El otoño del poeta, de Ale Marrero      — Fragmentos

“El otoño es un andante melancólico gracioso que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno.”

                   George Sand- escritora francesa

"La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo,  completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!"

— texto de Hunter S. Thompson

Agradecimiento

Decía mi padre que las musas son borrachas y andan solas de bar en bar buscando el olor agrio de la cebada y el intenso aroma del sofrito en la cocina de Nana, la negra cocinera, que movía con energía las espumaderas y la cintura en el bar La Josefa. 

Quizás tenía razón pero yo en mi experiencia personal creo más en esas musas intelectuales que hacen yoga, comen vegano y  en el silencio de la noche usan pieles aunque critiquen a los cazadores. 

Quizás por eso, cuando cae la noche y mi pájaro preso se encrespa tratando de conciliar el sueño y a mis pies se encaracola mi amiga perruna que suspira molesta por la luz del monitor que pestañea al ritmo de mi corazón, vienen a mi esas musas milongueras que me recuerdan aquel pueblo gris donde nací, aquella chica esbelta y sonriente que con impudicia remarcaba sus senos en flor y me permitía de vez en vez robarle un beso. Me recuerdan ellas aquellas calles sin asfaltar donde jugábamos con una pelota de cajetillas de cigarros consumidos, el río que corre aun por el patio de la fábrica de hielo, la laguna donde se confundían los sapos y las mariposas, el viejo dueño de un rastro de fierros ahumados por el tiempo. 

Entonces hablan a través de mis dedos y el sonido de mis palabras en negro irrumpe en el silencio pariendo frases que no son mías, son del recuerdo.

Por eso hoy, cuando canas peino ya, quiero agradecer a mi viejo, que filósofo de barras fijas y café con leche, me regaló la oportunidad de nacer donde un pinar se tuerce con un rio, un malecón suspira por la mar y un valle transpira la paz que no quisimos. 

Ale Marrero 

Otoño

El otoño es el salto sin alma del verano al invierno

Las hojas del sauce como alfombra que cubren la acera

Los brazo escuálidos del álamo reclamando al cielo piedad

Un relámpago de olores de  jazmines y geranios que parte en huida

Tus labios carmín resbalan por la tersa piel

Y al fin de los fines en lejos confines solo somos tú y yo.

Todo el luto del mundo ya cabe en mis manos

Calzaba unas medias negras, una falda de florones

El saco azul con manchas oscuras cubría sus hombros

Su pelo gris envuelto en un haz perezoso jugaba al viento

 Dos lágrimas rodaron en busca de la tierra sedienta donde reposa su cuerpo

Bendita eres entre todas las mujeres 

Murmura el coro de fieles buscando el perdón

Las flores mustias de una noche velada cubren el túmulo,

Allí por los siglos de los siglos vendré a ti

Reposaré mis ansias al traerte mis penas

Y con paciencia acariciaré el lomo de mármol pulido

Con tu nombre ya viejo y vencido

Reviviré con rosas el día del recuerdo

Y seguirás presente en cada amanecer

Porque solo el amor acaba cuando contigo esté.

 Inflexible y obstinado 

Solo cala hasta los huesos

Los besos que no me han dado

No quiero cenas con velas

Quiero besos que envenenan

Quiero saberte a mi lado

Encontrar en un abrazo el purgatorio

Redentor de los enanos

Llenando de ti mis manos

Pensando como poderte lograr

Y ver la noche empobrecida

Con su luz tapando heridas

Que quisiera yo olvidar

Por eso cuando hablo ante la gente

Y te  veo indiferente

Sin mostrarme ya  tu luz

Mi voz se apaga hasta el murmullo

Necesito del arrullo de tus labios al besar

Y quiero conquistar yo este Mundo.

Remitiendo este asunto a la corte del amor

Que resuelvan los más letrados,

¿Puedo yo estar a tu lado? 

O volar a otro tinglado

Donde no exista el dolor

Quiero ser  importante en tu vida

Resanar ya las heridas de mi huero corazón

Que muestren a los suyos los honores

Que una tarde de temblores yo te hube de entregar

Cuando ríes siento un nudo en mi garganta

La distancia se agiganta 

Digo adiós a lo soñado y tocándote las manos

Vuelo solo al qué dirán.