Muere el silencio
de la espiga mecida por el viento,
de la rama que se estira en el abeto,
de la hierba nueva que germina.
Muere el silencio
de la siesta del gato en la caseta,
de la abeja que se adentra bajo tierra,
del ratón que se esconde en un tocón.
Muere y con ello muere la creación,
la semilla del pensamiento,
la posibilidad de crecer
y mejorar el cuento.
¡Necesitas ser un miembro de Creatividad Internacional para añadir comentarios!
Participar en Creatividad Internacional