Agatha Christie quizás esté lejos del policíaco de hoy, de Stieg Larsson y otros, pero siempre la recuerdo como alguien con quien pasé muchas horas de lectura en mi juventud, la madre (y abuela) de las 'damas del suspense' nació hace sólo 100 años.

¿Qué había antes de Agatha Christie? ¿Es posible imaginar aquel tiempo en que el mayordomo no era sospechoso? La lnglesita que entra con su baúl en una cabina de tren rumbo a Estambul; Poirot reuniéndose en el salón con 10 hombres nerviosos y un cadáver a los postres; Miss Marple oteando por encima de un seto residencial con cara de Ángela Lansbury... Los personajes, tratándose siempre de usted.

"¿A quién no le ha influido?", se pregunta la escritora policíaca Alicia Giménez Bartlett. Tiene sentido. Todas las librerías de segunda mano de este país están abarrotadas de viejos ejemplares de Agatha Christie. "Me gusta su flema inglesa, pero también creo que le ha afectado el tiempo. la literatura ha ido por otro lado, y ha sido muy superada en cuestión de psicología de personajes", cuenta la creadora de Petra Delicado.

Lorenzo Silva, creador del sargento Bevilacqua, también destaca que "sacrifica a los personajes y su dimensión humana para la defensa de la intriga y la pirotecnia de la sorpresa final". Un mecanismo, pues. Al mismo tiempo alaba la capacidad de la novelista para atrapar a tantos lectores durante decenios. "La literatura popular se denigra con facilidad".

Pero... Silva se confiesa poco aficionado a la "sociedad irreal donde se suceden sus historias". El crimen, así se contextualiza en su microespacios (con moqueta en el baño) y pajarillos en el jardín. "Son novelas de pensamiento, no de acción", explica el veterano Francisco González Ledesma, creador del Ricardo Méndez, comisario. Lejos de las callejas de Barcelona de su inspector, en Christie hay lujo y exotismo. Y limpio crimen. "Su obra es el retrato de toda una época. Pero no hay preguntas sobre su sociedad. Hay distinción entre clases y lujo de entreguerras. Un mundo que no volverá, y el sabor antiguo es uno de sus encantos".

El también novelista criminal (creador de otro sabueso, pero periodista, Julio Gálvez) Jorge Martínez Reverte también se lo toma con calma: "Ha servido, más que nada, para crear un tópico sobre Inglaterra".

El tren parte, en blanco y negro. O los invitados. Llegan uno a uno con la raya impecablemente peinada. Raymond Chandler le achacaba a Christie sus trampas. Cosas imprevistas, no mostradas ni sugeridas que aparecían al final. "Siempre hay una carta falsa en la novela criminal", explica González Ledesma. No es, pues, la centenaria figura, susceptible de esta negativa distinción de tramposa. Añade González Ledesma que su escritura tiene "cuidado y precisión de aristócrata". James Ellroy ha dicho en alguna entrevista que a él le molesta estar en el mismo anaquel que Christie en las librerías. "Habría que distinguir entre "novelas de intriga" y "novelas negras"", aclara el creador de Méndez.

"Nadie escribe novelas del tipo de Agatha Christie. A la gente le parecería un poco falso. Ahora no cuajaría", insiste González Ledesma. La literatura igual va por otra vía y 'El caso de los anónimos', 'Asesinato en el Orient Express', 'Diez negritos' o 'El asesinato de Roger Akroyd' amarillean en las estanterías de viejo.

O no. Del mismo modo que nos podemos preguntar qué había antes de ella (¿existía Inglaterra antes de Agatha Christie?), nos podemos preguntar qué habrá después de su extinción. ¿Es imaginable? Se suceden nuevas damas del misterio: "Es un mito más que una escritora. concluye Giménez Bartlett. Un mito de 100 años. "Bendita sea", exclama Lorenzo Silva.