Dream Scenario: Nicolas Cage a la vez en todas partes 
Cada vez más convencido de su poder omnímodo, el actor acepta una vez más y para siempre convertir el papel de sí mismo en su mejor y único trabajo

Nicolas Cage parece un actor, se comporta como un actor y, por su filmografía, se diría que es un actor. Es más, siendo como es sobrino de un Coppola y primo de una Coppola, es hasta obligado deducir que quedó condenado a ser actor desde antes de ser nada, antes incluso de ser Nicolas Cage.

Pero el tiempo, herramienta del destino, está ahí para lo que está y hace décadas que este individuo de gesto mayúsculo se olvidó de ser simplemente un actor para convertirse en algo extraño, inidentificable, desmedido y gutural (por el ruido que provoca a su paso) que solo puede ser definido o nombrado como Nicolas Cage. Y es desde ahí, desde su identidad irreductible, desde donde ejerce su reinado de manera despótica y feliz. "Soy un lagarto, un tiburón y una pantera en busca de calor", escribía él mismo de sí mismo en el libro sobre, en efecto, él mismo 'Age of Cage', el último y desesperado intento de atrapar lo inasible del autor Keith Phipps.

'Dream Scenario', como antes que ella todas las películas que en el último lustro han jugado ha resucitar, revisar, reactualizar o simplemente hacerse cargo de su figura (probablemente desde 'Mandy', de Panos Cosmatos, 2018), sabe que colocar a Cage en el centro de una película es ya una declaración de principios.

Una película con él de protagonista no trata de nada más que de él. Da lo mismo el argumento, la puesta en escena o el reparto. Nicolas Cage es todo... es "un lagarto, un tiburón y una pantera en busca de calor". Ya ocurrió en la divertidísima y desnortada 'Renfield', de Chris McKay; en la discutible 'Compasión por el diablo', de Yuval Adler, y, por supuesto, en la devota del propio Cage 'El insoportable peso de un talento descomunal', de Tom Gormican. Pero también en 'Prisioneros de Ghostland', de Sion Sono; en 'Pig', de Michael Sarnoski, y en 'Color Out of Space', del resucitado Richard Stanley. Todas ellas son películas de 2019 a hoy.

El planteamiento da una pista de hasta qué punto esta película solo es imaginable con Cage. El director Kristoffer Borgli imagina un mundo como el nuestro en el que, de repente, todos compartimos el mismo sueño o, más preciso, en el que todos (o casi) los sueños aparecen protagonizados por el mismo personaje. Y ése no es otro que (lo han adivinado) el que interpreta Nicolas Cage que, en verdad, no es personaje sino el propio Cage. El artificio no puede ser más brillante a la altura del ideado por Spike Jonze y Charlie Kaufman en 'Adaptation. El ladrón de orquídeas', el momento fundacional quizá del mito Cage como un género cinematográfico en sí mismo. Lógicamente la pregunta es qué pasará cuando los sueños se conviertan en pesadilla y la broma, pues eso parecía, en condena.

Kristoffer Borgli se las arregla para componer una comedia con alma de cinta de terror (no en balde, el productor es Ari Aster) que poco a poco deviene metáfora de casi todo; metáfora caníbal de un tiempo, el nuestro, convencido de que la realidad no es más que una extensión de nuestro deseo onanista, empeñado en confundir la vigilia con el bostezo. ¿Son los sueños el único territorio aún virgen de explotación comercial?

Bien es cierto que la ocurrencia final (no diremos cuál) juega en contra del planteamiento de la película. Borgli se rinde a una suerte de ocurrencia supuestamente graciosa que, a su modo, traiciona y empequeñece la deriva más felizmente cruel de 'Dream Scenario'. Pero también hay que reconocer que toda la cinta está estratégicamente trufada de hallazgos verdaderamente memorables (atentos a la secuencia aerofágica, llamémosla así) y no queda otra que rendirse de nuevo al hecho irrefutable de que Nicolas Cage es Nicolas Cage. Por siempre.

¿Y quién es Nicolas Cage?, se preguntarán. Que responda él mismo: "Soy una montaña rusa que brilla en la oscuridad. Estoy empalmado. Quiero ser John Denver puesto de ácido tocando el acordeón. Quiero beber Jack Daniel's mientras conduzco mi Corvette por el Gran Cañón. Soy la rana que nunca besaste. Soy un pecador que busca un poco de paz. No creo en Dios, pero le tengo miedo. Así que rezaré". Nicolas Cage somos todos. Nicolas Cage a la vez en todas parte