido por su actitud crítica en el espacio público. Los ensayos de Paz son interpretaciones activas del drama que él mismo vivió desde su juventud.
Soledad para crear libremente, comunión del poema y su objeto, para interpretar el mundo fuera de la conciencia.
POESÍA DE LA COMUNIÓN
“El poeta lírico entabla un diálogo con el mundo”, y en el coloquio sostiene su individualidad pero también busca la comunión con el objeto del acto de poetizar: Dios, el amante o amada, la naturaleza o la mundanidad. Siempre camina hacia lo desconocido hasta fundirse con ese algo que no conoce.
La representación religiosa se realiza en el intento humano de cambiar la propia naturaleza por la divina, despojarse de su esencia humana para fundirse en Dios, mientras que la poesía busca testimoniar la unidad del hombre y el mundo: “Religión y poesía tienden a la comunión…” Ambas intentan romper la soledad, pero de distinto modo: La religión torna sagrado el lazo social al convertir en iglesia a la sociedad; “la poesía rompe el lazo al consagrar una relación individual al margen (…) de la sociedad”.
El hombre que cuenta con el don de fijar la analogía entre las cosas se hace poeta, porque aprecia la unidad del mundo, y al revelarse logra el conocimiento del conjunto que trata de dominar.
Las formas que asume la materia poética en cualquiera de las artes nacen de la trabazón de procesos elementales, y después adquieren una vida propia y diferente de aquellos impulsos muchas veces inconscientes. Octavio Paz supo de la creación como impulso del espíritu: “Las verdaderas ideas de un poema no son las que se le ocurren al poeta antes de escribir el poema sino las que después, con o sin su voluntad, se desprenden naturalmente de la obra. El fondo brota de la forma y no a la inversa. O mejor dicho: cada forma secreta su idea, su visión del mundo. La forma significa; y más: en arte sólo las formas poseen significación. La significación no es aquello que quiere decir el poeta sino lo que efectivamente dice el poema. Una cosa es lo que creemos decir y otra lo que realmente decimos”. (Corriente Alterna: Forma y significado. F.C.E. 2000). Estas palabras del poeta Octavio Paz, aunque referidas al arte literario, pueden aplicarse sin esfuerzo a todas las artes.
En el ensayo: “Poesía de soledad y poesía de comunión” (Las peras del Olmo: Seix Barral, 1957), Octavio Paz expone al hombre ante la realidad y nos dice de la significación de la religión y la magia como instrumentos de aprehensión de aquello que aparecía ante él. Se pregunta Paz si la operación poética es una actividad mágica o religiosa, para negar que sea alguna de ellas. “La poesía es irreductible a la experiencia”. A otra experiencia que no sea ella misma.
Hay en la obra de Octavio Paz una reivindicación del papel de la imaginación, válida para toda creación humana, como órgano de conocimiento, condición necesaria de toda percepción, y como facultad que expresa mediante mitos y símbolos el saber más alto. El hombre se imagina y, al imaginarse, se revela: “La Poesía es revelación y creación del hombre por la imagen” (Fidel Sepúlveda: Octavio Paz, poética e identidad. Pontificia Universidad de Chile. 1993). Como el mito, la poesía, en la concepción de Paz, remite a un tiempo que escapa a la sucesión cronológica, que no se reduce a ella.
Al respecto, dirá en “Poesía de soledad y poesía de comunión”:
“El poeta lírico entabla un diálogo con el mundo; en ese diálogo hay dos situaciones extremas; una, de soledad; otra, de comunión. El poeta siempre intenta comulgar, unirse (reunirse, mejor dicho), con su objeto; su propia alma, la amada de Dios, la naturaleza... La poesía mueve al poeta hacia lo desconocido”
PASIÓN CRÍTICA Y ESPIRITUALIDAD
La experiencia española fue la revelación de un sentido de lucha contra el mundo, que la poesía también había impulsado en la juventud que produjo sus primeras vigilias. Ahora se acercó a la actitud política de los surrealistas y al movimiento del pensamiento revolucionario exaltado por los escritores desterrados en México. Fue un gran paso en la formación del pensador mexicano, particularmente para su actitud crítica: recelo frente a las fórmulas importadas y aplicadas sobre realidades disímiles.
“Aquellos amigos me descubrieron nuevos mundos. Y, sobre todo, lo que significa el pensamiento crítico. Como buen hispanoamericano yo conocía la rebelión, la indignación pasional –no la crítica. A ellos les debo saber que la pasión ha de ser lúcida” (Primeras letras: Seix Barral, 1998)
La amplia versatilidad de la obra de Octavio Paz se reparte en una variedad de temas y formas de expresión en la poesía, el ensayo, la crítica literaria. La producción ensayística del autor mexicano nos coloca ante la dificultad de separar al poeta del ensayista y del crítico. La lectura de su obra revela una separación rigurosa casi imposible, porque la pasión del poeta y el pensamiento crítico convergen para dificultar la clasificación de géneros aparentemente opuestos. Todo lo que dice sobre la poesía o la labor del escritor lo está además poniendo en práctica. ¿Qué ha sido primero: La poesía o el ensayo? Sus primeros poemas, como los contenidos en “Luna silvestre” (1933), no hablan todavía del poeta que ha logrado su forma de expresarse. Son poemas líricos e intimistas, con la influencia del Modernismo naciente. El referente de la guerra de España irrumpirá tres años después en su poesía. En la escritura de Paz la poesía responde a sus planteamientos en la crítica, y la crítica no es accesorio sino fundamento de la creación.
PRESENCIA Y ETERNIDAD
En la conferencia dada con motivo de la recepción del Premio Nobel, en 1990, Octavio Paz habló de la modernidad y del tiempo: pasado y presente en el tránsito desconocido hacia el futuro. “También la muerte es un fruto del presente”. El tiempo es una esfera que reúne lo luminoso y lo sombrío, la acción y la contemplación, la eternidad y la nada. Son los abismos de Pascal, cuando afirmaba que la realidad supera de tal forma lo cognoscible que termina asemejándose a una esfera infinita cuyo centro está en todas partes.
“¿Qué sabemos del presente? Nada o casi nada. Pero los poetas saben algo: el presente es el manantial de las presencias.”
Vivimos en una simultaneidad de tiempos y de presencias que nos impide alcanzar la metamorfosis de todo lo que llamamos mundo : Cada encuentro es una fuga, como ocurre con el poema, que se pronuncia y de inmediato se disipa igual que el instante del pájaro que está en todas partes y en ninguna.
Paz admiró la creación poética de Roger Callois, a quien conoció en 1946, en París. Callois buscaba la unidad del mundo en las relaciones invisibles que se presentan entre las cosas y el hombre: como un sistema de reflejos que producen una analogía universal, con materia y espíritu interrelacionados. Comparaba al hombre con la piedra, al ser ésta forma impenetrable al mismo tiempo emblema de muerte y de inmortalidad, frente a la fragilidad del hombre y sus obras. Pero el hombre graba su obra en las piedras para que sean legibles mediante la contemplación. Las catedrales están hechas del mismo polvo que pisamos en el camino.
En la palabra de Roger Callois:
“El hombre les envidia (a las piedras) la duración, la dureza, la intransigencia y el brillo, que sean lisas e impenetrables, y enteras aun quebradas. Ellas son el fuego y el agua en la propia transparencia inmortal, visitada a veces por el iris y a veces por un aliento. Le aportan, porque lo tienen en la palma, la pureza, el frío y la distancia de los astros, múltiples serenidades.”
Y responde Octavio Paz:
VIENTO, AGUA, PIEDRA
A Roger Caillois
El agua horada la piedra, / el viento dispersa el agua, / la piedra detiene al viento. / Agua, viento, piedra. / El viento esculpe la piedra, /la piedra es copa del agua, /el agua escapa y es viento. / Piedra, viento, agua. / El viento en sus giros canta, /el agua al andar murmura, /la piedra inmóvil se calla. /Viento, agua, piedra. / Uno es otro y es ninguno: / entre sus nombres vacíos / pasan y se desvanecen / agua, piedra, viento.
&
Octavio Paz vivió poéticamente, sumergido en el momento inspirador, el instante en el que se desgarra el portal de la razón para llegar a un estado superior de la conciencia. Pero también percibió la perennidad del pensamiento y supo comprender al otro en el que se refleja el mundo.
BIBLIOGRAFÍA
*
DIRECTA
Al paso. Seix Barral, Biblioteca Breve. Planeta Colombiana Editorial, S.A. 1992.
Conjunciones y disyunciones. Seix Barral. Colección Biblioteca Breve. Barcelona. 1991.
Corriente Alterna F.C.E., México. 2000.
El arco y la lira. FC.E. México, 1973.
El laberinto de la soledad y Posdata. Ediciones Cátedra, Grupo Anaya, S.A. Letras Hispánicas. 2000.
Las Peras del Olmo. Seix Barral, Biblioteca Breve. 1990.
Libertad bajo palabra (Obra poética 1935 – 1957). F.C.E. Letras Mexicanas. 1990.
Obras completas. Galaxia Gutemberg, Círculo de Lectores. Tomo II: Excursiones / Incursiones (Dominio extranjero). Fundación y disidencia. 1991.
Octavio Paz y Julián Ríos, Solo a dos voces: Editorial Lumen, Barcelona. 1973.
Primeras letras. Seix Barral, Biblioteca Breve. Barcelona, 1988.
INDIRECTA
*
Guillermo Sucre. La máscara, la transparencia. Monte Ávila Editores. Caracas, 1975.
Jason Wilson. Octavio Paz: un estudio de su poesía. Trad. Daniel Zadunaisky. Bogotá, Pluma, 1980.
Ramón Xirau. Octavio Paz: el sentido de la palabra. México, Joaquín Mortiz, 1970.
Saúl Yurkievich. Fundadores de la nueva poesía latinoamericana. Barcelona, Barral, 1978.
Comentar
Excelente. ha sido un gusto leer el ensayo. El dominio de la palabra de Octavio Paz es deslumbrante, uno lee y relee su poesia y sus ensayos y vuelve a disfrutarlos cada vez. Un gran maestro que continua vigente y renovándose.
En la conferencia dada con motivo de la recepción del Premio Nobel, en 1990, Octavio Paz habló de la modernidad y del tiempo: pasado y presente en el tránsito desconocido hacia el futuro. “También la muerte es un fruto del presente”. El tiempo es una esfera que reúne lo luminoso y lo sombrío, la acción y la contemplación, la eternidad y la nada. Son los abismos de Pascal, cuando afirmaba que la realidad supera de tal forma lo cognoscible que termina asemejándose a una esfera infinita cuyo centro está en todas partes.
Excelente ensayo, me ha encantado leerlo y perderme en la belleza de sus letras, en la conformación del mismo, la fluidez de ideas, la capacidad analitica, es el resultado de lo que se hace con amor e inspiración.
GRANDIOSO
Gracias por compartir
Saludos
Ignacio
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