Ves la lluvia a través de tu ventana, escuchas el viento, sientes el frío y piensas.

Esta mañana, deseaste despertar. Crees que todo sería más feliz si el último tiempo solo fuera un sueño, una pesadilla, una ficción; porque sigues pensando que lo que ves en las noticias son escenas dignas de un libro distópico apocalíptico. No consigues acallar tu mente. Los pensamientos y emociones cambian constantemente, junto a tu ánimo. Es increíble que ya hayan transcurrido tres meses de ese encierro y no logras comprender esa sensación inquietante que te gobierna cada día. La metáfora de estar en una montaña rusa ya es demasiado real para ti.

Al comienzo lo sentías como unas vacaciones, hoy no piensas igual. Jamás has tenido unas vacaciones que duren tanto tiempo y las opciones en tu hogar ya se están acabando. Los hobbies aparecen y desaparecen como si fueran fantasmas que están de paso. No logras terminar lo que empiezas y en ocasiones nada tiene sentido para ti. ¿Alguien más puede pensar por ti para poner todo en orden? No. Más que estar encerrada en tu hogar, estás encerrada en ti misma y no parece que saldrás pronto.

Si lo analizas bien, al parecer, ya memorizaste cada rincón de tu habitación, las manchas en el techo y las marcas en el piso. Hoy, te conoces un poco más. Reconoces tus capacidades, habilidades, luchas, deseos y miedos. Este momento en tu vida y en la del resto, marcará un antes y un después. Memorízate a ti misma. Memoriza no solo los rincones de tu casa, sino que también los recovecos de tu alma, de tu mente y tu corazón.

Es increíble cómo puedes extrañar el ajetreo diario, las risas con los estudiantes, las discusiones y reuniones con tus colegas; todo lo que vivías en esa rutina que muchas veces despreciaste. Extrañas aquellas cosas que jamás imaginaste extrañar. Deseas lo que muchas veces odiaste con todas tus fuerzas. Incluso ahora comienzas a odiar lo que antes te hacía tan feliz. Hace unos días incluso extrañabas el llevarte trabajo a tu casa, o no; eso nadie lo extraña (hay cosas que nunca cambian).

Hoy extrañas el saludo en la entrada, el recorrer las escaleras, el incesante murmullo en las salas y el ir y venir de los jóvenes en el patio. ¿Puede que incluso extrañes cuando debías discutir con tus estudiantes porque no te prestaban atención? En este tiempo todo es posible.

Hoy, más que nunca, extrañas el ser profesora. Una profesora presencial, sin la muralla que genera la tecnología. Sin que tengas que depender del “en línea” o el famoso visto que sueles ver demasiadas veces para tu gusto. Quieres volver a usar tu uniforme. Quieres volver a los lunes, al levantarse temprano y correr por las mañanas, el café para despertar y el almuerzo recalentado.

Ya no te reconoces a ti misma. Cada vez te deformas de tantas maneras, pero te creas de una forma distinta.

Ves la lluvia a través de tu ventaba, escuchas el viento, sientes el frío, suspiras y sigues.

20/06/2020

1er lugar, categoría funcionarios, concurso literario en el contexto de Covid-19, Liceo Técnico Profesional Diego Portales.