Nada le es ajeno a la estrella (pues eso es, lo quiera o no) menos convencional y más comprometida que ha dado Hollywood en las últimas décadas. Poeta, fotógrafo, hincha del San Lorenzo de Almagro, propagandista en el mundo de las tradiciones catalanas y ahora, por fin, director de cine. 'Fallíng', su esperado debut a los mandos, es la excusa elegida por el Festival de San Sebastián para rendirse a la evidencia.
Pocos Premios Donostia tan acertados y ajustados a razón. En Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) confluyen desde la evidencia de uno de los mayores 'blockbusters' que ha dado el cine ('El señor de los anillos') a su más combativa refutación. Fue hacerse mundialmente famoso en su papel de Aragorn y, acto seguido, convirtió su carrera y filmografía en una de las investigaciones artísticas y personales más peculiares, además de brillantes, de la nueva pantalla.
Hace no tanto, durante la promoción de 'Green Book', de Peter Farrelly, se entretuvo en la televisión americana a explicar en qué consiste la tradición navideña catalana de 'fer cagar al tió'. James Corden, el presentador del programa, no daba crédito; no tanto a la anécdota o costumbre en sí como a que Viggo Mortensen se detuviese con todo tipo de detalles escatológicos, y entre risas, se dedicara a echar por tierra cualquier atisbo de eso que se da en llamar 'glamour'. Es así.
Marca de la casa, es comenzar cualquier entrevista con una declaración de principios. Si no te gusta el fútbol, quizá has elegido al entrevistado menos indicado. Le gusta dejarlo claro y, sin forzarle, le encanta hacer notar que su equipo es también el del papa. En una conversación con un grupo de periodistas cualquiera puede alternar el español con el inglés en la misma medida que interpela en danés a cualquiera con conocimientos suficientes para seguirle. Y el francés.
Es un tipo cosmopolita, políglota, trotamundos y se diría, por la cadencia sonámbula de su voz, tranquilo. Desde hace tiempo vive en España (es pareja de la también actriz Ariadna Gil) y más de un comentario política sobre Cataluña (no oculta su filiación cerca del independentismo) le ha valido algún que otro torbellino. Pero él, a lo suyo. A media voz.
"Siempre he dicho que le debo muchísimo a la saga de Peter Jackson. Ha sido ella la que me ha permitido hacer todo lo que he hecho después... pero, no voy a mentir, creo que a Jackson le interesan cada vez más los efectos especiales.No lo discuto, pero a mí no. Para mí, cada película nueva basada en Tolkien tiene menos interés que la anterior. Aunque yo sea el primero que vaya a verlas, cuidado", confesaba hace ya unos años. Y es ahí, en la claridad sin complejos de lo dicho, donde mejor y más cómodo se encuentra. Habla claro y tiene claro que el cine es mucho más que una industria. Y así lo ha demostrado desde que alcanzó la fama mundial.
Lejos de plegarse al capricho de un Hollywood que corrió a encumbrarle como uno de los suyos, este intérprete de origen danés y residente por turnos en Argentina, Estados Unidos, la propia Dinamarca y ahora España ha convertido su carrera desde 2003, año del 'último anillo', en una investigación propia. Muy propia. Con David Cronenberg rodó la trilogía 'Una historia de violencia', 'Promesas del Este' y 'Un método peligroso', tres películas construidas desde el más confuso, hiriente y brutal subconsciente. De hecho, en la última de ellas le tocó dar vida a Freud.
'La carretera', a las órdenes de John Hillcoat, le convirtió en la imagen desolada del inmediato futuro igual de desolado imaginado por Cormac McCarthy. En 'Jauja', del argentino Lisandro Alonso, se prestó a retratar los límites de todo lo civilizado desde las fronteras del propio cine. Y, de nuevo, es ahí, al límite exacto de sí mismo y de todo lo limitadodonde mejor se encuentra. Su vuelta al cine de prestigio, ese que se premia en los festivales, está plagado de hallazgos dulces como 'Captain Fantastic' o la citada 'Green Book'. Las dos son películas que trabajan desde el ámbito de lo convencional argumentos polémicos o sólo políticos (sea el extravío de la civilización consumista o el racismo). Y en los dos casos, lo que importa es el compromiso. El de él. A este grupo habría que añadir la 'camusiana' 'Lejos de los hombres', de David Oelhoffen, donde se atreve también en francés.
El repaso quedaría algo cojo sin citar su mayor logro en el cine español: él fue y es Alatriste, el español de los tercios de Flandes de hablar susurrante, en la película de Agustín Díaz Yanes. Y mucho antes, su rostro paseó por producciones como 'Único testigo' al lado de Harrison Ford; 'Atrapado por su pasado'en compañía de Al Pacino, o 'Retrato de una dama', de Jane Campion. Todo eso y 'La pistola de mi hermano, de Ray Loriga, o el imposible remake de 'Piscosis' en 'Psyco', de Gus Van Sant.
Cuenta Mortensen siempre que puede que lo relevante es construir una filmografía con sentido. Y dicho lo cual... "En cada entrevista que concedo desde hace 14 años acabo hablando de 'El Señor de los Anillos'... El regalo que me dio Jackson fue increíble. Y le estoy muy agradecido. Aprendí a trabajar con trapos verdes de fondo, imaginándome pelear con todo tipo de criaturas virtuales. Gracias a él pude luego hacer películas como Alatriste o recibir la llamada de Cronenberg, pero...". Última pausa. "Todo lo anterior no quita para que deje de dar mi opinión sincera... Prefiero trabajar con actores".
Inmejorable Premio Donostia.
¡Necesitas ser un miembro de Creatividad Internacional para añadir comentarios!
Participar en Creatividad Internacional