Astracto.
Abstracto.
Noches que transgreden,
el susurro y abanican el silencio
que hiere la imagen
de lo amado,
que retuerce el sentido,
de sueños quebrados
y esparcidos por el silencio,
sueños rotos, sin matices,
ansiedad crujiente de lo de adentro
aires tibios que acarician el lienzo
y resquebrajan
el boceto.
Lluvias de lacas que aglutinan
los grises y las sombras
de mis versos
que no vengan el odio con la ira,
de lo vengado
dejadlo en el oleo y no en el sentido
ni en los surcos del alma
que se proyectan al final del punto
y el punto se acerca
a primer plano para quedar en la mancha.
Sueños embarrados
con las huellas de los dedos
creando laberintos
atormentados.
Lascivia alimentada,
con insinuaciones
de tus deseos amorfos
hechos trazos en el oleo.
Susurro que transgrede la noche
y silencio que hiere la imagen,
sentidos que retuercen los sueños
y matizan la ansiedad
de aires tibios
que quebrajan el lienzo.
Tríptico.
Fiel, infidelidad
a lo compartido,
destrozos de ganas
que pululan
y saturan la banda
por donde navegan
los sentidos heridos
y curados en salmuera.
Lastres que se sumergen
buscando lo profundo
y se pierden en la nada.
Unión biunívoca disociada
por intereses foráneos.
Intenciones plegadas
y plagadas
de intenciones adversas.
Desequilibrio del símil,
ofertas de dádivas sentidas
y emociones tergiversadas,
untura de caricias corporales
para saciar las ansias ávidas
y entregarse al cohecho.
Infidelidad escenificada
del doblez de ella, del tuyo
y del mío, donde pasa de todo
y no queda nada.
Penas.
Ahogo
las intenciones bohemias
que vagan entre las botellas,
perseguidas por el ánimo
iracundo de la desesperación
de saberse engañado
por el hilo de otro color,
hilo que no encaja en el tejido
pero punza allá a lo lejos,
donde nada llega.
Estrujo lo que queda de la tela
usada y apartada a un lado
y escudriño hasta la fibra
que ha quedado agazapada
entre los dientes
de las malas intenciones
y la regreso a mi
aunque solo me toque
una parte de ella.
Sentimientos adversos.
Arrojo lo que no sirve
y clamo por más
para sentirme
amparado en mis decisiones
aunque equívocas,
pero mías.
¿Por qué me culpas
si no eres escama
del pez que aun nada?
Si la carne verdadera
está herida y todavía aguanta.
¿Por qué juzgas
a las flores si no fuiste
quien les dio color?
Y aunque no tengan mucha
agua, todavía flores son.
Solo me acorralo
porque soy alérgico al polvo
que contamina
y persiste en pasar
por debajo de la puerta
cerrada.
Afecto.
¿Qué me exiges?
si lavas el cuerpo
con un pedazo de nieve
del Kilimanjaro,
si refrescas la piel
con un trozo de mar
de Bora Bora.
¿Qué pasa? Si fui capaz
de ponerte a Xanadú
a tus pies.
¿Por qué me presionas?
Si hasta el tigre de Bengala
lo he hecho tu mayordomo
y yo me siento tu esclavo,
si te he dado el poder
para cambiar
el color del cielo
y hasta he pensado
robarme la luna.
No entiendo, ¿por qué
me abandonas?
irónicas
caricias.
A través de la noche.
Si vuelve a sonar el celular
te juro que lo apago
para no escuchar
la insistencia.
Cuando abras la laptop
encontrarás huellas del chat,
del día anterior
y descubrirás horas
de letras invadiendo el intercambio
revolcado de pasiones
con correos mal escritos
y abreviados
por miedo a ser sorprendidos,
para ti, horas perdidas,
para mi, eyaculación en las letras
y los términos
de ternura en las intenciones,
de zozobras en la distancia
y emociones,
del saber que está ahí
del otro lado
del displey,
nunca entenderás
que el amor rueda
y rebota de un lado para otro,
que nuestro amor
es plasma
que tiene su espacio
y el éter, su ego.
Amanecer.
Ni con un yipies
encontrarás el rumbo
de tus ganas
que gravitan
para acelerar
la madurez de la cáscara.
Descarta la alquimia
apasionada e ingenua
y deja que el cambio
de coloración
caiga
por su propio peso.
No violentes,
no quieras,
no pretendas,
no estropees el apetito
irreverenciando la postura.
Otra música calará
allá hondo,
otra disco
estremecerá
el escote,
y quizás
no pintes los labios
con el verde
ni el cabello
con tus antojos,
ni habrá alucinógenos
en lo estéril
ni celular
en su concha
ni aipo ocho ni diez
pero seguro estoy
que agarrarás
la luz,
con tus manos.
Pasiones del ánimo.
¿Que pretendes
con adormecer la lengua
y buscar la panacea
en la transmutación
o en el lenguaje exotérico
de la gitana?.
Domina tu tronco
y procura morder otra fruta
donde no esté presente
la idea culebrina.
Intuyo que a la larga
te saldrás con la tuya
y escalarás ríos
y labrarás aguas
y encubrirás tu pudor
en la parte púnica
de tu alma.
Por favor no quiebres,
no curiosees como Pandora
ni exacerbes las pasiones,
no obstruyas tu tiempo
con vagas
insinuaciones
a lo perdido,
no lucres con tu conciencia
algo que nunca
fue tuyo,
aférrate a tus sueños
caminando con los dos
pies sobre el riel.
Obsesión.
Las millas desaparecen
debajo del Cadilac
y tengo que dejar de pensar en ti
y concentrarme
en el volante.
La velocidad me desahoga
y a tu imagen la cruzan
las líneas amarillas y blancas
del asfalto de la express way.
Tu presencia aparece en la melodía
de la radio,
que apago con torpe prisa.
Tu cuerpo lo veo
en el retrovisor,
el que acomodo
presionando un botón.
Busco un punto allá
en la proyección de la distancia
y en una valla publicitaria
veo tu cuerpo.
Los stop del autobús delantero
me obligan
a presentar los frenos,
quedando frente al parabrisas
la imagen tuya,
riendo.
Aide.
Un Jeta penetra
un motel penetrado.
una mano espera por cien pesos
una habitación nos recibe
con los secretos compartidos
tu y yo desnudos
mirando un condón
que inútilmente nos recuerda
a una enfermedad
un baño desinfectado
un tv xxx
un espejo testigo de todo y de todos
una mirada indiscreta
a través de algún agujero
queriendo espiar
otro billete de a cien.
Mayra.
Luz resplandeciente
suspendida en el aire
andas, vuelas, escapas,
tus años
eclipsados por mis años
el karaoke
embriagando tu cuerpo
y mi verso,
tu espalda.
Tus ojos colgando de una nube
tu mente estrellada
no sabes dónde,
el morbo
bañando mis manos
el ritmo
triturando tu tiempo
y tu como si nada
inerte
en el aire,
atrapada
en una nube.
Last dance.
Una gota
tan insignificante
como una gota.
Un pito (marihuana)
solo para probar.
Una disco ’80
sin aun haber nacido.
Donna Summer last dance.
Una suburban
fácil de manejar,
es automática.
Un narcopadrino
que no elegí –te lo juro-
me lo impusieron.
Un gramo de coca (una raya)
para relajar.
Una anfetamina,
una piedra,
para aguantar.
Un amigo, - bueno -, travesti
no sé bien,
quizás transexual.
Mi novio, un stripper
que baila en una table dance.
Una margarita,
un Smirnov,
para entonar
Un acto, dos actos,
que se yo
cuantos actos más,
una galaxia,
un universo,
un mundo,
mi espacio
algo difuso
y desprotegido,
una golondrina
no deseada
un toilettes verdugo
de lo verdugo
repatría
al ave indocumentada,
un libro
doblando campanas
compañía inseparable,
una gota
cayendo en el líquido
de una bolsa,
como único paisaje,
una automática,
fácil de manejar,
una música no escogida
y un CD dañado
queriendo sonar.
Una gota
tan insignificante
como una gota.
Donna Summer
last dance.
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Saludos, Ismael Lorenzo, Administrador de la Red