(Un cuento perteneciente a mi antología DESDE MI VENTANA)

"Violeta se quedó viendo al horizonte y señaló la primera estrella de la noche. Fue entonces que su acompañante la invitó a sentarse sobre las rocas.

Una vez ahí, la mujer habló:

— Hace muchísimo tiempo hubo un dios "todopoderoso" que regía con benevolencia una miríada de Universos que emanaban de sus sueños, su energía y del amor más puro. Mundos completos y vastos donde todo era equilibrio y armonía.

Por alguna razón desconocida, el dios tuvo un deseo. Luego de milenios de anhelar un hijo, dicha gracia le fue concedida. Por quién....no me lo preguntes. Y fue entonces que incontables universos florecieron desde las galaxias más lejanas hasta los núcleos más recónditos del mundo subatómico.

El dios era un ser andrógino que podía engendrar una nueva vida por sí mismo. Luego de nueve mil años, el embarazo llegó a término y al final nació una hermosa diosa de ojos color destino.

Pero algo muy malo ocurrió.

El pequeño ser divino desapareció un par de días después de su alumbramiento... ¿o acaso fue eones? No se pudo saber con certeza si dejó de existir o debido a algún designio extraño su energía se consumió.

El hecho fue que el dios enloqueció de dolor y por primera vez en toda su larga existencia derramó lágrimas. No entendía por qué si era todopoderoso había algo que no podía controlar ni cambiar. Entonces entendió que era limitado.

Así, su tristeza cambió a una rabia incontrolable donde por puro capricho destruyó incontables mundos y planos de existencia con todos los seres que ahí habitaban.

Al percatarse de su error e intentar reparar los daños. Trató de expulsar de sí mismo aquella rabia asesina que ahora lo dominaba, se dispuso a sacar fuera esa oscuridad que la pérdida de su hija le había causado.

Pero al intentarlo engendró a un ser oscuro cuyo nombre es impronunciable. Este a su vez reprodujo la maldad a niveles jamás vistos y contaminó todo lo que tocaba, era como una gota de aceite arrojada en un manantial prístino. Una horda de monstruos nació de aquella abominación, criaturas descomunales y malvadas que se esparcieron como una enfermedad a través de muchos mundos y realidades creadas. Una de ellas es aquel conocido como Abu Kathaqui. Este resultó ser uno de los más perniciosos porque debido a su naturaleza etérea no podía actuar sobre la realidad, pero era capaz de seducir a los seres que habitaban aquellos Universos para que cumplieran con la tarea de alimentarlo y llevaran a cabo sus planes de destrucción.

Muchos mundos y lugares fueron consumidos por su hambre de caos y maldad. Y con la ayuda de su congregación pudo propagarse como el fuego en medio de la hojarasca.

No es sino hasta ahora que podemos dejarlo aislado para que sea consumido por su propia voracidad.

Violeta escuchó el cuento como cuando era una niña, fascinada hasta el tuétano por aquel relato, y fue entonces que una duda surgió y sin ambages, preguntó:

— ¿Eres tu la "Diosa Desaparecida"?

La joven sonrió y con una expresión triste le dijo:

— ¡No! ¡Para nada! Soy una añoranza, un recuerdo... Aunque eso no me impide hacer lo que hago.

— ¿Qué es?

—¡Devolver el equilibrio!

Violeta se le quedó viendo sin entender sus palabras, por lo que su interlocutora dijo:

— Pero lo de veras importante es lo que tienes que hacer. Así que escúchame con atención....

Y luego de ello, le explicó la forma de cómo proceder para devolver "el equilibrio" y cerrar de una vez por todas "la puerta", aquello que se interponía entre su mundo y aquella oscuridad acechante."